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Del radiocasete al estudio y con buena letra

El grupo The Mountain Goats actúa por primera vez en España tras dos décadas de trayectoria

De izquierda a derecha, Jon Wurster, John Darnielle y Peter Hughes.
De izquierda a derecha, Jon Wurster, John Darnielle y Peter Hughes.d. l. anderson

Un ejemplo de texto primerizo: “Oigo llegar el avión y no me afecta / Te veo subir por la escalerilla / No te pares, que me da igual”. La canción de The Mountain Goats se llamaba Going to Spain y hablaba de una ruptura sentimental con viaje a España como colofón. Su autor, el hombre que actúa esta noche en Madrid, John Darnielle (Bloomington, Indiana, 1967), cantante, compositor y factótum de la banda, no es un cualquiera. Su arte ha crecido hasta lograr que en la revista The New Yorker se hable de él como “el mejor letrista de América fuera del hip hop”, tras veinte años como cerebro de las cabras montesas más prolíficas del folk-rock indie estadounidense. Los mismos que ha necesitado para tocar en directo por primera vez en España. Será en el Teatro Conde Duque, antes de hacerlo también en Barcelona y San Sebastián.

El ritmo productivo de Darnielle asusta. “Tan pronto como empieces a pintar el pasado en rosáceos tonos románticos tu destino es el fracaso”, proclama en vísperas de la gira. Aunque tampoco exageremos: su viejo repertorio no será ignorado en Madrid. “Las canciones no tienen edad. Y en el formato de dúo en el que nos presentamos, conmigo a la guitarra y al piano y con Peter Hughes al bajo, con más motivo. En realidad, solo somos un trío con batería desde 2007”. El ausente tercer miembro, Jon Wurster, se encarga también de las baquetas en otra formación emblemática del indie, Superchunk.

La filosofía de “mirar siempre adelante” ha sufrido este año un suave receso para The Mountain Goats en materia discográfica con la reedición de All Hail West Texas, su álbum de 2002, entonces un punto de inflexión para ellos. No solo porque supuso el primer intento por concebir discos conceptuales: también resultó su adiós a un sonido atractivo en su radicalidad lo-fi. Tanta que, durante una década, Darnielle y los suyos grabaron siempre de manera doméstica y a menudo en un radiocasete. Uno de esos gigantescos que solían acarrear los raperos de vieja escuela por la calle. “Conservo el segundo de los que tuve, tampoco soy de atesorar. Por ejemplo, doné la guitarra con la que compuse Tallahassee en cuanto tuve otra mejor”.

Dicho álbum, Tallahassee (2002), aún resuena como una de las obras más aclamadas en la música alternativa del nuevo milenio. La primera que, de la mano del sello 4AD, registraron en un estudio profesional. Un trabajo cien por cien ahormado temáticamente: todos sus cortes aludían a una ficticia pareja en caída libre sobre la que Darnielle ya había escrito temas sueltos. Otro de sus hábitos: las series de canciones (solían abundar en sus discos las bautizadas con el Going to... más un destino en el mapa). Y desde 2004, lo autobiográfico: un disco sobre coqueteos juveniles con las drogas, otro alrededor de la figura del padrastro abusador… “No lo hice antes porque estaba aguardando a que no viviera. Tras su muerte algo se abrió dentro de mí”.

El estatus de culto de The Mountain Goats ha asomado la nariz hace poco en shows televisivos nocturnos. “Nunca me planteo las cosas en términos de ‘carrera’ o ‘público creciente’. No tengo estómago para el negocio. Los enfoques de mis discos se han vuelto incluso más extraños”. Quizá piense en aquel en el que titulaba todos los temas con versículos bíblicos o en el más reciente, Transcendental youth (Merge, 2012), con la enfermedad mental como centro: “Mis trabajos en hospitales [además de licenciado en filología inglesa, fue enfermero en un psiquiátrico] me ayudaron a componerlo. Aunque también yo he sufrido algún desarreglo. No me gusta admitirlo, pero a veces escribir sirve de terapia”.

Darnielle prepara una novela en toda regla de la que prefiere aún no hablar, y ya firmó otra corta inspirada por un disco de Black Sabbath. Su interés por el rock duro no es nuevo: “Llevo yendo a conciertos de metal desde 1986, época en la que el género vivió una explosión. Confinarme al tipo de música que hago sería narcisismo severo: escucho sobre todo a los que cultivan lo que yo no puedo hacer”. Y reincide en la modestia, a propósito de una petición para ser designado U.S. Poet Laureate por la Librería del Congreso, el poeta encargado anualmente de velar por la salud del género. “Fue bonito. Me gusta la poesía como base, pero es algo más elevado, que existe en el éter. Yo no me puedo sustraer a la energía física del rock and roll”.

The Mountain Goats actúan hoy en el Teatro Conde Duque, 19:30.

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