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La gran esperanza económica de Ourense también entra en crisis

La Fundación San Rosendo cierra temporalmente sus balnearios y paraliza proyectos públicos

Balneario de la Fundación San Rosendo en Arnoia
Balneario de la Fundación San Rosendo en Arnoianacho gómez

La crisis lanza su primera zarpa al termalismo, el aún incipiente sector turístico de la vieja ciudad de As Burgas —y de la provincia de Ourense— empeñada en las últimas décadas en levantar cabeza respirando los vapores de sus caldas en medio del páramo industrial. La gran fuente de inversiones que el sector estaba llamado a ser en la capital ourensana comienza a cuestionarse, aunque solo sea coyunturalmente, casi antes de nacer.

 Con buena parte de los proyectos municipales para la consolidación de la ciudad como referente termal internacional pendientes aún de ejecución, el grupo Caldaria, perteneciente a la Fundación San Rosendo (pionera en la rentable explotación de este recurso natural en la provincia) anunció el mes pasado el cierre temporal de dos de los tres históricos balnearios que gestiona desde comienzos de los 90: los de Lobios (un hotel de 85 habitaciones abierto en 2002 en el Parque Natural del Xurés) y Arnoia (50 habitaciones en un hotel construido en 1995 en el corazón de O Ribeiro)

Benigno Moure, fundador y presidente honoraro de la Fundación, dio la voz de alarma al anunciar en Faro de Vigo que la facturación de su negocio termal había caído un 30% este año con lo que la Fundación acabó presentado un ERE temporal. El balneario de Lobios acaba de echar el candado. Estará cerrado al menos hasta marzo. Las puertas del de Arnoia se clausuraron ya el mes pasado y no abrirán como mínimo hasta junio. No hay clientes para el ocio curativo del termalismo. A la Fundación San Rosendo ya solo le va bien con los geriátricos.

El cierre temporal de los balnearios anunciado por Moure no es solo un mal dato económico para la fundación que preside. El Ayuntamiento de Ourense hizo estandarte del termalismo desde los tiempos de su malogrado bipartito entre PSdeG y BNG y solo encuentra escollos, por más que la concejala de Urbanismo, la socialista Áurea Soto, insista en que la institución local no frenará sus previsiones por una crisis “que es coyuntural”. “Cuando las cosas se hacen bien, funcionan; ahí está Allariz evidenciando que la crisis del turismo de interior no afecta a todos por igual”, se aferra la edil al ejemplo turístico de la villa alaricana. Los malos datos del negocio de Caldaria han cogido a los responsables del ayuntamiento ourensano promocionando el termalismo público en el extranjero.

Hace apenas un par de meses, el alcalde de Ourense, Agustín Fernández, viajó a México con el objetivo de atraer inversión extranjera para los proyectos termales de la ciudad. Tres de ellos tienen ya suelo reservado en la margen derecha del Miño; la misma zona en la que Caldaria, ahora en repliegue, se ha hecho con terrenos y estaba comprometida en la construcción de un gran hotel-balneario de cinco estrellas que habría de incluir un salón de grandes dimensiones para convenciones.

A la crisis empresarial la empuja además la institucional. El Gobierno central dejó sin un solo euro en los presupuestos de 2014 los proyectos termales previstos en Ourense, como el Centro de Interpretación de Recursos Naturales de Galicia, dibujado en la ronda termal como punto final a la ruta de los manantiales situados en esa margen derecha del río Miño.

El Ayuntamiento de Ourense desembolsó 225.000 euros en la expropiación de 26.000 metros cuadrados de terreno y los cedió a la Xunta de Galicia para que los equipase. Había una partida finalista de fondos de la Unión Europea de ocho millones de euros que ahora se perderá. “En cuanto el PP accedió al Gobierno, paralizó la obra, aunque anunció que la retomaría”, censura el grupo de gobierno ourensano.

La Diputación quiso, sin embargo, subirse al barco del termalismo que habría de transportar a la empresarialmente deprimida provincia a su futuro. El presidente de la institución, José Manuel Baltar, anunció, apenas unos días antes de que Caldaria decidiera cerrar con un ERE sus decepcionantes ingresos, que el organismo provincial destinaría una partida en sus presupuestos de este año para fomentar este sector empresarial en auge.

Baltar pretendía “pasar de las palabras a los hechos” a través de un programa para que los cinco balnearios operativos en Ourense (los tres de Caldaria entre ellos) estimularan su desarrollo. Además, negociaba con la Xunta un plan para convertir a Ourense en provincia termal. El anuncio del cierre temporal de los balnearios de Lobios y Arnoia lo cogió prácticamente con esa “gran apuesta” —una concesión de subvenciones basada en estancias y tratamientos— en la boca. El presidente de la Diputación reaccionó anunciando la convocatoria de una reunión con la Asociación de Balnearios de Galicia y con Caldaria para intentar reducir el periodo previsto del ERE aunque, como el Ayuntamiento, la Diputación anuncia que mantiene intacta su hoja de ruta. Ambas instituciones confían en que el chaparrón de la crisis pasará.

La Fundación ha sido pionera en el descubrimiento de los beneficios que las aguas termales de Ourense ofrecen a la salud y el bienestar de las personas mayores. De esta experiencia nace Caldaria, una entidad integrada en la Fundación, para proporcionar programas termales a sus residentes. San Rosendo mantiene en su página web la referencia a la actividad de Caldaria que sostiene que tiene un “impacto positivo inmediato” en la economía de las localidades en las que se asientan sus balnearios (Arnoia, Laias, Lobios y Abadía), mediante la generación de riqueza y la fijación de población.

Iniciativas en jaque

La pionera y hasta ahora muy rentable empresa Caldaria se da un plazo de tres años para recuperarse de sus malos resultados económicos y volver sobre lo andado. Mientras, desplaza a su personal termal a los geriátricos del grupo que, estos sí, mantienen la rentabilidad. La Fundación San Rosendo manejó este año un presupuesto de 44,5 millones de euros (un 1,69% más que en 2012) que invirtió en geriátricos, en su mayoría fuera de Ourense. El de la vejez es aún un sector sólido en Galicia.

Caldaria avisa de que la crisis balnearia no tiene que ver con su gestión. Que es general. El gobierno local ourensano, que ha hecho del termalismo su gran apuesta política por el desarrollo de la ciudad, tiene otra percepción. “En Baden-Baden no hay crisis”, sostiene la concejala Áurea Soto para justificar la continuidad de la gestión y garantizar que la iniciativa municipal será rentable “si lo hacemos bien”. “Hay que reconocer que no tiene el mismo tirón la oferta de turismo termal en localidades de la provincia que en la ciudad, mejor comunicada”, sostiene Soto.

El paso atrás de Caldaria empieza a poner en jaque algunas iniciativas municipales. La Fundación San Rosendo ya anuncia que paraliza la construcción del gran hotel-balneario de la ribera del Miño en espera de mejores tiempos que no concreta.

El Ayuntamiento aprobó en octubre una modificación presupuestaria para desbloquear el desarrollo urbanístico del BIC de As Burgas. Le permitirá financiar, con un millón de euros, las expropiaciones para avanzar en la construcción de un balneario y un hotel termal, de propiedad municipal, en el corazón de la ciudad. “Seguiremos adelante”, proclama Soto.

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