Tres señores tiernos
Jaume Sisa, Quimi Portet y Joan Miquel Oliver abren al alimón la celebración de los 25 años del Mercat de Música de Vic con un concierto sugestivo
“Cuando le dije a Sisa que quería que cantase junto a Quimi Portet y a Joan Miquel Oliver me dijo que le parecía una idea estupenda, pero que seguramente Quimi no querría”. Lo explicaba Ramón Muntaner, uno de los seis directores del Mercat de Música de Vic invitados por el actual equipo rector a proponer un concierto para celebrar los 25 años del certamen. Continuó Muntaner la presentación del concierto en el teatro Atlántida de Vic: “así que llamé a Quimi y me dijo que la idea le parecía estupenda pero que seguramente Sisa no querría. Le dije que Sisa había dicho que sí”, continuó Muntaner, “lo que condujo a Quimi a decirme que Joan Miquel sería entonces el que no podría por tener mucho trabajo con Antònia Font, su grupo”. La llamada al último de los tres astros intercomarcales se hizo melodía ayer en Vic, siendo el concierto inaugural de la edición que celebra el cuarto de siglo.
Lo cierto es que por complicada que pareciese la idea, está muy bien logrado el hecho de poner en contacto a estos tres artistas que suelen ser considerados lunáticos, más que nada porque si piensan aburrido no lo exhiben públicamente y, aún menos, por medio de sus canciones. De esta manera, la unión de estos tres personajes unificados por disponer de una individual mirada singular que les aleja de lo convencional, se antojó la manera más imaginativa de comenzar un Mercat que se adentra en la edad adulta —los mercados musicales envejecen antes que las personas—. Fue así como abrir una bolsa de gominolas, extenderlas por el suelo y jugar con ellas.
Y cada uno escogió no sus propias gominolas, sino que seleccionaron las de los demás. Así una visión externa sobre su propio repertorio les llevó a interpretar cuatro piezas de cada uno de ellos, piezas que a la postre demostraron que si bien la música que hacen no se parece, sí hay una total comunión entre sus miradas sobre el mundo. Quizás por ello, o no, la mayor parte de las composiciones que sonaron en Vic navegaron por los medios tiempos, tempo pausado que choca más con las letras personales y sutilmente retorcidas de los tres artistas. Vale, quizás eso explota en su máxima expresión en Sunny day, cantada por Quimi con la sola ayuda en la guitarra de Joan Miquel. Pero bien, no es menor el impacto de Hansel i Gretel, de Oliver, Sa nuvia morta, también de Oliver pero cantada por Quimi, El fill del mestre de Sisa o de Boetaires, una pieza que define con precisión matemática el mundo de estos tres… ¿tenores?. No, señores.
Porque esta es una de las características que une a los tres artistas, tanto en Vic como en sus carreras respectivas. Y es que ninguno de ellos es un cantante al uso, vaya, que no son buenos cantantes en el sentido de los concursos televisivos.
Y esa es otra de sus virtudes, domesticar voces atípicas para adaptarlas a sus melodías y letras consiguiendo ese extraño equilibrio de canciones como Surfistes en càmera lenta, Paisatge amb anxova, El fill del mestre o esa deliciosa pieza que los tres se atrevieron a cantar y silbar componiendo el mundo quedo de Homes i dones de cap dret. A todo esto, Quimi se puso corbata en escenario probablemente por primera vez en su vida, Joan Miquel vestía uniforme negro de arte marcial y Sisa, de rojo con chaqueta a listas y canotier iba, simplemente, de Sisa.
A la postre eso también fue lo más sugestivo de la noche, que los tres tocaron juntos —apoyados por la sección rítmica de Quimi—, sin dejar de ser ellos mismos, hermanados por una lógica imprevisible y, muy especialmente, por una sensibilidad y ternura que el humor no puede ocultar, es más casi resalta. Tres artistas respetándose en escena mientras juegan. Un perfecto inicio para tres días de música en vivo y en Vic.
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