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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sí, ‘bwana’

Moreno Bonilla no quería ser candidato, pero acató sin rechistar la orden de Rajoy para ser el nuevo líder de la derecha andaluza

Más claro, el agua: “Yo le digo que no quiero ser candidato y no voy a ser candidato a mi comunidad autónoma”.

Son palabras de José Manuel Moreno Bonilla pronunciadas en el Congreso de los Diputados el pasado mes de octubre. Las hemos podido leer en este periódico y escucharlas en su propia voz en la Cadena SER.

Cuatro meses después, Moreno no solo es candidato, sino que es el candidato. El único. Lo ha ordenado Mariano Rajoy, mientras cerraba la maleta para viajar a Ankara. Ha contestado: sí, bwana.

El presidente nacional del PP ha manejado la sucesión en Andalucía como si fuera una colonia. Desde la distancia, sobrevolando el Mediterráneo, ha extendido su dedo y ha señalado al elegido. “Un gesto cesáreo”, escribía ayer Ignacio Camacho, un columnista de la derecha liberal y culta (hay algunos, sí).

¿Y quién es Moreno Bonilla? Un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de los andaluces, incluidos muchos de los militantes del partido del que ya es su líder. Cosas de la dedocracia popular.

El currículo del sucesor de Zoido, el líder a palos que tampoco quería el cargo, y por eso lo deja, es breve. En lo profesional, cero. Como Susana Díaz, no ha trabajado en el sector privado ni en el público. Solo en política.

Formación: cuenta con una extraña licenciatura en Protocolo y Organización de Eventos, cursada en una universidad privada, la Camilo José Cela, de Madrid.

En lo político, todo: se afilió al PP a los 19 años y ahora culmina su ascensión a la cumbre tras pasar por la dirección de las juventudes populares, una concejalía en Málaga, el Parlamento andaluz y el Congreso.

Una ascensión ganada a pulso cuando trabajó en la sede nacional del PP junto a Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, entonces en la oposición. Su primer regalo: al ganar las elecciones, lo nombran Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. Número dos de otra aparatick, Ana Mato. Corresponsable, por tanto, del hachazo que estos halcones del PP han dado a la sanidad pública (repago, privatizaciones), a la dependencia o a la igualdad de la mujer. Que no se olvide.

A pesar de ese perfil biográfico, más acorde con el de un burgués acomodado, Moreno presume de sus orígenes humildes. Quizá para contrarrestar la imagen de señorito dejada por el padrino del PP en las últimas décadas, Javier Arenas. La biografía oficial del nuevo líder remarca que es nieto de jornalero andaluz y de padre emigrante a la rica Cataluña, donde nació. La familia regresó a Málaga y se dedicó al comercio. Encomiable.

El trabajo encomendado es arduo. Moreno lo sabe. Es consciente de que su partido ha retardado su nombramiento, que ha titubeado, que han salido a relucir las navajas, que han quedado cadáveres (al menos, heridos), por el camino: Cospedal, Zoido, Sanz… que la mayoría de los barones provinciales estaban desesperados ante la desidia del césar.

Sabe que dos años, como mucho, son poco tiempo para darle la vuelta a unas encuestas que señalan desde hace meses que hoy el PSOE ganaría las autonómicas. Sabe que alcanzar una mayoría absoluta, esa que jamás ha conseguido su partido en más de tres décadas de democracia, es casi imposible. No lo consiguió ni Arenas, que lo intentó en cuatro ocasiones.

Por eso, sostienen sus allegados, se prepara anímicamente para aguantar una primera derrota. Aunque sin perder las esperanzas…

Dejémosle trabajar. Démosle democráticamente el plazo de 100 días para ver cómo limpia y ordena el cortijo heredado. Observemos si se hace con el mando y actúa con criterio propio e independencia de césares y muñidores. Veamos si corrige su legitimidad de origen, la designación a dedo y se gana el liderazgo de un partido al que han dejado en la orfandad demasiado tiempo. Veamos si es capaz de sobreponerse al sí, bwana.

@JRomanOrozco

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