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Baltar vuelve a aumentar un 11% su presupuesto en plena crisis

La oposición lo acusa de mantener aún en nómina a 350 personas ligada al PP

Baltar en la presentación de los presupuestos
Baltar en la presentación de los presupuestos NACHO GÓMEZ

José Manuel Baltar, el presidente sucesor del cacique en el PP y en la Diputación de Ourense, intenta escapar del legado político de su padre, sometido ahora a un proceso judicial que pone en entredicho, a través de la contratación masiva de personal que realizó, su acceso a la presidencia del PP primero y después, de la institución provincial. Ayer compareció voluntariamente en comisión parlamentaria de Economía con la intención de desmarcarse de esa sombra presentando un presupuesto para 2014 que aumenta en 7,7 millones de euros (alcanza los 73,7) básicamente por las jubilaciones que no cubre (redujo por este método en más de 300 los empleos del abigarrado organismo), aunque él lo atribuyó, a mayores, al cierre de la fallida sociedad urbanística Urbaourense que acumuló pérdidas sin haber ejecutado obras. No tuvo en cuenta en la presentación de las cuentas que la UE le exige la devolución de 10,1 millones gastados “fraudulentamente”, en la época de su padre-predecesor, con la adjudicación a dedo a una empresa afín de 104 depuradoras. Intentó sacudirse su pasado. La oposición no le dio opción.

Baltar no quiere que se le mente el capítulo de su sucesión institucional. Lo dejó claro cuando se dirigió al portavoz del BNG en la comisión, Francisco Jorquera, por el nombre de Jorquera II o Jorquera III. “Supongo que no renegará de su abuelo”, espetó al nacionalista evidenciando el malestar que le había provocado que este lo llamase Baltar II.

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En su discurso inicial, el presidente ourensano intentó mostrarse como un gestor competente. “Tenemos una tendencia al alza cuando todos los demás se hunden”, se jactó, para recrearse después en la exposición de las medidas sociales que adoptará y entre las que destaca una partida de 300.000 euros para el estudio del barallete, el lenguaje que utilizaban los afiladores ourensanos, oriundos de su pueblo, Nogueira de Ramuín. Después se centró en reclamar a la Xunta la participación de las diputaciones en los presupuestos autonómicos por “justicia tributaria”, en una larga exposición de defensa de la Ley de Reforma Local que promueve el Gobierno y que “potencia a las diputaciones pero no a costa de la autonomía local”.

La oposición fue implacable. Cada uno de los portavoces desmenuzó la lista de gestiones del baltarismo sometida a procesos judiciales y lo acusó de reproducir el clientelismo político de su padre. Baltar escapaba de esa sombra y buscaba un hueco en la modernidad de la gestión, pero PSOE, AGE y BNG echaron por tierra esta imagen mediante los datos de porcentajes de gasto en personal (la de Ourense está aún en el 40% del presupuesto y mantiene a 350 trabajadores vinculados al PP, según los datos que expuso el PSdeG) y en inversiones de esta institución con las del resto de Galicia.

El parlamentario del BNG le sugirió que presente concurso de acreedores; la diputada de AGE Consuelo Martínez advirtió de que la Diputación de Ourense “debería estar tutelada e inhabilitada para gestionar dinero público” y pidió su dimisión; y el secretario del PSOE ourensano, Raúl Fernández, lo acusó de convertir su comparecencia en un acto “de autobombo”, y concluyó que el presupuesto que presentaba no servía más que “para darle cuerda al juguete en que los Baltar han convertido la Diputación”.

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Frente al arrecio de las críticas, el diputado del PP Miguel Santalices escapó de las cifras y levantó un frontón a base de loas a su presidente. “Lo temen políticamente y no saben por dónde entrarle”, empezó su intervención basada en la descripción de los “valores” políticos y humanos de Baltar. “Es usted una especie a seguir; está haciendo aflorar su perfil de gestor: cuando todo se adelgaza, su organización nace; quiero que lo explique”, lo conminó sin éxito. Después, lo tildó de “hombre generoso” y lo felicitó por hacer algo “interesantísimo: convertir a los mayores en oportunidad y no en amenaza”. “Valoro la carga de profundidad que usted le da a la ourensanía y a la cultura”, dijo para rematar.

<CL10.5>En su réplica a la oposición, Baltar optó por el ataque. Acusó a AGE de “bailar la yenka”, por la crisis generada con el escaño de David Calviño; espetó al BNG que su grupo había aprobado el plan Daredo que llenó la provincia de las depuradoras concedidas después a dedo por su padre y al PSOE le afeó la capacidad política de su portavoz en la Diputación.

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