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Solo falta el nombre

El Espanyol explota con todo tipo de eventos el estadio a la espera de completar la venta del paquete entero del ‘naming right’, por el que solicita cuatro millones

Jordi Quixano
Imagen virtual del estadio Cornellà-El Prat.
Imagen virtual del estadio Cornellà-El Prat.rcd espanyol

Querían espacios con sombra porque les preocupaba el calor, por lo que esta vez no acudieron los habituales 32.000 testigos de Jehová para rezar. Pero sí que pagaron algo más de 100.000 euros por alquilar el estadio de Cornellà-El Prat y todos sus servicios. El precio, sin embargo, es variable porque se puede pagar un mínimo de 30.000. Pero es, en cualquier caso, una gran fuente de inversión para el Espanyol, que se gastó alrededor de 80 millones de euros en la construcción del campo y que con la explotación del estadio y sus diferentes áreas de negocio —Patrocinio y Hospitality, que ocupa el 60% del volumen, Merchandising y Licencias (11%), Eventos (17%), Ticketing y Tour (10%), Otros Eventos (2%) e Internacional (¿?)— se exige unos ingresos de 8 a 12 millones anuales para validar el plan de viabilidad. “Más o menos, cumplimos”, admiten en el club. Pero aguardan a la mejor bala, el naming right o la venta del nombre del estadio.

La salud y efervescencia de Cornellà se expresa entre el mes de junio y julio, cuando encadenaron 26 días seguidos de eventos. Rodajes de anuncios de marcas cerveceras, casas de apuestas, inmobiliarias y coches, eventos de empresas y coaching, la final de la Copa Danone, los testigos de Jehová… Todo un éxito que anima a las anémicas arcas del club, puesto que en este curso se ha recaudado sobre un millón y medio de euros con el alquiler del campo. Del mismo modo, la tienda ha facturado 1,4 millones y también se lucran con la explotación de los bares del recinto y con la actividad de las zonas VIP —hay 2.000 asientos— y la cesión del espacio del columbario. Solo falta el nombre del estadio.

Según los servicios, alquilar Cornellà-El Prat cuesta de 30.000 a 100.000 euros diarios

La mala venta del nombre del estadio del Mallorca (alrededor del millón) dañó al Espanyol, que en sus inicios pedía tres millones. “Se detuvo la operación”, cuentan del club; “no se sabía qué se quería ni cómo se iba a hacer”. Así que durante un año y medio el área de mercadotecnia estudió el proyecto y, tras aprobarlo la junta directiva hace ocho meses, se reemprendió la búsqueda de un nombre y se determinó que el precio aumentaba a cuatro millones. “Eso es porque se reposicionó el producto”, esgrimen del club. Es decir, que no se vende solo el estadio, sino que es un lote completo de la instalación, los activos vinculados a ella para cualquier evento y el paquete de unos 5.000 metros cuadrados de explotación para uso comercial u oficinas. “Así acotas el cliente, pero también tienes más opciones de venderlo”, argumentan.

La valoración del estadio la hizo la auditoría de retorno de inversión Repucom, que lo comparó con Alemania e Inglaterra para extraer datos fiables y extrapolables. Más que nada, porque existen grandes diferencias culturales sobre el naming right, algo habitual en Estados Unidos, donde se negocia por 20 años, y Europa (la media es de siete años), pero un mundo desconocido en España. “Nosotros pedimos cinco años porque queremos hacer negocio”, subrayan del Espanyol, “pero esto es un traje a medida y el precio depende del paquete, de los metros cuadrados que utilicen”. Al club le faltan por explotar 14.000.

Por el momento, el Espanyol ya ha propuesto el paquete a unas 10 empresas. “No lo hemos vendido, pero lo importante es que nos escuchan. Y para que salga una, igual tenemos que tocar a 190 empresas”, aseguran. Cuestión de tiempo y dinero.

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