Detenido el supuesto autor del tiro que hirió de gravedad a un niño
Los médicos dan el alta hospitalaria al menor de 11 años que recibió el disparo en San Blas El pequeño tiene todavía el proyectil alojado en el tórax
Altivo y con mirada desafiante. Así salió del portal J. S. Á., de unos 30 años, el supuesto autor del disparo que dejó herido muy grave a Pablo, un niño de 11 años la semana pasada. Un grupo de unos 50 vecinos del barrio de Simancas, en San Blas, le esperaba la tarde del martes a la puerta y no paró de insultarle mientras dos agentes les trasladaban al coche policial. “Asesino”, “sinvergüenza” y “mala persona” fueron algunos de los improperios que le soltaron al arrestado. Mientras, la policía guardó ayer silencio y no confirmó ni su detención.
Eran poco más de las 20.30 cuando Pablo bajó a la calle a jugar al balón con un amigo de nueve años. Se colocaron en una zona peatonal de la calle de Virgen de la Oliva. Utilizaron una farola como portería. El pequeño estaba con las piernas semiflexionadas y los brazos levantados cuando se oyó una detonación. El pequeño cayó de espaldas, lo que le produjo un gran hematoma. Enseguida empezó a sangrar. Algunos viandantes le dijeron que no se preocupara, que la mancha sería por un disparo de paintball (juego de estrategia militar). Sin embargo, el pequeño sufría un gran dolor desde el principio.
Su amigo le ayudó a ir hasta su casa, donde estaba su madre. Al abrirle la camiseta, vio el boquete en el pecho. “Se encontraba muy mal. Empezó a sudar a raudales y se quedó muy pálido, sin ganas de nada. No quería ni que le llevaran al médico”, explican allegados al pequeño. Tras ser estabilizado por los sanitarios, le trasladaron al servicio de urgencias del hospital Ramón y Cajal. Allí descubrieron lo que realmente había pasado. Alguien había disparado contra el pequeño con un proyectil de unos seis milímetros. Pese a la gravedad del tiro, tuvo suerte. La bala se quedó a menos de dos centímetros de la arteria aorta, una de las principales del cuerpo humano.
La radiografía del tórax demostró que el proyectil tiene una medida de unos cinco milímetros. Esto posiblemente corresponde a un calibre 5 56, que es la munición estándar de muchos ejércitos. Este extremo no puede ser cotejado, ya que en principio los médicos han declinado extraérselo, dada las graves consecuencias que podría acarrear la operación.
Psicosis en el barrio
La detención del supuesto autor del disparo era la comidilla de todos los vecinos del barrio de Simancas, en San Blas. Las conversaciones se centraban en la forma en que fue detenido y en que los chavales ya podrán a jugar tranquilamente. Según afirmaron varios residentes, durante los últimos días los menores no salían a la calle o lo hacían en zonas alejadas al lugar donde se produjo el tiro.
“La gente ha tenido miedo. Incluso, los que salimos a pasear a nuestros perros lo hacíamos con miedo de que nos pegaran un tiro”, reconocía una vecina. “Las calles interiores se han quedado vacías. Muchas madres han prohibido a sus hijos que bajen solos. Y eso que es una época para estar fuera, sobre todo, en las horas en que hace menos calor”, añadía la otra.
“Ahora podremos respirar con tranquilidad. Al menos, si la policía sabe realmente que ha sido él...”, concretaba otro vecino cerca del portal donde reside el presunto tirador. Mientras, algunos chavales jugaban al balón a la sombra, ajenos o no a lo ocurrido.
Los agentes del Grupo de Policía Judicial de la comisaría de San Blas se hicieron cargo de las investigaciones. Para ello utilizaron la radiografía del tórax y la trayectoria que llevaba la bala. También interrogaron al amigo de Pablo y a algunas personas que estaban por la calle. Y todo ello les llevó hasta el vecino de la calle de la Virgen de la Oliva.
Los vecinos del barrio de Simancas conocían desde hacía tiempo a J. S. Á. Lleva unos cinco años viviendo con su novia y, según describen, ya había tenido más de un altercado en la zona. Supuestamente trabaja de noche y los ruidos de la calle no le dejan dormir, por lo que se enfrenta a la menor ocasión, según varios residentes.
“Desde hace tiempo a la gente que estaba en la plaza le han lanzado huevos y patatas. Un día cayó hasta una botella de cerveza llena”, recordaba ayer una vecina. Uno de los cristales del portal contiguo al del detenido luce dos impactos, supuestamente efectuados con perdigones. “Se le veía bajar muy a menudo un perro bóxer y no solía tener mucha relación con la gente”, añadió otra residente. En lo que sí coinciden los vecinos es que en los últimos días había más presencia policial en la zona. “Cuando se lo llevaron detenido, nos retó con la mirada a todos. Eso sí, la policía le hizo el paseíllo delante de todos nosotros para que le viéramos bien”, añadió la vecina.
Especialistas de Policía Científica estaban ayer a mediodía midiendo la zona y tomando fotografías para precisar el lugar desde el que se hizo el disparo, supuestamente un primer piso. Los agentes están a la espera de terminar el atestado y pasar al detenido a disposición judicial. Puede ser acusado de asesinato en grado de tentativa o un delito de lesiones graves.
Los familiares del pequeño se reunieron el martes con responsables de la Delegación del Gobierno y de la Jefatura Superior de Policía de Madrid para pedir la inmediata detención del autor. El pequeño recibió ayer el alta hospitalaria. Los médicos le han prescrito que haga reposo. Sus padres tenían previsto no volver a su casa hasta que fuera detenido el autor del disparo por si volvía a atentar contra él, pero la detención del supuesto autor les ha hecho cambiar de opinión, según algunos allegados.
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