“Hay una fractura en el PSdeG y tenemos que entregar las armas”
El alcalde de A Illa pide más intervención pública en la economía
Cuando sale de A Illa de Arousa, Manel Vázquez, su alcalde (como muchos de los vecinos) dice que va “al continente”. Durante las últimas semanas, al salir del Ayuntamiento enfila el puente cada tarde para presentar su proyecto socialista en las agrupaciones del resto de Galicia. Tras 14 años como regidor, este economista que no llega a los 40, intenta pelear la secretaría general del PSdeG con una “vuelta a los principios de Pablo Iglesias”: “Todo está en él, los socialistas solo fracasamos cuando intentamos ser lo que no somos”. En su programa para suceder a Pachi Vázquez está la eliminación de las diputaciones, de las cuatro secretarías y de todo lo que suene a provincia. “Creo en la descentralización y si hay que eliminar duplicidades, eso es lo que sobra”. En la práctica, más allá de que un día su partido vuelva al Gobierno para retocar el modelo de Estado, su propuesta supone el regreso a las agrupaciones comarcales del PSdeG, la estructura que tenía el partido antes del congreso de la sucesión de Touriño.
Su manifiesto demanda también avanzar a medio plazo y desde Galicia hacia una España “federal y republicana”, esta última palabra tabú para la dirección del PSOE en Madrid y en Santiago. Más a corto, propugna una vuelta al municipalismo y a la participación de la militancia. “Que los de las trincheras vuelvan a sentirse útiles”, explica a tres docenas de militantes en Santiago, incluida la mitad del grupo municipal, el exalcalde Xosé Sánchez Bugallo y su sucesor en el partido, Francisco Reyes.
“Me siento orgulloso al ver este cartel de la Casa del Pueblo”, dice al empezar su charla ante los afiliados de Santiago. Y recuerda aquellos tiempos en que la sede socialista de A Illa, aún sin puente, servía para que abogados laboralistas ayudaran a cubrir los permisos de las mariscadoras y cualquier trámite administrativo. “El PSOE está para darle voz a los que más lejos están del poder, así ha sido siempre”. “Y lo público debe intervenir para regular lo privado”. Cita con modestia la experiencia de su Ayuntamiento, que ha creado una banca para ayudar a los comercios y empresas locales y que ya ha dado sus primeros microcréditos.
Pero sobre todo hace una llamada a reconstruir el partido, a olvidar las viejas batallas que han hecho del PSdeG una interminable guerra de guerrillas y a remar todos juntos. “Tenemos que entregar las armas”. Lo dice un militante que, según confiesa a este diario, “estuvo entre el 2% que no apoyó a Pachi Vázquez para suceder a Touriño” y también el alcalde del municipio de mayor población donde el PSdeG fue la lista más votada en las autonómicas de octubre. “Somos todos compañeros, hay una fractura grande pero aquí no sobra nadie”. Sabe, porque está en los corrillos del PSdeG, que muchos lo acusan de ser un hombre de paja del exministro José Blanco, veraneante habitual de A Illa junto a otros cargos socialistas en una urbanización que el Partido Popular y sus medios afines han bautizado como Villa PSOE. Y también que un sector del partido ve en él a un outsider que no llegará al congreso. “Yo vengo aquí a aportar, tengo amistad con Blanco pero ni él ni nadie me ha dicho que me presente. Somos un grupo de militantes que pide un movimiento de abajo a arriba en el PSdeG, sin etiquetas, se han agotado los tiempos en que los cargos orgánicos decidían los congresos”.
Por eso no quiere oír hablar de pactos ni con el presidente de la Diputación de Lugo, José Ramón Gómez Besteiro, que parece haber tomado ventaja en la carrera hacia la secretaría general, ni con Iván Puentes, cabeza visible de la corriente Novo Socialismo Galego, quien aún no ha confirmado si se presentará al congreso de septiembre. Tampoco en el discurso de 15 minutos que pronuncia ante la treintena de militantes de Santiago hay alusiones a sus hipotéticos rivales.
Un afiliado toma la palabra para felicitarlo por su intervención. Y un alcalde de la zona le pregunta qué va a hacer con esos cargos que un día estuvieron y que, como los jarrones chinos que mencionó Felipe González, estorban en todas partes. No hay una respuesta directa a esa última pregunta. Pero sí a la advertencia de que hacer un partido desde abajo es lo que proponen todos los candidatos antes de llegar al poder. “Puede que el secretario general no llegue a todas partes, pero la nueva dirección sí tiene que hacerlo. Y para eso la división en comarcas es mucho más eficaz”. Un par de cuestiones de trámite y se pone fin al coloquio. Entonces, Manel Vázquez toma los folios en blanco que ha traído para apuntar las preguntas de los compañeros y se vuelve camino de A Illa. Su reto inminente: conseguir el aval de 1.000 compañeros para optar a la secretaría general.
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