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Malasaña literaria

El periodista y escritor hace un recorrido por los bares y cafés donde ha desarrollado pasajes de muchos de sus libros y a los que sigue siendo asiduo desde hace más de 40 años

Lola Hierro
Juan Madrid, en la plaza del Dos de Mayo.
Juan Madrid, en la plaza del Dos de Mayo.BERNARDO PÉREZ

Casa Camacho. Es una taberna de barrio en la que sirven vermú de grifo, cañas y vinos. Ha sido escenario de muchas novelas, la última en la que aparece es en Los hombres mojados no aman la lluvia. Tiene el mostrador de zinc, lo cual es de agradecer. Me gustan las tabernas tranquilas y frescas en verano, pero cálidas en invierno (San Andrés, 4).

Rincón de lectura. David —el dueño— es un benemérito ciudadano que se dedica a intentar vender libros usados a público de por aquí. Eso merece una beca del Ministerio de Cultura, no sé cómo subsiste. Me gusta porque puedo comprar los libros que no adquirí en los sesenta por falta de dinero (plaza del Dos de Mayo, 5).

Librería Arrebato. Aquí hay menos libros, pero son más exquisitos y tienen mejor gusto a la hora de elegirlos. Puedes ir incluso a pasear, siempre encuentras sorpresas desconocidas (Palma, 21).

La Manuela. Parece un bar de Buenos Aires. Era una carbonería y en 1976 la convirtieron en un hermoso bar de copas. Es uno de esos lugares donde vas siempre. Me tocó vivir la movida de Madrid entre el 76 y el 80 y venía casi todas las noches a La Manuela. Abrían y cerraban para nosotros… Había una verdadera relación de amistad (San Vicente Ferrer, 29).

Café Estar. Es un café de supervivientes como Moncho Alpuente, Javier Krahe, Julio Llamazares... los que no hemos muerto todavía ni de sobredosis ni de exceso de alcohol. Cuando quiero encontrarme con algún viejo amigo, voy ahí, es un lugar de encuentro. No ponen garrafón sino bebida de botella, sana, y por eso las borracheras siempre son más tranquilas y dulces (San Vicente Ferrer, 20).

Bodegas Rivas. De 1923, es de los más antiguos de Madrid. El dueño nuevo se llama Martín y es un experto camarero como hay pocos. Él y su familia sirven el mejor vermú de granel de Madrid, cañas excelentes y tapas estupendas. No son careros y el mostrador es de zinc también (La Palma, 61).

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Pizzería Sandos. Es también un lugar de la prehistoria del barrio que ha conocido momentos malos, de cuando las luchas por los territorios de la droga en Malasaña eran duras. Los dueños son Juan y María, y son los mejores pizeros de la zona, los conozco desde hace más de 30 años (plaza del Dos de Mayo, 8).

La noche de Moscú. Es un restaurante de comida rusa regentado por Raúl, uno de los niños de Moscú. Cuando Borís Yeltsin vino a Madrid, su cocinera se enamoró de Raúl y se quedó con él. Fundaron este restaurante, así que la mejor comida rusa de España está allí. Es barato y su vodka es el mejor (Marqués de Santa Ana, 37).

Le Coq. Es un sitio que llevo frecuentando desde que empecé a tener dinero, cuando me contrataron en Cambio 16, hacia 1973. Es muy caro, pero merece la pena, dan unos cócteles muy buenos. Es de 1860 y está igual (Reina, 16).

Tienda de vinos. Preparan comida absolutamente casera. Puedo tardar dos años en ir pero, cuando llego y pido lo de siempre, saben qué quiero: lentejas, pisto con huevos revueltos y carne de membrillo con queso. Es una taberna preciosa que no ha sido modificada desde antes de la Guerra Civil (Augusto Figueroa, 35).

Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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