El vendaje seductor
Obra fronteriza con valores en su fase experimental, abunda en material y falta una criba más profunda, una selección del taller y su vertido
Obra fronteriza con valores en su fase experimental, a La virtud de la torpeza le pasa lo que a muchos montajes primerizos, que abundan en material y falta una criba más profunda, una selección del taller y su vertido en la escena definitiva.
Ambos artistas se dan a fondo para dibujar unos personajes atormentados, indecisos, pasionales y explorando una zona de riesgo en la vida en pareja. Se sueña, se especula, se fuerza la euforia, pero, a cada Proust, su magdalena, su bollo ideal. O lo que es lo mismo: la experiencia llevada al terreno del ritual y la expansión.
LA VIRTUD DE LA TORPEZA
Dirección: Fernando Soto. Con: Paula Quintana y Luis López. Texto: Cristina Redondo. Música: Arvo Pärt, Bola de Nieve y otros. Luces: Raul Baena y F. Soto. Escenografía: Monica Borromello y F. Soto. Matadero. Hasta el 17 de julio.
Esa articulación (arcaizante) de fragmentos o escenas dialogadas con segmentos de acción corporal provoca una sucesión de microclímax, un zigzagueante e irregular viaje donde hay mucha carnalidad descrita, todo para ese tejido entre realidad y deseo, entre el fantasma y su doble; el tono cambia sin avisar del coloquialismo a una cierta abstracción conceptual. Pasa con la música, un collage demasiado ecléctico que a veces oscurece, casi tapa la acción. Hay además un uso inclemente del audio amplificado.
El símbolo del vendaje seductor regresa al imaginario del espectador; también hay algo en la venda de cadena o de umbilical, de circularidad, como con la pieza Fur Alina de Pärt, que una vez más cumple su cometido ambiental. Decididamente, un poco de corte mejoraría la pieza sustancialmente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.