Las otras piezas de Pau Casals
Una muestra desvela la faceta de amante del arte del músico, que reunió más de 500 piezas que le retratan como coleccionista de gusto y dispuesto al regateo
Pau Casals (El Vendrell, 1876- Puerto Rico, 1973) se ganó a pulso la fama internacional de violonchelista y director de orquestra. Reconocido como uno de los mayores artistas del siglo XX en el ámbito de la música, este talento ha hecho pasar casi despercibido durante décadas otra de sus facetas: la de ávido coleccionista de arte. Casals llenó de obras y antiguedades tanto la casa que se hizo construir como los jardines que la rodean en Sant Salvador, el barrio marítimo de El Vendrell (Baix Penedès), que tras su muerte se museizó y sigue abierta al público. En total, allí amasó más de medio millar de piezas, entre pinturas, esculturas, dibujos, estampas o cerámica.
Coincidiendo con el 40 aniversario de la muerte del músico, la Diputación de Tarragona, en colaboración con la Fundación Pau Casals, ha inaugurado la exposición Pau Casals, col.leccionista d’art y editado un libro bajo el mismo título (Viena Edicions) para dar a conocer la relación del músico con las artes plásticas. La muestra recalará en el Museo de Arte Moderno de la Diputación de Tarragona hasta el 6 de octubre. En ella está expuesta una parte de la colección de Casals, con importantes obras de pintores y escultores de los siglos XIX y XX como Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Ricard Canals, Rafael Benet, Joan Rebull y Apel.les Fenosa.
“Aunque históricamente se había concedido una escasa atención a la actividad como coleccionista de Casals, de hecho es un hito de primer orden”, afirma Francesc Fontbona, comisario de la exposición y autor de la monografía. Todo empezó, apunta Fontbona, por su relación con una soprano norteamericana aficionada a la pintura. “Cuando se separaron y cada uno se fue a vivir por su cuenta coincide en el tiempo con el hecho de que Casals empieza a ir a las galerías de arte de Barcelona y empezó a comprar arte sistemáticamente entre 1927 y 1936; además regateaba, según refleja su correspondencia”, expone Fontbona.
Entre las más de 60 piezas reunidas en la exposición se encuentra El Brollador del Parc Badés, de Rusiñol, óleo datado de 1929 que plasma una vegetación espesa presidida por una fuente, o Torero, de Ignacio Zuloaga, una obra “regalada, ya que el pintor organizaba conciertos en su taller”, afirma Fontbona.
De la selección, el comisario destaca el cuadro Els Encants Vells a la plaça de Sant Sebastià a Barcelona (1875), de Ramón Martí Alsina, en el que se distigue un trajín de caballos, perros y comerciantes en plena ebullición. “Es de las obras más importantes del paisajismo catalán del siglo XIX”, remarca Fontbona. Otra de las piezas más especiales es el gran retrato de Francesca Vidal, fechado en 1909 y realizado por Lluïsa Vidal. La razón es que la mujer que preside el cuadro y que permanece sentada con los pies en un reposadero es Fresquita, como la conocían popularmente, primero alumna y después pareja sentimental de Casals. En la muestra también se incluyen varios retratos y caricaturas del músico realizados por Eugène Carrière o Ferdinand Schmutzer, así como una obra realizada por José María Vidal-Quadras sobre la Orquesta Pau Casals.
La colección y el destino del músico quedaron truncados tras el desenlace de la Guerra Civil, ya que tuvo exiliarse primero a Prada de Conflent (Francia) y después a San Juan de Puerto Rico. Aún así, las piezas no se dispersaron. En la actualidad, el patrimonio del músico (junto al fondo de arte de su casa de El Vendrell) es preservado por la fundación que el artista creó antes de morir. “La elección de obras que Casals realizaba es también una forma de autorretrato estético que no debería pasar desapercibido a sus biógrafos ni a quienes se interesen por la historia de la cultura catalana”, concluye Fontbona.
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