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IXIAR GARCíA | ARTISTA

“El futuro de la cultura está en las acciones micro”

La artista, participante en el Forum d´Avignon Bilbao, aborda la creación como un ecosistema vivo

Ixiar García, en Bilbao.
Ixiar García, en Bilbao. FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Ixiar García abrió ayer las sesiones de trabajo del Forum d´Avignon Bilbao, un laboratorio de ideas que estudia las relaciones entre la creación y la generación de riqueza, trasladando su idea de que la cultura funciona como un ecosistema vivo. Con sus investigaciones sobre la situación de la cultura y su transformación arrancaron las mesas de discusión de Research Action Workshops (RAW), los talleres en los que el foro integra las reflexiones de los agentes locales de la cultura. “Tenemos que integrar constantemente la diversidad. No nos podemos quedar en observar y analizar el contexto cultural: son etiquetas”, defiende.

Licenciada en Bellas Artes, fundadora del colectivo transdisciplinar We Are Pink Gorillas, dedicado a crear situaciones que sorprendan e inspiren la imaginación, García se define como creadora, más que artista. “Las relaciones entre personas, la escucha activa, el tener en cuenta sensibilidades y experiencias diferentes se refleja en la creación”; explica. “Es la necesidad de la biodiversidad: integrar otras opiniones y otras miradas”.

Perfil

Ixiar García (Rentería, 1980) estudió Bellas Artes en la Universidad de Cuenca. La búsqueda del impacto social de las acciones grupales han marcado su trayectoria.

En el documental ‘Soft’ recogió sus investigaciones sobre la creatividad y la expresión individual y colectiva.

Fundó el colectivo We Are Pink Gorillas, inspirado por sus admiradas Guerrilla Girls.

Sus proyectos alteran los establecido con el objetivo de “potenciar la creatividad” y “mejorar la aventura cotidiana”.

También ha creado la red Futuramak, que une a madres y padres que buscan una crianza diferente.

En el ecosistema del que habla García conviven las pequeñas iniciativas independientes, con los grandes proyectos institucionales. Las nuevas comunidades creativas ganan peso, defiende, frente a la tradición de la individualidad del artista. “No estamos solas. Somos parte de un ecosistema, de unas relaciones, también en el arte. Aunque los colectivos deben prestar atención a que no se pierdan las singularidades de sus integrantes”.

Su análisis entiende la cultura como un catalizador de la capacidad creadora, enfrentado a un modelo impuesto que se debe repetir. “Lo micro, prácticas que ya estamos haciendo con otros hábitos, puede transformar la cultura. Cambiar las cosas a lo grande es una trampa”, asegura. “El futuro de la cultura está en las acciones micro”. ¿Y cómo conseguir el equilibrio con los grandes? “Yo creo que llegara un momento en el que la maquinaria no encaje. Cada vez habrá más óxido en los grandes proyectos, el resultado de lo que generamos en las comunidades creativas, en los huecos, en las esquinas. Es peligroso que copien, porque queda bien en el discurso pero está vacío de contenido”.

En la práctica defiende la revisión de las maneras de trabajar de los artistas. “Hay un exceso de protocolos, de hábitos, que te llevan a hacer una cosa detrás de otra sin pensar”, indica. “Y demasiada oxitocina en los procesos: tenemos el objetivo muy claro, pero vemos que el proceso no avanza y metemos cuñas, lo que yo llamo oxitocina artificial, para acelerarlo”. El siguiente paso que propone se centra en lo material: “se deben facilitar espacios informales, autogestionados, para que a través de la experimentación las personas aprendan que es lo que necesitan”. Los modelos existentes en este terreno no le interesan. “Hay poca capacidad de convivir con las diferencias”, asegura. “Necesitamos un reaprendizaje que avance en la cooperación y la convivencia”.

Y defiende una revolución en la educación. “El modelo escolar está haciendo mucho daño a la creatividad: uno propone y los demás obedecen. Las alternativas a la escolarización ayudarían: en lugar de obediencia, de repetir patrones, crearlos”.

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