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El argentino que eligió la terapia de ser gallego

Antón Rey presenta su libro ‘Son galego’ en la aldea en la que nació su abuelo

El escritor Antón Rey
El escritor Antón ReyÓSCAR CORRAL

Antón Rey habla un gallego correcto, tanto que estos días tuvo “dos momentos mágicos: dos personas, de distintas extracciones sociales, no se dieron cuenta de que soy argentino”. Porque Antonio nació en Buenos Aires, y estos días es la tercera vez que pisa Galicia. Tampoco su padre nació aquí, y su abuelo, Juan Antonio Rey Vara, abandonó la aldea de San Xián, parroquia de Torea, concello de Muros, cuando tenía 19 años. Pero el siente que pertenece a la vieja casa de piedra de la que salió el abuelo, y al idioma que hablaba cuando embarcó para América. Este sábado por la tarde presentará en el local municipal de San Xosé de Muros el libro en el que ha plasmado ese sentimiento, Son galego (Carlos Pereiro Editor, Buenos Aires).

El abuelo se fue a vivir con la familia de Antón Rey cuando enviudó, y dormía en la habitación de su nieto. “Tuvimos una relación muy estrecha hasta que murió, cuando yo tenía 20 años. Me hablaba siempre de sus recuerdos de Galicia, no en plan proselitista, sino de sus recuerdos. Yo era la única persona con la que podía hablar en gallego, la abuela era asturiana, mi padre no lo hablaba y a mi hermano no le interesaba”, dice Antón desde A Fonsagrada. Cuando el abuelo murió, Antón quiso saber algo más de la familia, si es que existía. La última carta familiar era de 1954. “Después vino la fiebre de las nacionalizaciones, pero entonces nadie se preocupaba por eso. Me fui al consulado y lo que hicieron fue dejarme una guía telefónica de A Coruña. Estuve mirando los apellidos Rey en Muros, y escribí a alguno. No eran parientes pero me pusieron en contacto con quienes eran”.

Los que sí eran son Antonia Rey, su tía y su prima Maribel. En 2000 preparó el viaje para venir a conocerlas. A ellas y a la casa. Un compañero suyo en el liceo, segoviano –Antón es maestro, licenciado en matemáticas y astronomía y en física- le recomendó que no se hiciese demasiadas ilusiones al verlo tan entusiasmado. “Fue al revés, mejor de lo que me imaginaba. Descubrí que sabía más cosas de las que sabía, nada me resultaba extraño, las piedras de la casa donde nació y se crio mi abuelo y antes mis antepasados. En la casa de San Xián no hay hombres y la tía Antonia me confesó que a veces soñaba con que habría sido de su tío Antonio, mi abuelo. Ella y Maribel me dicen: ‘ti es noso’. Recibí más de lo que pensaba”.

Al volver a Buenos Aires, fue cuando Argentina se hundió, no solo económicamente. Y con el país, Antón Rey. “Pensé que ya no podría volver nunca a Galicia. De la depresión se sale de dos formas, o cayendo más, o reaccionando. Yo reaccioné reafirmándome como gallego, escribiendo el libro”. El nieto que escuchaba los cuentos de Antonio Rey Vara en su casa de Buenos Aires hizo dos cursos de gallego en el colegio Santiago Apóstol de la capital argentina –“la profesora que tuve me la voy a encontrar en la presentación en Muros”- y después comenzó a asistir a los ciclos de lectura en gallego en el café Tortoni. Presentar el libro en Galicia surgió por casualidad, frecuentando un grupo de Facebook llamado I Love Muros. “Conocí a gente de la cultura, que me animó. Irán un grupo de gaitas, Suso de Toro, que veranea en Louro, Henrique Monteagudo, que es de allí…”, dice el autor de Son galego, emocionado.

“Tengo como una esquizofrenia, cuando estoy en Buenos Aires en otoño, siento que aquí empieza la primavera, y al revés”, dice Rey, que tiene 54 años y cuatro hijos, y se reconoce “un fanático de poder escribir o hablar gallego. Si hasta a los colectiveros a veces me sale hablarles en gallego. Y es que yo no elegí lo que soy”, se justifica, y después lo piensa un poco: “O sí”.

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