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Canal 9: epitafios finales

Quien sabe si, con el clic de la ciudadanía el día de las elecciones, no serán ellos quienes se vayan a sus casas.

Con el aval moral que me da no haber ocupado jamás un cargo en el organigrama de RTVV, como muchos compañeros… Ni de haberme enriquecido de ninguna manera gracias a ella, ni de haberla malvendido, ni redimensionado, ni maltratado, ni acosado bajo ningún concepto moral o sexual… Después de haberme dedicado, como muchos compañeros, y durante muchos años, a trabajar y a defenderla como servicio público, incluso cuando más prostituida ha estado… Después de ver como la desguazaban de contenido… Después de asistir al desmantelamiento del Departamento de Programas poco a poco, con externalizaciones a los ‘amiguitos’… Después de comprobar cómo cualquier parecido entre la realidad informativa y la ofrecida a los teleespectadores era motivo de denuncia… Después de ver decisiones laborales más próximas a la Camorra que al convenio colectivo… Después de pasar por dos procesos de promoción interna para ascender de categoría laboral de manera legal sin ningún éxito, como muchos compañeros… Después de haber propuesto, de manera desinteresada, formatos de nuevos programas, ideas nuevas, y contenidos nuevos para cambiar el modelo, como muchos compañeros… Después de haber visto cómo gente con nómina pagada por los valencianos hacían jornadas laborales en la sede que el Partido Popular tiene en la Calle Quart… Después de ver como se llenaban autobuses para acudir a los mítines de Mariano Rajoy desde Burjassot…

Después de todo eso… Y de no colaborar con el despiece, de no mirar hacia otro lado, de decir que no cuando lo he considerado oportuno, como muchos compañeros han hecho… Después de todo eso, como digo, y de haber sobrevivido profesionalmente al arrinconamiento sistemático, como muchos otros compañeros; excelentes profesionales, y de haber tenido que reinventarme en mi tiempo libre. Después de dos años de tortura psicológica con el ERE… Y después de que el TSJ haya dicho que el ERE era nulo y que tenían que devolvernos nuestro trabajo… Y que la sentencia nos haya reconocido la ausencia de voluntad negociadora por parte de la empresa… Después de todo eso, y con el único trozo de hígado que me queda grapado, he tenido que presenciar como unos diputados del Partido Popular, imputados por corrupción algunos (demasiados), han tenido la poca vergüenza de dejarme sin trabajo, a mí y a más de 1600 compañeros… Después de todo eso, a miles de valencianos les han robado el derecho a escuchar radio y televisión en valenciano. Han hecho así en las Cortes Valencianas, clic, y han votado que sí… Que sí que están a favor de cerrar y de liquidar RTVV… Así de rápido: clic, clic, clic, clic… 49 clics… Como si nada, como si le arrancasen las pilas a un juguete con el que ya se han cansado de jugar porque han encontrado otro que les place más. Clic… Y ya, todos a una, como si nada… Como si en lugar de ocupar las instituciones democráticas de manera temporal, las poseyeran.

Como si no nos hubiese costado a los valencianos concebir la Radiotelevisión Valenciana, gestarla y parirla cuando hablar valenciano no era lo que más se llevaba... Una sociedad que un nueve de octubre de 1989, encendió la tele con toda la ilusión del mundo y escuchó como una presentadora de Oliva, Xelo Miralles, les dijo: “Hola, bona nit, benvinguts a Canal 9, la seua televisió”… Después de todo eso, han hecho clic obedeciendo a su caudillo, Alberto Fabra… Han hecho clic para callar RTVV. Y la han apagado con las mismas mentiras que repiten como loros y que no se van a convertir en verdad por mucho que las ‘loreen’ aquí y en Madrid… La han cerrado con la misma prepotencia y chulería con la que nos han tratado a los trabajadores desde que comenzó este proceso de aniquilación premeditado y pre-dieseñado… Han terminado con ella con la misma carencia democracia que han exhibido frente a universidades, estudiantes, asociaciones de actores, guionistas, periodistas, ayuntamientos, empresarios, sector audiovisual, la Forta, la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión, y más de doscientas organizaciones europeas que les han pedido que no la cierren… Y sin escuchar el clamor de la calle gritando #RTVVnoestaca. Han hecho clic después de todo esto… Quien sabe si, con el clic de la ciudadanía el día de las elecciones, no serán ellos quienes se vayan a sus casas.

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