“Existe una generación que ha crecido con el valenciano. El conflicto da risa”
Xavier Sarrià, cantante del grupo Obrint Pas, no descarta explorar nuevos territorios creativos
Cuando un adolescente Xavier Sarrià apuraba las tardes de 1993 exprimiendo las texturas de los ritmos hardcore, reggae o ska, nunca pensó que el sonido resultante nutriría a la banda valenciana de rock más internacional, Obrint Pas. El grupo que emergió de las aulas del Instituto Benlliure del barrio valenciano de Benimaclet anunció en marzo un alto en el camino tras dos décadas, siete discos y un hueco en el circuito internacional de la música alternativa. Su cantante (Barcelona, 1977) no descarta explorar nuevos territorios creativos.
Pregunta. Obrint Pas comunicó su “parada indefinida” pero sin descartar regresar a los escenarios y estudios de grabación. ¿Qué sentido tiene la decisión?
Respuesta. Acordamos parar sin fijarnos una fecha de vuelta. El final llegará este año aunque en 2014 ofreceremos dos conciertos acústicos. Uno de ellos será en un gran teatro de Valencia todavía por decidir. El grupo no desaparece. Cerramos un ciclo de 20 años. Estamos cansados. No planeamos grabar un nuevo disco. Quizá dentro de tres o cuatro años regresemos. O no.
P. El anuncio llega justo cuando la banda navega por el éxito, ¿por qué?
R. La música es un instrumento de motivación. Por ese amor al grupo, no queríamos estirar el chicle: Dar conciertos sin grabar discos. Estamos muy contentos con el último álbum, Coratge (Propaganda pel fet!, 2011), pero ha llegado el punto de desconectar.
Un sector de la derecha usa la lengua como un arma de desestabilización
P. ¿Crisis creativa?
R. No. Nos movemos por motivación. Y ahora no nos seduce grabar un nuevo disco, sino parar y dedicarnos a nuestras cosas. No queremos forzar nada. Durante 20 años nuestras vidas han pivotado sobre Obrint Pas. Hay que reciclarse, vivir nuevas experiencias.
P. Pero es consciente de que durante muchos años será Xavier Sarrià, el cantante de Obrint Pas.
R. Sí. Nacimos en un momento muy complicado. Y el grupo forma parte de nuestra forma de ser y pensar. Pertenece a nuestra biografía.
P. ¿Baraja una carrera en solitario?
R. Sé que seguiré escribiendo. No acabo de verme en solitario en la música.
P. ¿De que se siente orgulloso Obrint Pas?
R. De acabar con prejuicios sin renunciar a un pilar básico, cantar en nuestra lengua. También de haber contribuido a la creación de una escena en el País Valenciano que parecía imposible. Especialmente, en un contexto de políticas institucionales hostiles. Hemos apoyado un entramado cultural alternativo.
La lengua fuera
Xavier Sarrià explora con la soltura del artista sin fronteras todos los territorios creativos. Tras los acordes mediterráneos y combativos de Obrint Pas, el cantante siente devoción desde la adolescencia por las letras. Prepara su segunda novela tras el éxito de Històries del paradís (Bromera, 2010).
P. ¿Cómo le gustaría que le recordasen?
R. Como uno más de un grupo de amigos que cantaba en los barrios de Valencia y que levantó una red de resistencia cultural.
P. Obrint Pas fue pionero en fusionar tradición y modernidad, la dulzaina con ritmos como el hardcore o el punk. ¿Cómo concibieron esa experimentación?
R. Seguíamos a grupos como Negu Gorriak, que combinaba el canto de los bertsolaris con el hip hop. Probamos introducir la dulzaina en el hardcore. El instrumento tradicional cogió fuerza. Nos conectaba con grupos como Al Tall.
P. ¿Cómo sentó esa experimentación en la Valencia de las comisiones falleras?
R. Reivindicamos la cultura popular al margen del folclore. Los padres de nuestro compañero Miquel Gironès lucharon para dignificar la música en las fallas.
P. ¿Las comisiones falleras han contribuido a reactivar la música tradicional?
R. Hay de todo. Las cosas han cambiado mucho. Hay quien se mantiene en sus ideas y quien aspira a recuperar la cultura popular. El franquismo impuso una serie de capas. Los jóvenes tienen otra mentalidad.
P. Han pisado escenarios de Venezuela, Alemania o Japón, ¿cómo derrumbaron la barrera idiomática?
R. Es muy fácil. El problema es nuestro. Yo escucho música en inglés, vasco, francés. No entiendo algunas letras. Parece que la cultura en catalán es minoritaria, que está destinada al ámbito doméstico. El público internacional no tiene ese problema. En muchos países tampoco entienden el castellano. Obrint Pas ha conectado con una escena musical alternativa junto a grupos y artistas como Manu Chao, Boikot o Fermin Muguruza. Como ellos, ofrecemos conciertos con mucha fuerza. Transmitimos ideas de solidaridad y antifascismo. El público europeo nos conoce por Internet. En un pueblo perdido de Croacia te piden canciones. Es surrealista.
P. ¿Qué relación mantiene Obrint Pas con esa red que amplía fronteras pero también alimenta la piratería?
R. Todo es positivo. Cuanto más público escuche las canciones, mejor.
P. ¿Aunque haya conciertos enteros en Youtube?
R. Sí. No nos importa. Al contrario. Llegamos a mucha gente. Se rompen barreras.
Nuestra relación con Valencia fue de amor y odio. Hoy es más de amor
P. ¿Qué piensa de los creadores que defienden que su trabajo no tiene que regalarse en la red?
R. Pues que quien quiera comprar el disco, respaldará a nuestra pequeña discográfica independiente. Y quien no pueda o no tenga acceso tiene la oportunidad de conseguir el álbum de otra forma.
P. ¿Internet es una buena vía de promoción de los conciertos?
R. Sí, no tiene precio. Así hemos superado el coto privado de las multinacionales. Ahora puedes llegar a todos los huecos.
P. ¿Cómo es la relación de Obrint Pas con Valencia?
R. Siempre fue de amor y odio. Pero ahora es más de amor.
P. ¿Se están haciendo mayores?
R. No. Compusimos en nuestros inicios el tema València, que recogía la sensación juvenil de una ciudad que te atrapa y quieres cambiar. Estamos muy orgullosos de lo que se ha construido en la ciudad. Lo reflejamos en La vida sense tu, del último disco, Coratge. Se trata de un canto a Valencia a través de las cosas cotidianas, en la línea del realizado por Vicent Andrés Estellés en Llibre de Meravelles. Reflejamos esa Valencia invisible que no aparece en los grandes titulares pero que mantiene la lucha y la dignidad. La ciudad que nunca se creyó la mentira.
P. Joan Fuster dijo “El País Valenciano será de izquierdas o no será”. ¿Qué vigencia tiene el pronóstico?
R. Defiendo una izquierda transformadora. La libertad de los pueblos tiene relación con las personas.
P. ¿Cree que la lengua se ha convertido en un instrumento de tensión electoral?
R. Sí. Así lo entiende un sector de la derecha desde los años 70. Conciben la lengua como arma de desestabilización. No tienen ningún interés en fomentar su uso. Por eso, alimentan el conflicto. Hay que superar el problema. Ya no vivimos en la Transición. La educación es pública. Se estudia valenciano. Existe una generación que ha crecido con la lengua. El conflicto ya no cuela, da risa.
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