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CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos sonidos, una música

Kremer y Argerich abordaron en el Palau un atractivo combinado de reencuentros

Gidon Kremer (1947) y Martha Argerich (1941) forman desde hace muchos años una pareja musical de hecho, una pareja extraña que ha conseguido crear música, magnífica música, a partir de dos sonidos, de dos maneras de tocar muy diferentes. Argerich tiende de natural (aún tendía más cuando era más joven) a un sonido extrovertido, abierto, potente, con un punto de acidez y de agresividad. Kremer, en cambio, siempre ha tendido, y ahora mucho más, a un tocar interior, reflexivo, ensimismado y confidencial.

Escuchar a dos “números uno” renunciando a su unicidad para encontrarse y unirse en un “dos” sublime, es hermoso y educativo y si ese “dos” viene avalado por años de perseverancia se convierte en experiencia memorable.

Kremer y Argerich

Gidon Kremer, violín. Martha Argerich, piano.

Obras de Beethoven y Mieczyslaw Weinberg Temporada de conciertos

Palau100. Palau de la Música. Bareclona, 28 de noviembre.

Kremer y Argerich abordaron en el Palau un atractivo combinado de reencuentros y novedades. Entre los primeros las Sonatas para violín y piano Op. 30 núm. 3 y Op. 96 de Beethoven, dos piezas que forman parte del repertorio y que bordan con un alto grado de complicidad. El capítulo de las novedades vino con la Sonata núm. 5 para violín y piano de Mieczyslaw Weinberg (1919-1996) y con la impresionante Sonata para violín solo núm. 3 del mismo autor con Kremer en solitario. Un verdadero descubrimiento.

En esta ocasión no hubo móviles sonando; sí se dio, en cambio, una nueva, creciente y moderna forma de mala educación: despachar el correo electrónico desde el móvil durante el concierto. Haber pagado una entrada de platea no da derecho ni a ofender a artistas que han estado trabajando toda la vida para poder estar aquel día en aquel escenario tocando para ti ni a mostrar en público la propia estupidez.

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