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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La esquela del AVE

Con el tren de alta velocidad se va también un proyecto estratégico para vertebrar Andalucía y conectar los dos principales ejes económicos de la región

El Consejo de Gobierno de la Junta enterró el pasado martes el AVE entre Sevilla y Málaga. La Administración regional quiso que el acto se desarrollase en la más estricta intimidad y apenas asistieron los miembros más allegados al proyecto, la presidenta y los consejeros de su Ejecutivo. El Gobierno ofreció un último adiós a los 280 millones de euros gastados en una obra que estaba en la flor de la vida, apenas tenía 10 años, y todavía en edad de crecer. La muerte del AVE se produjo tras una larga convalecencia motivada por la falta de oxígeno económico para continuar con las obras. El proyecto estaba en estado de coma y los aparatos para rehabilitarlo habían sido ya desconectados por las empresas adjudicatarias cuando se vio que la situación era irreversible.

El sepelio, del que los andaluces tuvimos conocimiento por una escueta esquela del propio Consejo de Gobierno, concluyó con el compromiso de devolver el préstamo de 180 millones de euros que realizó la UE a Andalucía para dar vida a este proyecto. El Gobierno Central, que se desentendió del muerto, ni siquiera tuvo el detalle de enviar un telegrama de pésame una vez conocido el trágico desenlace del tren. También fueron muy escasas las muestras de condolencia. Prácticamente ninguna en Sevilla y pocas en Málaga.

A pesar de que la intención inicial de la Junta era quemarlo todo y esparcir los restos sobre el mapa de infraestructuras de Andalucía, no se encontró caja alguna donde meter 77 kilómetros de obras que no sirven para nada, con sus puentes y sus toneladas de arena, esas que hubo que remover para cavar la fosa. La muerte del AVE deja una enorme cicatriz en Andalucía. Para ser exactos, una herida horadada sobre la tierra que empieza en Antequera y termina en un descampado de Marchena. Será el recuerdo de un pasado que ya no es y los restos del esplendor que un día tuvimos.

Con la muerte del AVE, mueren también los 55 minutos que nos prometieron que íbamos a tardar en recorrer la distancia entre Sevilla y Málaga; los 75 minutos entre Sevilla y Granada; o los 50 entre Granada y Málaga. Con su marcha, se va también un proyecto estratégico para vertebrar Andalucía y conectar los dos principales ejes económicos de la región. El proyecto duerme ahora el sueño de los justos. Descanse en paz.

A la espera de que un día pueda renacer de sus cenizas, como un gran AVE fénix de fondos públicos, los ciudadanos deberíamos alzar la voz para pedir que, más pronto que tarde, se exijan responsabilidades por tantas infraestructuras muertas y por tanto dinero incinerado en ellas. Que la justicia los acoja en su seno.

@jmatencia

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