_
_
_
_
Marca registrada

Huracanes de bote

Un museo de ideas e inventos que podrían convertirse en marcas registradas

Una báscula de colores que no pesa kilos en el museo de las ideas.
Una báscula de colores que no pesa kilos en el museo de las ideas.toni ferragut

Termina agosto, y con él esta sección. Y lo hace —lo hacemos— en un lugar extraño que permite reflexionar sobre el origen primero de las marcas y de los productos que consumimos o no consumimos, algo así como la fase previa de la publicidad. Estamos en un lugar paradójico —en el Museu d'Idees i Invents de Barcelona—, una institución privada que reúne material muy dispar y a veces sorprendente. Sin embargo, el conjunto no borra la sensación de que se trata de una tienda de objetos simpáticos que cobra entrada —ocho euros— por visitarla.

La filosofía de este lugar pretende estimular la creatividad del visitante a través de un completo muestrario de dispositivos, mecanismos, tecnología y curiosidades. El día que fui yo había un grupo de niños y niñas de un curso de verano, a quienes estaban contando las aplicaciones de una serie de inventos. Una parte de la clase transcurría en una larga sala acristalada, con una mesa a medio camino entre el parvulario y la sala de juntas donde los niños dibujaban sus ideas.

El espacio que ocupa esta colección particular había sido la sede del PSUC

Aquí el capitalismo parece haber vencido a las antiguallas marxistas. El espacio que ocupa esta colección particular había sido la sede del PSUC en la calle Ciutat. Ahora quien nos da la bienvenida no es una bandera roja con la hoz y el martillo, sino una báscula quita-complejos de colores, cuyas medidas en kilos han sido permutadas por nombres de personajes conocidos. Se supone que uno puede pesar tan poco como Mister Potato, o tanto como King Kong o Moby Dyck. Acto seguido ya vienen los escaparates de la tienda del museo, situada justo en la entrada. Venden desde zapatillas con luces en la punta para poder ir al aseo de noche sin encender la luz, hasta el Get a Brain consistente en un gorro de baño con las circunvalaciones cerebrales grabadas en su superficie. Hay botellas de plástico que contienen un filtro de agua, una protección de goma para poder beber directamente de una lata sin lavar, o unos escalones auxiliares para escaleras altas. Y entonces, cuando comienza a invadirte la sensación de teletienda, tropiezas con el simulador de huracanes, una cabina transparente en el interior de la cual se proyecta un chorro de aire que va adquiriendo velocidad hasta alcanzar una fuerza similar a la de una pequeña tormenta tropical.

Saco la entrada y la recepcionista me sugiere que vaya al lavabo, aunque no tenga ganas. Encuentro una pantalla justo encima de la taza, si levanto la tapa o tiro de la cadena se activa una pequeña filmación de la compañía Tricicle, donde juegan con los tamaños y las comparaciones entre varones. Ignoro si hay una pantalla idéntica en los servicios de señoras (y si la hay, qué imágenes pueden verse allí). Otra de las estrellas de la muestra es un tobogán que permite el acceso a la planta inferior. Por suerte también hay escaleras, así que los adultos acomplejados podemos bajar cómodamente. Tienen una sección dedicada a inventos absurdos que son la antítesis de una marca, aquellos productos que respondían a necesidades no muy extendidas, o que todavía complicaban más aquello que pretendían simplificar.

Una báscula quita
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

En la carrera por el éxito comercial, útiles como una envasadora de huevos en unidades individuales para solteros o un reciclador de serpentinas no parece que vayan a encontrar mucha clientela. De largo es el apartado más sugerente, con un plato de dieta psicológica que parte su superficie en dos mitades gracias a un separador de espejo que sólo permite servir la mitad de comida haciendo que parezca el doble. Mucho más útiles me parecieron los calcetines con un número de serie impreso para poder localizar fácilmente la pareja. La forma paroxística de esta clase de propuestas serían los Inventos del TBO del genial Ramón Sabatés, que a partir de 1943 estuvo dibujando las viñetas del profesor Franz de Copenhague.

El museo recoge algunas páginas originales en las que puede verse el funcionamiento de un silenciador de contenedores de vidrio, o una máquina para enhebrar agujas. Entre las sugerencias llama la atención una silla anti-caídas, con un mecanismo similar al que imagina Homer Simpson en el capítulo que intenta emular a Edison. Una versión de baño de la báscula de la entrada, donde puedes pesar como Marylin Monroe o Gary Oldman. O una comida para perros fosforescente, para no pisar sus deposiciones de noche (parece ser que hay mucha gente que se desplaza por la casa a oscuras, y a la cual también irían muy bien las zapatillas-linterna). En definitiva, un lugar entretenido del que en un futuro podrían surgir productos que se publicitarán en las paredes de nuestra ciudad, marcas registradas como las que han protagonizado estas crónicas veraniegas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_