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El MNAC confía en los pabellones de Montjuïc para su relanzamiento

Los siglos XIX y XX, hasta Dau al Set, se explicarán en el primer piso del museo

José Ángel Montañés
Vista aérea del MNAC. A sus pies, los pabellones de Victoria Eugenia (arriba) y Alfonso XIII (abajo).
Vista aérea del MNAC. A sus pies, los pabellones de Victoria Eugenia (arriba) y Alfonso XIII (abajo).LAURA CLAVIJO

En enero de 2012, cuando Pepe Serra llegó a la dirección del Museo Nacional de Arte de Cataluña, MNAC, dejó claro que uno de sus propósitos era el de devolverlo a la hegemonía dentro del sistema museístico catalán. Después de darse de bruces con la situación económica adversa que ha hecho que su museo fuera disminuyendo poco a poco los recursos a gestionar y obligara a recortar actividades, Serra y su equipo dan un golpe sobre la mesa y lanzan una estrategia “que no un plan estratégico” para los próximos años, hasta 2017, que ha de permitir que el MNAC vuelva a ser un referente cultural.

El Palau Nacional es un edificio que puede parecer grande, pero sus más de 45.000 metros cuadrados nunca fueron pensados como museo y son muchas las zonas impracticables para fines museísticos. Por eso, el museo ha de crecer. Y lo hará en los dos pabellones que hasta ahora eran de Fira de Barcelona que están más próximos al museo: el de Alfonso XIII y el de Victoria Eugenia. Según explicó ayer Serra, acompañado del consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, estos espacios son indispensables para “que la colección crezca, para acoger exposiciones temporales, expandir la programación y aumentar el espacio de reserva y crear un auditorio que no tenemos”. Cuando Maite Ocaña dejó la dirección del museo en julio de 2011, la ampliación “era una utopía”. En enero de 2012, un anhelo. Tras el acuerdo firmado en abril de este año entre los diferentes agentes implicados: Generalitat de Cataluña, Ayuntamiento de Barcelona, Fira de Barcelona, La Caixa y MNAC, en la que se impulsó “la explanada de los museos”, la idea tomó forma y solo queda por definir los usos concretos de los dos pabellones. “Con ellos se podrá ganar centralidad y acercarnos a la ciudad”, aseguró.

Serra: “Para qué quiero yo un ‘hopper”

La baronesa Carmen Thyssen siempre es la que habla del proyecto de exponer parte de su colección privada en uno de los pabellones de Montjuïc, obligando a políticos y los otros agentes implicados a ir a remolque de sus declaraciones.

La última vez que habló fue el viernes pasado en la inauguración de una exposición con 54 de sus pinturas en Sant Feliu de Guíxols. Durante el acto, la coleccionista aseguró que le gustaría que el cuadro estrella de la muestra, un tema marino de Edward Hopper, pudiera verse en su centro de Barcelona. "Me lo puedo llevar de Madrid porque es mío", aseguró. Ayer, Serra, tras la presentación de la estrategia del MNAC, explicó que la obra del americano no encaja en el proyecto de museo que él quiere conseguir donde se explique el arte catalán hasta el siglo XX: "Para qué quiero yo un hopper", dijo. En cuanto al nombre del futuro centro que ella aseguró que será Museo Carmen Thyssen Barcelona, tanto Serra como Mascarell explicaron que no estaba claro que sea así, ya que son muchos los detalles que todavía faltan por acabar de perfilar. "Todavía se está madurando", dijeron. Lo que sí está claro es que "el tutor artístico será el MNAC", aseguró Mascarell.

La estrategia para los próximos años, explicó Serra, está basada en varios ejes: el primero es el social, en el que el museo intentará llegar a todos los públicos, en especial al de proximidad, “una de las asignaturas pendientes del MNAC”. El año pasado pasaron por el museo 806.000 personas, y solo el 6% turismo español. Otro de los ejes es potenciar la colección en todas sus vertientes: científica, expositiva y comunicativa, que ofrezca un relato del arte catalán sin límites cronológicos.

Uno de los aspectos más destacados del nuevo MNAC será la presentación de los siglos XIX y XX, hasta Dau al Set —aproximadamente 1949—, que a partir de mitad de 2014 ocupará la primera planta del Palau Nacional y en la que el modernismo y la Guerra Civil tendrán un especial protagonismo. “No puede ser que la referencia del modernismo sea una galería de la calle de Balmes”, dijo el director, en referencia al Museo del Modernismo Catalán que la familia Pinós abrió en 2010. “Y lo conseguirá gracias a los fondos del MNAC y los acuerdos con la Cátedra Gaudí, La Pedrera, la Sagrada Familia, el Colegio de Arquitectos y la Escuela de Arquitectos de Barcelona, e integrando en el discurso disciplinas hasta ahora poco presentes como el cine, la fotografía, los carteles, el cómic, la arquitectura o el arte digital”, ha especificado.

Serra ha anunciado que, de forma paralela a esta nueva presentación, se inaugurará una exposición de prefiguración del futuro museo que llegará hasta el arte de los años setenta del siglo XX.

La creación de un centro de estudios e investigación será uno de los aspectos más destacados del eje del conocimiento y la investigación que el MNAC quiere potenciar. Lo mismo que el convertirse en un museo articulador de los museos de arte de Cataluña, desplegándose en el territorio, como cabeza de una red, que se “ha de ver como una suma, no como una imposición o fagotización”, explicó Serra.

En cuanto a la búsqueda de recursos, Serra dijo que era necesario presentar las colecciones fuera. “No podemos llevar los ábsides, pero sí la colección de objetos medievales”. Y explicó que se están ultimando convenios con tres museos de China y otros centros de Japón para llevar allí obras de arte gótico.

Para más adelante, Serra deja la remodelación de la colección de Renacimiento y barroco, a los que se incorporarán el legado Cambó y la Colección Thyssen, actualmente separados del discurso museístico y que, según Serra, “con la integración tendrán mayor visibilidad que ahora”.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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