Ultimátum de la danza contemporánea a la Generalitat
Los grupos exigen las subvenciones pendientes y se reinventan para sobrevivir
Los grupos de danza contemporánea catalana, cansados de las reuniones con el Departamento de Cultura con la finalidad de crear un plan integral para la danza —plan que empezó a elaborarse hace diez años y que hasta ahora no ha cristalizado—, se han plantado y exigen el pago de dinero pendiente de las subvenciones del 2012 y la convocatoria de las de 2013. Los grupos consideran este requisito indispensable para colaborar con la Administración en la búsqueda de un plan de choque para el sector. Ayer se supo que Cultura ha desconvocado la reunión que tenía prevista con la profesión el próximo 18 de junio debido a las presiones recibidas.
Xavier Martínez Torrejón, presidente de la Asociación de Profesionales de la Dansa de Cataluña (APdC) y codirector de la Cia Mar Gómez, resume en qué punto está la profesión: “La situación es extrema y requiere medidas inmediatas. De lo contrario, a medio plazo el sector de la danza vivirá un proceso de amateurización progresiva que no solo se cargará un sector profesional que lleva años luchando por su desarrollo, sino que privará a la sociedad de su derecho de acceso a la cultura en condiciones aceptables”.
Son diversos los factores que han llevado a la danza a esta situación, prosigue, y enumera la reducción y retrasos en las ayudas económicas directas de la Administración a las iniciativas artísticas, la reducción del presupuesto público destinado a programación y la del poder adquisitivo de la sociedad al que se suma el incremento del IVA. “Para sobrevivir, los grupos nos hemos visto obligados a drásticas reducciones de plantilla, precarización de las condiciones laborales o política de producción low cost”, señala.
Las medidas que apunta el presidente de la asociación son las que han adoptado las compañías de danza para no cerrar, una palabra que han descartado de su vocabulario y han sustituido por la de reinventarse.
Cesc Gelabert debe dejar el estudio en el que ha ensayado durante 27 años. “La situación económica me ha forzado a hacerlo. Es un momento duro, pero quiero ser realista y positivo, las circunstancias adversas agudizan la creatividad. Antes de dejar el estudio he grabado con mi iPhone unos breves solos en los que entablo un diálogo íntimo con este espacio, y los he colgado en YouTube”.
Sol Picó, desde La Piconera, su espacio de creación del Poble Sec se adapta a la situación. “He reducido el número de mis colaboradores, me paso el día inventando estrategias para rentabilizar este espacio y tener nuevas fuentes de ingresos”. No pierde su irónico humor cuando habla del préstamo al que se ha acogido la profesión “nos vimos obligados para sobrevivir a acogernos al préstamo que nos concedió el Intitut Català de Finances y así recibir parte de la subvención de 2012. Dicho préstamo genera intereses por lo que al recibir la subvención el importe quedará mermado. Le llamo el préstamo perverso”.
Para Maria Rovira la situación es grave. “He pasado de tener 8 bailarines a ninguno. Cuando tengo un bolo contrato bailarines del lugar donde lo bailo”.
Àngels Margarit, que está preparando Capricis, el espectáculo que estrenará en el Grec 2013, es consciente de que la situación es triste, pero no quiere perder la ilusión. “Es el momento de aprender a cooperar y encontrar nuevas alternativas a este desconcierto y falta de juicio y plantar cara al miedo y a la insolidaridad”.
Es evidente un giro hacia la docencia por parte de algunos coreógrafos y la potenciación de las compañías en el mercado internacional. Thomas Noone es uno de los coreógrafos que desde hace tiempo se mueve en el extranjero. “El dinero que gano con estas colaboraciones lo invierto en mi compañía”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.