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FUSIÓN | buika
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La emoción y el desafuero

Concha Buika reconoce en un concierto multitudinario que actuar en Madrid siempre mete miedo

Concha Buika, durante el concierto en el Circo Price.
Concha Buika, durante el concierto en el Circo Price.Kote Rodrigo (EFE)

Madrid siempre mete el miedo en el cuerpo, por muchas vueltas que acumule el cuentakilómetros. Lo admitió anoche Concha Buika ante un casi repleto Price (1.750 espectadores) y, en su caso, las mariposas del estómago se traducen en un comedimiento del que luego adolece cuando se asienta. Una paradoja descorazonadora: a esta guineana de Mallorca se la disfruta más asustada que desinhibida, porque es en ese momento cuando acostumbra a confundir la emoción con el desafuero. Pasión con desmesura.

Al principio, cuando se decía empequeñecida por el escenario, Buika se nos puso afrocubana y voluptuosa para Sueño con ella, pieza de sensualidad lésbica . Es igualmente hermosa la lectura de Siboney, con una introducción ancestral y africana, o La nave del olvido, tan popular en la voz de Bambino. Pero el grito agónico del desamor no tarda en hacer acto de presencia, a Buika se le activa el arrebato y en La noche más larga transita de lo tremebundo a lo superlativo. Peor aún es el balance con Santa Lucía, clásico de Roque Narvaja que ella no deconstruye, sino despedaza hasta lo irreconocible. Y todas las líneas rojas se sobrepasan con Tú volverás y Mentirosa: Buika exacerba tanto su papel de amante despechada y reincidente que cualquier día acabará provocándose una luxación. Al final, el dolor desaforado termina pareciendo un chiste malo, vociferado y repetido.

Pese a todo, Concha es mejor cantante que filósofa (“si voy contra mis pensamientos me lo paso mejor”, anunció entre el estupor general). Y mejor cantante que diplomática. Su parlamento sobre Javier Limón (“me cae muy mal y no me hablo con él, pero compone muy bien y canto sus canciones para que su mujer pueda ir de compras”) entró de lleno en el terreno de la grosería.

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