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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cambio en el IVAM

Su decapitación es una consecuencia colateral del ‘caso Cooperación’

El relevo voluntario o forzado de la directora del IVAM ha sido una de las noticias que ha sacudido estos días los mentideros culturales y mediáticos de Valencia, todos ellos sorprendidos por lo imprevisto de la novedad. Añádase a ello la personalidad de la protagonista del suceso, la polémica e intrépida Consuelo Ciscar, titular de una más que notable biografía política cocida al amparo sucesivo de los dos grandes y confrontados —sin estridencias— partidos que nos han gobernado, PSPV y PP. Los peritos en gestión museística valorarán —y en ello están— este episodio del que nosotros nos limitamos a glosar tan solo algunos aspectos.

Por lo pronto y en punto a esta decapitación compartimos la opinión de quienes la describen como un efecto colateral del denominado caso Cooperación en el que se ha juzgado recientemente al exconsejero Rafael Blasco, consorte de la mentada. Ante la perspectiva de un fallo condenatorio se ha decidido anticipar este cambio para disociarlo de aquel y que no parezca una proyección de aquel. Es a nuestro juicio una interpretación más creíble que la aducida presión del lobby de críticos, galeristas y artistas que con tanta tenacidad han venido pidiendo la cabeza de la cuestionada dama. Incluso cabe pensar que este acoso ha contribuido paradójicamente a prolongar su mandato, pues al PP nunca le han hecho mella estas u otras protestas.

A este respecto merece subrayarse la habilidad desplegada por la directora para administrar sus mermados recursos y garantizarse cualificados apoyos y colaboraciones que han mantenido en lo posible el menguante esplendor del instituto a lo largo de los diez años que ha ocupado la poltrona. Un brillante ejercicio de relaciones públicas que ha conseguido elocuentes silencios de sus otrora detractores y abundantes encomios a su labor profesional. Todo un arte singularmente valioso en estos tiempos en los que prima la imagen. También es verdad que son legión innumerable los voceros, gacetilleros y renombrados intelectuales que se ofrecen disponibles. La crisis.

Con vistas al inmediato futuro la autoridad competente propone que la próxima persona responsable del instituto sea escogida por un comité de expertos que se quiere independientes. Así debió ser desde siempre, pero bueno es que se rectifique. Lo grave es que será muy difícil encontrar candidatos cualificados y prestigiosos que se aventuren a gestionar una entidad arruinada como esta. Según hemos podido saber, su presupuesto actual es de seis millones de euros, lo que cubre muy justito las nóminas y los gastos generales imprescindibles. En 2007 eran 14 millones y 17 en 2004. Un encogimiento financiero que no tiene visos de acabar, tal como se desprende de la pobreza creciente de nuestra hacienda pública y el repertorio de necesidades inaplazables y prioritarias que han de ser cubiertas por el erario. Y no nos vengan con la chorrada de que el arte también es inaplazable y prioritario donde cunde tanta penuria.

Lo bien cierto es que Consuelo Ciscar deja el IVAM, pero ese trámite no garantiza mejora alguna mientras no aumenten notoriamente los recursos y sea otra —o alguna— la política cultural del PP. Este museo, de cuño socialista, nunca ha estado entre sus preferencias, como tampoco lo ha estado la Institución Alfons el Magnànim, cuya brillante ejecutoria ha sido dilapidada. Puestos a juzgar, désele a cada cual lo suyo, a la directora que cesa y al partido gobernante.

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