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Pasa el tiempo

Lendoiro quiere que la quita de la deuda del club sea del 33% para no tener responsabilidades penales o económicas

SANCHOFOTO

Pasan las semanas y el Deportivo sigue a lo suyo dentro y fuera del campo. Pasa el tiempo, suma puntos y mejora sensaciones porque ha medrado sin que por el camino haya padecido la fortaleza defensiva sobre la que Fernando Vázquez edifica su estrategia. El equipo no es rotundo en ataque, pero se percibe como inabordable para buena parte de los integrantes de ésta chata Segunda División. El técnico, siempre autocrítico, augura problemas si no se sube el nivel con la pelota, pero éstos no acaban de llegar y tras enfrentar a 17 rivales se atisba que lo que hay puede bastar para completar el recorrido hasta el ascenso de categoría porque además el equipo, sin alardes, crece y lo ejemplifica con su facilidad para interpretar las variaciones tácticas que le impone el entrenador, al que hay que agradecer que no cese en buscar soluciones aun desde la victoria. Ante el Alavés rescató la pelota y con ella al mejor Juan Domínguez, que se había pasado tres jornadas viéndola pasar sobre él. El resultado fue una hora de buen fútbol antes de una media hora final que fue un suplicio, con un equipo defendiéndose de otro que no sabía atacar.

Pasan los días y avanza la cuenta atrás hacia las decisivas Juntas que se avecinan. Las noticias se suceden con frenesí en los despachos. A Lendoiro le han cambiado el interlocutor en la Agencia Tributaria y se anuncia fecha de caducidad para el irreprochable juez sustituto que ha guiado casi todo el proceso concursal. A la justicia no cabe pedirle más que desarrolle su trabajo con equidad y rigor, pero algún día habrá que ponderar como se merece la labor de Rafael García Pérez, que ha navegado con mano firme entre las cainitas influencias que ha generado el concurso del Deportivo. El caso es que a la vista de la junta de acreedores del 10 de enero, exactamente un año después de la entrada en suspensión de pagos, Lendoiro será casi el único actor principal que seguirá en la película. El nuevo juez llegará desde Salamanca, el delegado de Hacienda habrá tomado las de Villadiego, el Banco Gallego ya se gobierna desde Cataluña y Novagalicia quien sabe desde donde. Hasta uno de los pretendientes a suceder a Lendoiro, Paco Zas, se ha echado a un lado. Cualquier observador ajeno podría deducir que todo pasa, incluso el tiempo, menos Lendoiro.

Pero también a Lendoiro le corre el reloj. Dice Tino Fernández, la principal alternativa para sucederle, que se le ha parado, pero la sensación es que las manecillas vuelan y al veterano dirigente le queda trabajo pendiente. Nunca le asustó el yugo de los plazos pero necesita tender con Hacienda en un mes los puentes que no consiguió construir en un año. El tiempo ya se fue para la presentación de propuestas a los acreedores y precisa encontrar un acuerdo que quizás estaba en el término medio entre lo que presentó el club y lo que ofrece el fisco, planteamiento descartado por leonino, pero en el que no se picó piedra en una negociación. Todo parece cogido con la pinza de la improvisación, el crono no se detiene y crecen las dudas y las preguntas sin respuesta. Por eso no se entiende como en el convenio del club no se han aprovechado las rendijas de la nueva redacción de la Ley Concursal que contempla quitas superiores al famoso 33% sin abrir pieza de calificación. El concurso de la fenecida aerolínea Air Madrid abrió una vía que no se ha explorado y que podría resultar beneficiosa para congeniar el futuro del Deportivo con el aparente deseo de sus rectores actuales de no someterse el pasado a más examen que el futbolístico. En enero de 2012 un juzgado madrileño alertó sobre ese camino al matizar que lo ampara la nueva redacción de la ley siempre que se incluya para al menos una categoría de acreedores una quita inferior a un tercio o una espera menor a tres años. No importa que el resto de impagados sufran descuentos superiores. En el caso de Air Madrid se llegó a acordar quitas del 50% y 5 años de espera sin que se abriera pieza de calificación. Los beneficios de acogerse a este precedente jurisprudencial supondrían un ahorro de bastantes millones de euros para el Deportivo sin abocar el proceso a un final poco amable con sus actuales rectores. Pero se ha soslayado está opción incluso desde la propuesta que promueve la propia entidad y parece razonable preguntarse cuál es el motivo.

El tiempo huye y se acercan las juntas convocadas para los próximos días 20 y 21. Nada se sabe sobre la petición de una parte significativa de accionistas liderados por Fernández y Zas para que pueda incluirse un punto en el orden del día que ponga en discusión al actual consejo de administración y restan por definirse varias cuestiones que deberían desembocar en que, en todo caso, esa cita no se convierta en un caos. Porque conviene prever un mecanismo para agilizar sin demoras la validación de acciones sin dejar resquicio ni al titubeo ni a la chapuza. Y no se ha hecho todavía. Mientras tanto se suceden las preguntas y escasea la información: ¿Saben quienes ahora delegan sus acciones en un candidato que si acuden a la Junta esa delegación queda automáticamente anulada y habría que volver a validarla y hacer un nuevo recuento? ¿Conocen sus derechos y como ejercerlos aquellos a los que se transmitieron títulos por vía hereditaria o sin haber sido incluidos en testamento? ¿Hay un censo de accionistas fallecidos que por tanto actualice con nombres y apellidos quienes son los accionistas del Deportivo a día de hoy? No todas las dudas se solucionan con un pase al hueco de Juan Domínguez.

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