Los giros sociales de CiU
Primero CiU quiso mostrar cómo recortar. Luego el soberanismo fue la solución. Ahora, dice, vuelve a primar el Estado del Bienestar
Las apariencias más pías encubren los más turbios propósitos. Eso es válido incluso en el Vaticano, un Estado autoritario en la tierra que vende salvación eterna en el cielo. El cardenal Tarcisio Bertone, hasta ahora secretario de Estado (rango equivalente en el mundo civil al de primer ministro), ha mostrado como tras su coraza de exquisita finezza diplomática y fina ortodoxia —según relevantes exégetas vaticanos— se esconde la ambición de hacer carrera, propia incluso de un laico sin evangelizar. Bertone opina se ha sido víctima nada menos que de maniobras urdidas por turbios hermanos en la fe, que han conducido a su destitución. La “conspiración” ha quebrado su imagen de ortodoxo hombre de Dios para alinearlo con la gran tradición de la nobleza negra romana. Ahí están las lapidarias palabras pronunciadas tras su caída en desgracia, cuando afirmó que su cese por el Papa Francisco obedecía al veneno destilado por “una red de cuervos y víboras” que habitan esa sociedad eclesial perfecta que ocupa 44 hectáreas en el corazón de Roma. Como si de un homenaje póstumo a Mario Puzzo se tratara, el marco elegido por el diplomático piamontés fue Sicilia.
Y es que los contratiempos calientan la boca incluso a los hombres más píos y hacen aflorar lo que se oculta tras el discurso de escaparate. En política, por supuesto, también el fraude aflora, y los decorados, los efectos Potemkin laboriosamente montados, acaban cayendo y mostrando la cruda realidad.
Durante las vacaciones, la polémica de Gibraltar ha ocultado tras la abundante catarata patriótica el caso Bárcenas. Según el Gobierno central la Roca es nada menos que una cuestión de “prioridad nacional”. En Cataluña llevamos tiempo familiarizados con la terminología patriótica que desde el inmovilismo y la resignación en el presente fía al horizonte independentista la curación de los males. Esta misma semana, el presidente de la Generalitat en su arenga a su Estado mayor gubernamental, ha envuelto el proceso soberanista con la salida de la crisis. Mas ha precisado su intención de consolidar el Estado de Bienestar y que si la consulta soberanista no era autorizada por el Gobierno central en 2014 —como es más que previsible— había que esperar a 2016 para celebrar en un clima económicamente más propicio unas elecciones plebiscitarias. Mas, quizás pensando en recuperar el electorado perdido por los recortes, volvió a colocar las políticas sociales delante del carro.
CiU llegó a poder con el ánimo didáctico de mostrar al resto de España que Cataluña iba a ser ejemplar en sus recortes
Hasta aquí el discurso. Pero la realidad es testaruda y unos días después los datos de la ejecución presupuestaria de la Generalitat reflejaban que el Gobierno catalán ha recortado, de enero a junio de 2013, nada menos que 1.293 millones de euros en sanidad educación y servicios sociales, declaradas líneas rojas infranqueables por el propio Mas.
CiU llegó a poder con el ánimo didáctico de mostrar al resto de España que Cataluña iba a ser ejemplar en sus recortes. Había “mucha grasa” que extraer de los presupuestos, tanta que algunos creyeron ver en ello el acta de defunción de las almas democristiana y socialdemócrata de Convergència. Hubo apoyo entusiasta a la ley española de Estabilidad Presupuestaria, defensa encendida del déficit cero, esa que agrava los niveles de pobreza. Luego, la dureza de la crisis y el surfeo político sobre el movimiento soberanista hizo que CDC fiara al horizonte independentista el fin de todos los males socioeconómicos.
Ahora, por exigencias del guion político, Convergència asegura que vuelve a poner la salida de la crisis como prioridad en su discurso para llegar a 2016. Pero, al tiempo, no deja de vulnerar esas líneas rojas que la propia federación afirma haberse fijado como infranqueables. La crisis ha laminado hasta un 20% el presupuesto de la Generalitat desde 2011. Àngels Guiteras, presidenta de la Mesa de Entidades del Tercer Sector Social, habla de la existencia de “el precariado”, una clase social cada día más numerosa de la que incluso forman parte ciudadanos que, aun con empleo, no logran salir del umbral de la pobreza.
Los datos son aplastantes, invitan a no jugar con las líneas rojas y a desterrar actitudes como la de Boi Ruiz, titular de Salud, que no da credibilidad al informe del Síndic de Greuges sobre la malnutrición infantil en Cataluña (50.000 niños afectados), porque no se ajusta "al método científico". Es preferible prestar oídos a la realidad y aumentar, como ha hecho la consejera Irene Rigau, en 1,8 millones de euros la partida de becas comedor. Saber leer la realidad y actuar con honestidad acostumbra a ser el mejor método científico.
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