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Cazadores de sonidos duros

Los gloriosos años ochenta quedaron lejos, pero los circuitos tradicionales de música 'heavy' de Madrid siguen pasando de una generación a otra

Lola Hierro
Los músicos Pepe Mari, Jorge Salán, El Niño y Alejandro Vela.
Los músicos Pepe Mari, Jorge Salán, El Niño y Alejandro Vela.C. Álvarez

“Ciertos músicos no teníamos que hacer cola en la puerta, éramos VIP. Llegabas con tu cinturón de balas, tus gafas de sol —aunque era de noche—, y con Pepe Mari [bajista] de los Bella Bestia con unas esposas colgadas del cinto y unas mayas rojas de tigre. Algunos nos miraban desde la cola con admiración y otros debían pensar ‘¿quiénes serán estos dos gilipollas que encima se cuelan?”.

Dos clientes en un bar de los bajos de Argüelles.
Dos clientes en un bar de los bajos de Argüelles.KIKE PARA

 Son recuerdos de una época, de un músico que vivió los días más agitados de la movida madrileña y de un lugar clave para los hijos del Metal. Estamos en los 80 en la sala Canciller, el templo del rock por excelencia, y quien habla es Joaquín Arellano, conocido como El Niño porque con 16 años se convirtió en el batería de Muro, una de las bandas más importantes de España englobadas en el estilo de música conocido como heavy metal o metal pesado. El estilo, que surge del rock progresivo, blues rock y principalmente el rock psicodélico de la década de los 60, se caracteriza por la potencia y densidad de sus sonidos.

La Canciller pasó a mejor vida hace 20 años y quienes la vivieron coinciden en que no ha vuelto existir un lugar como aquel. “Madrid era muy divertido, una locura diaria; había pasta, teníamos una libertad recién estrenada y un gobierno municipal que apoyaba”, explica El Pirata. Su nombre real es Juan Pablo Ordúñez, pero nadie le conoce así. Llegó a la capital procedente de Ciudad Real en 1980 y un año después dirigía un programa de música rock. Ahora cumple 57 años, el pelo que le queda es blanco —aunque todavía le da para hacerse una coleta—, y sigue en la misma emisora pinchando éxitos de bandas de rancio abolengo rockero.

Un garbeo por el Madrid 'metalero'

  • Bajos de Argüelles. C/ Andrés Mellado 31-33. Bares Lemmy, Tuareg, TNT entre otros. Metro: Moncloa o Argüelles.
  • Discoteca Excalibur. C/ Sanz Raso, 19. Solo conciertos. Metro: Av. de la Albufera (Vallecas)
  • La urbe del Kas. Avenida Monte Igueldo, 79. Metro: Av. de la Albufera.
  • Kaox. C/ Párroco Emilio Franco, 11. Metro: Av. de la Albufera.
  • We Rock. Costanilla de los Ángeles, 20. Metro: Santo Domingo.
  • Pub Leyenda. C/ Ponferrada, 19. Metro: Herrera Oria.
  • Pub El Talismán. C/ de las Pozas, 18. Alcorcón. Metro: Alcorcón Central.
  • Pub Star. Avenida de Oporto, 40. Bajos de Opañel. Metro: Opañel.
  • Pub Hellraiser. Avenida de Oporto, 44. Bajos de Opañel. Metro: Opañel.

En los años 80 no había muchos locales donde escuchar rock o heavy pero, lo que había, se aprovechaba bien. La discoteca La Argentina en San Blas y la Canciller en Ventas eran las más importantes. En Moncloa abrieron Osiris y Estudio Rock, semillas de los bares que surgirían como setas poco después en los bajos de Argüelles. Vallecas, barrio obrero y rockero, también tenía su pequeño circuito formado por pubs como La Urbe o El Kaos. En 1998 afianzaría su lugar en el podio con la apertura de la discoteca Excalibur, digna heredera del ambiente de la Canciller. Estaban —y siguen— el pub Rainbow en Huertas, el Leyenda en Herrera Oria y el Talismán en Alcorcón. “Ya era un lugar de culto cuando fui por primera vez, y solo tenía 16 años”, recuerda El Niño.

Los conciertos eran, indefectiblemente, en el pabellón de deportes del Real Madrid. “Por allí pasó todo lo más grande: Saxon, Kiss, Judas Priest, Iron Maiden... hasta Rainbow; los nacionales como Obús, Barón Rojo o Leño también tenían su apoyo. La escena era muy activa y abierta”, afirma El Pirata.

Sin lugares de reunión

¿Qué ha sido de esos años? “El ambiente se fue deteriorando por la llegada del grunge, que arrasó, y por culpa de muchas políticas municipales”, asegura el locutor de radio. En 1992 la sala Canciller cerró y, aunque fue reabierta en el local de La Argentina, no duró mucho. Cuando las hordas de melenudos perdieron sus lugares de reunión, se diseminaron por los bares que tímidamente abrían en Vallecas, encabezados por el Excalibur, y en los bajos Argüelles con el Lemmy, Tuareg o TNT.

Dos chicas en un bar 'heavy' de Argüelles.
Dos chicas en un bar 'heavy' de Argüelles.KIKE PARA

Excalibur resistió tres lustros, pero ahora solo acoge conciertos los fines de semana y luego abre como discoteca latina. “Hay menos movimiento porque hay menos dinero, más de la mitad de los clientes que teníamos se han quedado en paro”, explica su dueño, José Sinausía. Su tesis se ve confirmada por un reciente estudio de su gremio que indica que la crisis provocó que entre 60 y 100 discotecas de Madrid echaran el cierre en los últimos años. “Cuando la edad de acceso a los locales subió a 18 años también perdimos mucho”, completa.

Otra de las razones del cambio ha sido la dispersión de bares y de público. “Se ha democratizado el movimiento, abren y cierran bares pequeños y cada uno elige dónde va y en cualquier barrio de Madrid tienes un par de garitos con buena música”, opina El Pirata.

Seguidores del grupo 'heavy' Obús en las fiestas de Hortaleza.
Seguidores del grupo 'heavy' Obús en las fiestas de Hortaleza.CRISTÓBAL MANUEL

Jorge Salán conoce por partida doble, —espectador y músico—, cómo se vive el ambiente heavy en Madrid. A sus 30 años, es uno de los guitarristas mejor considerados de España. “Todo es mucho más frío, he visto vídeos de conciertos de los ochenta y alucino con la forma en que se vivían los conciertos, ojalá fuera ahora así”. “Si vas a un concierto, tocan tu canción favorita y te pones a cantar y a hacer los cuernos, te miran raro”, se queja El Niño, que con 40 años sigue tocando en bandas como Cuatro Gatos o Asfaltika. “Antes veías a 5.000 tíos con los brazos levantados, una mano sosteniendo la cerveza, otra el mechero, y desgañitándose”, completa.

Pese a que la nostalgia por los tiempos mejores impregna cada chupa de cuero y cada chaleco de parches, se ve luz al final del túnel. La esperanza está en unas nuevas generaciones que vienen pisando muy fuerte. “La gente joven necesita el rock cuando vive momentos sociales difíciles, como ahora”, opina Salán. “Cuando te va mal te identificas con grupos que reivindican cambios o con letras críticas como las que tenía Barón Rojo. Lo veo en la gente de 20 años, que tiene más interés que mi generación, a finales de los 90”.

Un rockero con cazadora de cuero.
Un rockero con cazadora de cuero.KIKE PARA.

Un ejemplo de esa sangre fresca es Alejandro Vela. Acaba de cumplir 18 y toca en dos grupos: como guitarrista en uno de soul llamado Escrache y como bajista en otro de rock bautizado como The Arcanist. “De momento he salido por mi barrio, Alcorcón, pero he ido a festivales como el Rock in Río o el Viña Rock y espero ir pronto por el centro”, aclara. Aunque el número de espectáculos al aire libe haya descendido en los últimos años, Madrid está bien servida. La próxima cita es este viernes en Rivas, donde grupos como Megadeth, Anthrax o Iron Maiden descargarán sus sonidos más potentes en el marco del festival Sonisphere.

En septiembre, una nueva discoteca abrió en el centro de Madrid, muy cerca de la plaza de Santo Domingo. Se llama We Rock y su director, Manuel Aparicio, cree que, con los 45.000 visitantes que han tenido en los primeros cuatro meses, podría convertirse en la nueva Canciller o el nuevo Excalibur.

Madrid ya no conserva tantos heavies que vistan con zapatillas J-Haiber, pitillos o cazadoras de cuero, y muchos ni siquiera tienen el pelo largo, pero si algo conserva la ciudad es su calidez. “Madrid es tu ciudad, desde los chicos que llevan toda la vida en la Gran Vía hasta las incólumes tiendas de coleccionismo donde puedes arruinarte. En cualquier barrio te puedes encontrar garitos que te van a recibir con las puertas abiertas”, proclama El Pirata. “Madrid es receptiva, cariñosa y cálida. No quiere decir que sea el paraíso, pero te vas a encontrar en tu elemento”.

Madrid recibe el festival Sonisphere

Los amantes del heavy metal tienen una cita este fin de semana: la cuarta edición del Sonisphere, el primer festival al aire libre que se celebra este año en España. Las buenas temperaturas permitirán que, por una vez, el público pueda enfundarse sus camisetas negras y dejar la melena al viento sin pasar demasiados sofocos en un festival que espera alcanzar las 92.000 personas de otras ediciones.

Este año se oirán diversos estilos de rock duro y Metal. Iron Maiden encabeza el cartel para recrear su gira Seventh Son Tour de 1988, una de las más recordadas de la banda. Seguirán Megadeth y Anthrax, dos de los grupos más consagrados del thrash metal. También pasarán por Rivas Ghost, Newsted, October File, Red Fang, Vodoo Six, los españoles Tierra Santa y Avantasia.

  • Dónde: Auditorio Miguel Ríos, en Rivas Vaciamadrid.
  • Cuándo: viernes 31 de mayo.
  • Cuánto: 59 euros+IVA.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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