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Los hospitales infrautilizan sus equipos de resonancia magnética

Sanidad apenas tendría que derivar a la privada si usara al máximo sus recursos

Elena G. Sevillano
Entrada del Hospital de la Paz, en Madrid.
Entrada del Hospital de la Paz, en Madrid. LUIS SEVILLANO

Los colectivos que participan en la marea blanca de protesta contra la privatización sanitaria llevan tiempo alertando de que se producen demasiadas derivaciones de pruebas diagnósticas a la sanidad privada, mientras la tecnología sanitaria en los hospitales públicos está, en muchos casos, infrautilizada. El Gobierno regional siempre ha negado tales acusaciones, pero, con los datos encima de la mesa, la variabilidad en la utilización de los recursos es enorme. Hay hospitales madrileños que usan sus equipos diagnósticos tres veces más que otros. Mientras tanto, los que menor uso hacen de sus instalaciones derivan a miles de pacientes a clínicas concertadas.

Cuantificar el ahorro que podría suponer para las arcas públicas utilizar al máximo el equipamiento sanitario es complicado. Como también lo es saber cómo de eficiente es el uso de esos equipos en los hospitales, porque estas estadísticas no son públicas —tampoco lo son las listas de espera—. Según datos internos sobre resonancias magnéticas a los que ha tenido acceso EL PAÍS, hay hospitales que realizan menos de 300 pruebas al mes por equipo, mientras otros rozan o incluso superan las 700. Incluso en centros con las mismas características —los que Sanidad clasifica dentro del grupo funcional 3— las diferencias son abrumadoras: hay hospitales que utilizan sus equipos el doble que otros.

El caso del hospital de La Paz, con 1.300 camas, es sintomático de la gestión que se hace del equipamiento tecnológico. Este centro realizó 25.954 resonancias a sus pacientes en 2012. De ellas, 13.137 se hicieron en el propio centro. Prácticamente la misma cantidad, 12.817 pruebas, se derivaron a clínicas concertadas. ¿El hospital no tenía capacidad para encargarse de todas sus resonancias? De acuerdo con las estadísticas consultadas por este diario, sí la tenía. La Paz hizo 365 pruebas por mes y por equipo en ese año. Otro hospital similar, también enteramente público, el Clínico, hizo 655, es decir, cerca del doble.

La Paz es el hospital que más resonancias deriva a la privada, pero otros centros como el Gregorio Marañón y el Ramón y Cajal también externalizan aproximadamente un tercio de las pruebas que necesitan sus pacientes. El Marañón hizo 423 pruebas por mes y equipo; el Ramón y Cajal, 415. En ambos casos, están muy lejos de las cifras de utilización del Puerta de Hierro (558) o el Clínico (655), y aún más del hospital Jiménez Díaz, el que mejor aprovecha su equipamiento de todos los hospitales de la red pública madrileña (734). Este centro, propiedad de IDC Salud (antes, Capio), es privado concertado con la sanidad pública.

Con el proceso de privatización de seis hospitales parado, la última marea blanca, el 16 de marzo pasado, protestó contra las derivaciones de pruebas médicas a la sanidad privada. Algunos de los asistentes señalaban que en sus hospitales hay equipamiento tecnológico parado por las tardes y lo atribuían a los recortes de personal. Dos expertos en gestión sanitaria señalan que las diferencias en el aprovechamiento de los recursos son habituales porque cada hospital se gestiona autónomamente. El portavoz de Sanidad del PSM, José Manuel Freire, señala que estos datos muestran la falta de eficiencia en la gestión. “Las personas y los equipos deberían estar funcionando a un nivel óptimo”, asegura.

Un informe reciente de la Cámara de Cuentas —sobre convenios y conciertos suscritos por seis hospitales públicos con la privada para hemodiálisis, resonancias magnéticas y otras pruebas— alertó de que no siempre las derivaciones a centros privados están justificadas. Los auditores preguntaron a los hospitales por qué utilizaron “medios ajenos” en lugar de usar sus propios equipos y personal. Estos alegaron “insuficiencia de medios propios”, pero el informe señala que los hospitales envían a los pacientes a la privada sin saber siquiera si otros centros de la red pública tendrían medios para atenderles. El minucioso estudio también detectaba que los hospitales pagaban distintos precios por las mimas pruebas, con diferencias de hasta el 22,45% en las resonancias.

La Consejería de Sanidad no respondió a este diario a preguntas sobre a qué se debe la diferente utilización de los equipos, si la ha estudiado o si tiene algún plan para corregirla. En lugar de eso, afirmó que las derivaciones de pruebas diagnósticas a centros concertados han pasado de suponer un 9,8% del total en 2012 a un 7,4% en 2013 y que, en el caso de las resonancias, pasaron de 63.075 en 2012 a 45.630.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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