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Baviera en el Oeste

El escritor acaba de ver reeditado su libro ‘Música moderna’ por LaFonoteca

Fernando Márquez en uno de los rincones del Parque del Oeste.
Fernando Márquez en uno de los rincones del Parque del Oeste.santi burgos

1. La zona de Pintor Rosales. A mí me criaron mis tíos. Uno de ellos vivía en este barrio y paseábamos juntos por sus calles. Subíamos hasta el actual Ministerio del Aire, que entonces era solo una explanada con un tiovivo en medio que me encantaba. Siempre terminábamos la jornada tomando un refrigerio en alguno de los quiosquitos de los alrededores de Moncloa.

 2. Parque del Oeste. Me recuerda a mi infancia. A esos paseos por los caminos selváticos y desordenados que ahora ya no se ven. En una parte del parque había un estanque que lograba transportarme a los bosques de Baviera, parecía estar hecho a la medida de algún rey. Todavía hoy sigue conservándose. Es realmente mágico.

3. El Viso. Es un barrio que me reconforta. Todas las calles tienen nombre de río y están conquistadas por frondosas arboledas que lo convierten en un lugar perfecto para pasear. Además, allí pasé muchos años de mi vida estudiando, concretamente en el Liceo Serrano.

4. Plaza del Poeta José Manuel del Palacio. Podría decirse que esta plaza es donde termina el Viso. Es absolutamente desconocida. Te tienes que tropezar con ella sin querer para descubrirla. La primera vez que la encontré estaba toda cubierta de árboles tupidos que no dejaban ver el cielo y el suelo estaba cubierto por sus flores. Fue una experiencia extraordinaria, mágica e inolvidable. Desde entonces intento pasar por aquí. Me hace sentir un poco de paz.

5. Museo de las Ciencias Naturales. Los animales disecados me fascinaban. Cuando tenía ocho años me sabía al dedillo todos los que había en el museo. Podía pasar horas allí dentro, era como una especie de refugio (José Gutiérrez Abascal, 2).

6. La Casa de las Fieras. Es otro de mis lugares sagrados de infancia. Olía a bestia, a hiena y a león y me encantaba. Allí dentro me sentía en mi elemento. De hecho, en el primer libro que escribí, Todos los chicos y chicas, sitúo una de las escenas dentro de este recuerdo de mi niñez. No he querido volver después de la reforma del espacio para que no se me empañe el recuerdo (parque del Retiro).

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7. Bar HD. Tiene un tan aire neoyorquino de los cincuenta que bien podría ser el Sardi’s. Quedo mucho aquí, me pilla cerca de casa y me siento muy a gusto. Recomendable al 100% (Guzmán el Bueno, 67).

8. Las Rozas. Mi familia tenía un chalé donde pasábamos todos los fines de semana. Tengo muy buenos recuerdos de esas excursiones con mis tíos. Es la puerta a la sierra madrileña. De las Rozas a Navalcarnero a Rascafría o a Oteruelo. Es solo un paso.

9. Hostal Trastamara. Es un restaurante de temporada. Sirven setas, carne de caza, platos guisados y de cuchara. Todos ellos buenísimos. Siempre que podía paraba en este hostal a comer y a descansar después de una buena caminata por Rascafría y alrededores (plaza de Trastamara, 11, Rascafría).

10. Antigua estación de metro de Chamberí. Enlazaba mis dos mundos: Zurbano y Viriato, donde estaban las casas de mis tíos, que fue donde me crie. Esta estación, que se puede visitar gratuitamente los viernes, refleja esa unión a la perfección. Si miras atentamente por la ventana del metro todavía se puede ver, fantasma y algo olvidada, entre las paradas de Bilbao e Iglesia.

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