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Crisis en Paz y convivencia

El cese de Urkijo obliga a Urkullu a clarificar su política con las víctimas

El asesor destituido critica la falta de gestos del actual Gobierno a este colectivo

Txema Urkijo saluda este jueves en Vitoria a Maixabel Lasa.
Txema Urkijo saluda este jueves en Vitoria a Maixabel Lasa. L. RICO

La destitución de Txema Urkijo en favor de Jonan Fernández, dentro del área de Paz y Convivencia, obligará al lehendakari, Iñigo Urkullu, a procurar una diligente política de atención a las víctimas del terrorismo por las suspicacias que se derivan del cese de este alto cargo cuyo trabajo durante once años con gobiernos de distinto signo ha sido comúnmente valorado. Además, en su despedida, el propio Urkijo ha aumentado esta presión sobre el lehendakari al censurar la ausencia de “gestos relevantes” del Gobierno con las víctimas.

Esta destitución, que pone en guardia a las asociaciones de víctimas y a los partidos de la oposición menos EH Bildu, complica la gestión de Urkullu ante uno de los tres pilares sobre los que construyó el arquetipo de su mandato. Así, 15 meses después de su investidura, el lehendakari siente que la esencia del Plan de Paz y Convivencia no consigue el reconocimiento mínimamente exigible y ahora incorpora el recelo de las víctimas.

Como respuesta inmediata, Urkullu y su entorno van a digerir en silencio, “sin entrar al trapo”, las intencionadas críticas que les ha dirigido Urkijo por su actual política con las víctimas. En paralelo, no cejan en el empeño de encontrar “cuanto antes” un sustituto, sobre cuyo perfil el lehendakari trabaja conjuntamente con Fernández, en quien mantiene “íntegra” su confianza. Además, en la presidencia del Gobierno vasco se reitera el “compromiso” de Urkullu con las víctimas, “a cuyo lado ha estado siempre”.

Urkijo ve ahora más interés del Gobierno por la política penitenciaria

No obstante, la destitución ha situado en una “complicada situación” a Urkullu por la estima personal que profesa a Urkijo y a su labor. Es una postura muy diferente de la exhibida por el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, y que en ámbitos políticos se consideró de “hiriente”, al igual que la del propio Fernández, incapaces ambos de poner en valor la gestión de Urkijo en las horas previas a su cese.

Este jueves, en cambio, Fernández ha admitido que “estamos reconociendo su trabajo”, al que calificó de “netamente positivo”. “La situación no aguantaba más y era imposible mantener dos compartimentos estancos”, recuerdan desde Ajuria Enea para justificar el signo de una decisión que se antojaba previsible, incluso para el afectado. “El lehendakari apostó desde el principio por Jonan [Fernández} y es lógico que en este conflicto apostara por él”, admitíeron  fuentes del Gobierno vasco.

Pero Urkullu se ha visto impotente por enderezar esta situación, enrarecida desde hace demasiados meses. El lehendakari lo intentó, pero la incompatibilidad personal entre Fernández y Urkijo desbarató cualquier aproximación. En su despedida, cargada de emoción con el respaldo de Maixabel Lasa, el exasesor de Víctimas ha denunciado la “imposición” que Fernández mantiene como estilo de trabajo dentro de Paz y Convivencia.

Urkijo ha aludido a su “ostracismo”, que algunos miembros de la Administración conocedores de su situación calificaron de “mobbing” laboral. Desde la parte aludida, el responsable del área ha preferido escudarse, durante unas declaraciones en los pasillos del Parlamento, en las diferencias de “interpretación y ejecución” sobre la metodología de trabajo para así evitar cualquier alusión en clave política. No obstante, es notorio que Urkijo nunca tuvo desavenencia alguna con anteriores superiores en los Gobiernos de Ibarretxe y López. Precisamente la reconocida labor de Urkijo con los víctimas y ante el nuevo escenario de paz volvió a encontrar el reconocimiento de voces autorizadas como las de Mercedes Gallizo —exidrectora de Instituciones Penitenciarias— y Paul Rios, desde Lokarri.

Fernández niega diferencias políticas y alaba ahora el trabajo del cesado

Con ello, alimentan el debate sobre las auténticas razones de fondo de este alejamiento entre los dos principales referentes de Paz y Convivencia. Más de un parlamentario admitió ayer la incidencia que han tenido en este conflicto las diferentes concepciones políticas que ambos cargos mantenían sobre la gestión con las víctimas. En la reciente reunión del Consejo de Participación de Víctimas, los asistentes asistieron perplejos a las permanentes correciones que Urkijo hizo en cada una de las exposiciones de su todavía jefe relativas a la memoria y a la atención a los afectados por el terrorismo de ETA. Consciente de esta interpretación que no le resulta favorable, Fernández ha precisado que su antagonismo personal con Urkijo “no está asociado a discrepancias políticas de fondo”.

En cambio, Urkijo ha denunciado que el Gobierno Urkullu tiene un “déficit” en aspectos como el referido a las víctimas del terrorismo, mientras ha acabado por “escorarse” hacia otras posturas como las reivindicaciones respecto a la política penitencia que se aplica a los presos de ETA, a las que, precisó, no se opone. Durante su gestión, Urkijo ha jugado un papel preponderante en el impulso de la vía Nanclares. Por todo ello, Fernández, situado en el centro de las miradas aunque el Gobierno cree que va mejorando su imagen de credibilidad, se ha esforzado en transmitir la idea de que las víctimas seguirán “arropadas” ahora como lo estuvieron en la anterior legislatura. Al decirlo acusaba el calado de la crítica lanzada el día anterior por Maixabel Lasa al advertir que sin Urkijo las víctimas quedan “huérfanas”.

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