Pedaleando hacia el futuro
Era una evidencia el colapso en las consultas de urgencias de los hospitales públicos
En el año 2005, la Junta de Andalucía adquirió 150 bicicletas para su parque móvil. La administración se apuntaba a los nuevos tiempos y justificaba la iniciativa bajo el argumento de que la Junta quería concienciar a los ciudadanos de los beneficios que suponía para el medio ambiente el uso de la bicicleta. Ni que decir tiene que tras la foto de presentación, poco más se supo de este “novedoso” sistema de transporte. Aquellas bicis, de color blanco y con el logotipo de la Junta, tuvieran la misma efímera existencia que las vacaciones para las amas de casa: el trayecto imprescindible para poder salir en los medios de comunicación.
Han sido necesarios nueve años y la incorporación de IU al Gobierno para que en la Junta se volviera a hablar de bicicletas. La consejera de Fomento, Elena Cortés, tiene un plan para crear más de 5.000 kilómetros de carriles-bicis con un presupuesto de 421 millones de euros hasta el año 2020, en un intento de exportar una fórmula que la coalición impulsó con enorme éxito en Sevilla. La iniciativa es tan plausible que es difícil hacerle reproche alguno, salvo el de advertirle a la consejera que en la presentación del proyecto se le fue un poco la mano con el alcance de esta medida. Cortés llegó a afirmar que la bicicleta iba a ser “la palanca del cambio de modelo productivo de Andalucía”. Y no “una cosa de tiesos”, como algunos creyeron en Sevilla, dijo la consejera.
Además de pedaleando, esta semana hemos conocido otras fórmulas con las que alcanzar el ansiado nuevo modelo productivo. Lo ha explicado la propia presidenta, Susana Díaz, con un axioma bien sencillo: si la mitad de los parados andaluces proceden del sector de la construcción, la solución al empleo tiene que pasar por impulsar esta actividad económica. O sea, que si la palanca del cambio es la bicicleta, la construcción será el carro para tirar del empleo. La verdad es que llegar a esta conclusión era fácil, lo complicado consistía en atreverse a decirlo con la que nos ha caído encima con el boom del ladrillo y después de media vida buscando una alternativa al cemento.
Claro que, según la presidenta, la Junta no va a dejar construir de una forma cualquiera, sino que ahora se hará de un modo sostenible. Es más, dice que ni se permitirá la especulación ni se repetirán los errores de antes. Y por si alguien tiene dudas, Díaz ha anunciado que, como ejemplo de esa ruptura con el pasado, se va a derribar el hotel El Algarrobico. Y no de cualquier manera, sino con un plan de empleo que consiste en crear puestos de trabajo para demoler. Una fórmula que ya avanzó el escritor Antonio Muñoz Molina, cuando pidió que una vez terminada la era de las constructoras se crease una empresa destructora contra los horrores construidos. Quizás esté ahí el futuro, en tirar todo lo que nos sobra: edificios ilegales, inmuebles sin terminar, urbanizaciones deshabitadas… Una lástima que la presidenta haya insinuado que para este nuevo modelo de construcción sostenible igual hay que relajar algunas leyes urbanísticas que se aprobaron cuando con la burbuja inmobiliaria brotaron como setas los casos de corrupción. Un pequeño inconveniente, digo.
Con todo, la gran novedad no ha sido ni este avance hacia el nuevo modelo productivo de la presidenta ni el plan de bicicletas de su socio de Gobierno. Lo verdaderamente importante es que Díaz ha decidido reconocer lo evidente. Y era una evidencia el colapso en las consultas de urgencias de los hospitales públicos. Eran ya muchos meses defendiendo lo indefendible, eso de que los recortes presupuestarios no estaban afectando en Andalucía a servicios básicos, cuando es obvio el deterioro de algunos de ellos, especialmente en la atención sanitaria. Ese gesto de sinceridad, al reconocer lo evidente, es un gran cambio. Igual no para el sistema productivo, pero sí para mejorar la credibilidad de un dirigente político. Por cierto, ¿dónde estarán las 150 bicicletas?
@jmatencia
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