Nos decía: “Os voy a matar”
Abderramán B. se enfrenta a 28 años de cárcel por agredir con un hacha a tres sanitarias El suceso ocurrió en un centro de salud de Fuenlabrada en 2011
"En tres segundos le vi dar tres o cuatro hachazos. Nos decía: 'os voy a matar hijas de puta'". Así ha recordado Pilar Sánchez los momentos en los que Abderramán E.B., de nacionalidad marroquí, intentó asesinarla con golpes de hacha, hace dos años, a ella ya otras dos compañeras en el ambulatorio El Naranjo, de Fuenlabrada, donde trabajaban.
Sánchez ha testificado en el juicio contra su agresor que ha comenzado a las diez de esta mañana en la Sección 29 de la Audiencia Provincial de Madrid. El fiscal le acusa de tres delitos de homicidio en grado de tentativa y pide para cada uno de ellos nueve años 11 meses y 29 días de cárcel, según informa el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en un comunicado.
"Sé que me dio dos hachazos en la cabeza y me amputó la mano derecha. Tengo la incapacidad total porque a día de hoy no puedo desempeñar ningún trabajo", ha indicado la víctima, a escasos metros de su agresor, pero oculta tras un biombo. También se le ha mostrado el hacha, aún con restos de sangre seca.
El procesado sufría trastorno depresivo cuando intentó matar a las tres mujeres
En su declaración, el encausado se ha limitado a contestar a todas las preguntas con un "no me acuerdo" o un "no sé". "Olvido las cosas", ha dicho. Tan solo ha manifestado que solía ir a este centro de salud para que le recetaran medicamentos para las rodillas y la espalda. Las preguntas de su abogado han estado encaminadas a demostrar que el hombre padece algún tipo de enfermedad mental, pero éste ha eludido responder a la mayoría de éstas.
El suceso ocurrió hacia el mediodía del 25 de febrero de 2011. Ese día el acusado, de 40 años entonces y 1,80 metros, con perilla y corpulento, fue al centro de salud que se encuentra en la calle de Avilés, en la localidad madrileña, portando un hacha y una navaja. Al entrar se dirigió al mostrador de recepción, donde atendían al público Celia Sánchez, Pilar Sánchez y Pilar González.
Sin mediar palabra propinó un hachazo en la cabeza a Pilar Sánchez. "No le vi entrar en ningún momento. No había gente. Estaba sentada y de repente sentí un golpe tremendo en la cabeza. Muy fuerte. Los ojos me empezaron hacer unas cosas que no sé describir. Al sentir el golpe, me quedé sin fuerzas. Alguien me levantó y me desplazó a un cuarto. Sentí otro golpe y luego otro más", ha dicho esta. González ha relatado los instantes que siguieron: "Me acerqué. Retiré su silla e intenté llevarla al cuarto para huir. A partir de ahí ya no me acuerdo. Entró y nos agredió".
El procesado, que no tenía antecedentes, rodeó el mostrador mientras gritaba: ¡"Os voy a matar, os voy a matar"! Abderramán volvió a atacarlas con el hacha, pero una de ellas, Celia, consiguió escapar. Se escondió en una sala de curas y desde allí llamó a la policía. Mientras tanto, el agresor seguía dando hachazos a las otras dos trabajadoras. Una de ellas se le enfrentó y sujetó el hacha.
En medio del revuelo, una enfermera, Concepción, se acercó al lugar. "Abrí la puerta y vi al agresor que estaba golpeando a una compañera. Vi a una persona tendida y otra a la que estaba agrediendo. Al abrir la puerta se volvió y me dio con el hacha en la cabeza. Y perdí el conocimiento".
Los chillidos de "¡por favor, por favor, ayuda!" de las enfermeras se oyeron en todo el edificio y algunos pacientes acudieron para ver qué pasaba. Algunos usuarios del ambulatorio empezaron a intimidar al acusado con sillas. Un testigo, Raúl, que se encontraba con sus hijos y su mujer esa mañana, le increpó para que parase. El agresor se giró hacia él, lo miró durante unos segundos y después se volvió hacia las mujeres para seguir golpeándolas con el arma.
Raúl cogió una fregona, saltó dentro del mostrador y le golpeó con el palo para que se detuviera. En ese momento el procesado dijo: "Voy también a por vosotros". Luego salió por la puerta sin soltar el hacha. "Salió con el hacha en alto hacia a mi. Dio unos pasos hacia mi. Me dijo que se iba a entregar a la Policía. Yo le seguí. No le perdí de vista en ningún momento. Le vi actitud muy fría. Estaba tranquilo".
El acusado llegó hasta la entrada de un bar donde llamó la atención de dos policías locales de una patrulla de barrio que se extrañaron ante la visión de un transeúnte que iba por la calle con un hacha en la mano. Le cruzaron el coche y se bajaron del vehículo. Abderramán, quien más tarde se negó a declarar, se tumbó en el suelo y dejó el arma junto a él. En esa posición lo encontraron los agentes de la policía municipal.
Las administrativas agredidas sufrieron serias lesiones, entre ellas pérdidas de dedos y pérdida visual y graves daños cerebrales, así como estéticos. Abderramán sufría trastorno depresivo cuando intentó matar a las tres mujeres, aunque no le afectan ni a su voluntad ni a su capacidad de conocimiento, según la Fiscalía. Según ha contado una empleada, en el historial clínico del acusado estaba registrado que en una consulta se fue dando una patada y en otra insultó a un médico suplente.
Tras los sucesos de aquel día, el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, y el alcalde de Fuenlabrada, Manuel Robles, se desplazaron al centro de salud para interesarse por las víctimas y los trabajadores del ambulatorio. El titular de Sanidad confirmó que el hombre que atacó a las empleadas pertenecía a ese centro, pero que no era conocido por los facultativos. No había acudido desde hacía tiempo a consulta.
Mañana continuará la vista oral con la prueba pericial y el juicio quedará visto para sentencia. Tras concluir la sesión de este martes, el procesado ha abandonado la sala bajo los insultos de algunos familiares. "¡Qué haya Justicia!", han reclamado en los pasillos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.