El organista sabio
El ciclo Nits de Girona se apuntó uno de los éxitos del verano musical catalán con el concierto memorable del gran Ton Koopman
Un concierto de órgano puede ser una experiencia musical maravillosa. Desde el esplendor barroco, la literatura existente es tan rica y variada como inagotable, circunstancia que, con un poco de fantasía, multiplica las posibilidades de programación. Y, en tiempos de crisis, organizar un concierto de órgano permite alcanzar la máxima excelencia musical con un presupuesto ajustadísimo. De hecho, sin invertir cifras millonarias, el ciclo Nits de Girona se apuntó el que será, sin duda, uno de los éxitos del verano musical catalán: el concierto, absolutamente memorable, que el gran organista holandés Ton Koopman (Zwolle, 1944) ofreció el domingo en la catedral de Girona. Alrededor de 500 personas disfrutaron del refinado arte de un intérprete sabio que huye del efectismo y hace música con una poco común combinación de ciencia, fantasía, rigor, humildad y grandeza interpretativa.
Koopman, organista sabio y también clavecinista, director de orquesta, musicólogo, editor y pedagogo, llegó a Girona tras actuar en el Festival de Granada con un programa consagrado a la más pura tradición organística que abrió con una Batalha de autor anónino. El género de la batalla, en el que se imitaban sonidos que evocaban escenas bélicas, causó furor en la literatura organística del Siglo de Oro español, repertorio al que dedicó el primer tramo del programa: una selección de representativas piezas de Francisco Correa de Arauxo, Joan Baptista Cabanilles y Pablo Bruna resueltas por el maestro holandés con destreza y sensibilidad.
TON KOOPMAN
Ton Koopman, órgano.
Obras de Correa de Arauxo, Cabanilles, Bruna, Buxtehude y Bach.
Catedral de Girona, 7 de julio
El concierto duró alrededor de 75 minutos, sin descanso y tuvo una hábil planificación de climas y atmósferas. El público, además, pudo apreciar con detalle la ciencia y el virtuosismo de Koopman a través de dos pantallas gigantes instaladas en los laterales del altar mayor: poder verle en acción, gracias a las cámaras, frente a los teclados, llaves y pedales del majestuoso órgano fue un gran acierto.
Lo mejor llegó con las obras de dos compositores que resumen la esencia de la tradición germánica, Dietrich Buxtehude y Johann Sebastian Bach, en los que Koopman es un referente interpretativo. No faltaron hits bachianos como Wachet auf ruft uns die Stimme BWV 645 y la espectacular Toccata y fuga en re menor BWV 565, pero incluso en las piezas más conocidas, nos descubrió detalles y matices de asombrosa belleza. Con el público en pie, Koopman se despidió con una encantadora pieza de Scarlatti. Sabiduría y sencillez, unidas en un gran concierto.
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