El jefe de Lavacolla denunciado por acoso dice que el perseguido es él
La empresa de seguridad del aeropuerto mejoró su contrato tras reducir vigilantes
El coordinador de seguridad de la empresa encargada de la vigilancia del aeropuerto de Lavacolla asegura que son falsas las denuncias de acoso laboral y trato vejatorio formuladas contra él en una querella criminal por cuatro de los trabajadores a sus órdenes. El máximo responsable de los vigilantes —primero en la compañía Eulen y, desde julio, en Segur Ibérica, que ha heredado el contrato— niega todos los hechos, como los supuestos insultos sexistas a las trabajadoras, la prohibición de ir al baño o que obligase a las mujeres a comunicarle sus periodos menstruales, y sostiene que es él el perseguido por algunos empleados y por el sindicato CIG. Desde febrero de 2012, los vigilantes habían dirigido varias comunicaciones a la dirección de la empresa y del aeropuerto, en las que advertían de actuaciones de su jefe inmediato como llamar “putas” y “zorras” a sus subordinadas.
En un escrito remitido por su abogado a este periódico, el coordinador de seguridad de Lavacolla explica que él mismo se querelló contra los denunciantes el pasado 10 de mayo “en defensa de su honor”. Sostiene que desde enero del pasado año es víctima de una “campaña pública de acoso, conocida por todo el personal del aeropuerto” que incluye la distribución de “panfletos difamatorios”. También apunta que, entre abril y mayo, presentó cuatro denuncias ante la Guardia Civil por folletos contra él distribuidos en los buzones de su domicilio y el de sus padres y pintadas en las inmediaciones del aeropuerto. Según asegura, el pasado mayo el instituto armado abrió “diligencias identificando a tres sindicalistas de la CIG con pasamontañas, artefactos pirotécnicos y spray realizando una pintada”.
La querella de cuatro vigilantes —tres mujeres y un hombre— contra el jefe de seguridad estuvo precedida de varios escritos internos de denuncia. Ya en febrero de 2012, todos los sindicatos del comité de empresa pidieron a la dirección de Eulen la destitución de su jefe por los episodios de “acoso y discriminación” a algunos compañeros. En febrero de este año, tanto la CIG como cuatro de las trabajadoras se dirigieron al entonces director del aeropuerto y al jefe de seguridad de AENA para insistirles en que eran tratadas por el coordinador de “putas” y “zorras” y que estaban obligadas a comunicarle sus periodos menstruales para poder ir al baño.
Tanto el aeropuerto como el propio denunciado, en el escrito remitido a este diario, insisten en que Eulen investigó en su día los hechos y concluyó que “no se ha probado la comisión de ninguna de las conductas que le imputaban”. El aeropuerto, en todo caso, ha condenado cualquier “actitud vejatoria” y anuncia que “pondrá todo de su parte” para esclarecer los hechos.
La CIG relaciona estas conductas con la presión por la excesiva carga de trabajo a los vigilantes. Y denuncia que el jefe de seguridad de AENA en Lavacolla prorrogó en 2011 el contrato a Eulen, cuya cuantía se aumentó de 1.195.000 a 1.207.434 euros al año, pese a que la empresa redujo su plantilla en el aeropuerto en cinco vigilantes. La CIG calcula en 165.000 euros anuales el ahorro por las 70.000 horas menos de trabajo que prestó la compañía.
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