La dignidad del pueblo egipcio en el Conde Duque
Ochenta retratos reflejan los rostros de antes, durante y después de la revolución en el país
Si algo caracteriza a los retratos del fotógrafo Miguel Ángel Sánchez y la periodista Nuria Tesón, es la profundidad de las miradas de los protagonistas. Una imagen que surge del negro y que atrae al espectador en la que se mezcla el misterio, el dolor y la pasión de un pueblo, el egipcio, antes, durante y después de la revolución que derrocó el poder constituido. Las 80 fotografías de la exposición El alma del mundo recorren el Conde Duque hasta el 1 de septiembre.
La idea surgió en 2009, mucho antes de la revolución en Egipto. Sánchez y Tesón llegaron a El Cairo y empezaron a conocer a todo tipo de personajes de la sociedad egipcia. “Queríamos retratar a un país que estaba cambiando y que estaba en plena ebullición. No se trataba de hacer una simple imagen o un texto descriptivo, sino de llegar a un acercamiento más íntimo, que los propios personajes mostraran todos sus ángulos”, asegura Tesón.
Para ello se fueron imbuyendo en las costumbres y en la forma de vida de esa cultura. “Si algo caracteriza a cada retrato es la dignidad de la persona. Pueden parecer serios, pero nunca tristes. Es un pueblo que se ha hecho a la vida dura y que es capaz de superar las dificultades del día a día”, añade Sánchez.
El número de 80 imágenes no resulta gratuito. Buscan representar a los 80 millones de personas que habitan en Egipto. Los hay pobres, más ricos y hasta políticos. Los dos autores reconocen que ha habido algunos casos que les han impactado. Entre ellos, el de la madre de Jaled Said, el hombre que fue hallado muerto en una acequia seis meses antes de que se desatara la revolución de la plaza Tahrir de El Cairo. “Cuando entró en el estudio, todo se llenó de silencio y de dolor. No fue necesario casi decirle nada. Se sentó y abrazó el retrato de su hijo. Tan solo asentía a lo que decíamos. Para darle mayor realismo le moje las manos. Es todo un ejemplo de lucha”, recuerda Sánchez.
Sus imágenes siempre parte del negro y dejan solo una luz principal, que a veces destaca unos detalles secundarios. “Lo principal es que la luz haga de vehículo para llevar al espectador a lo largo de la obra. Luego se marcan algunos puntos, que caracterizan a esa persona”, describe el fotógrafo, que utiliza una cámara digital de medio formato. “Las nuevas tecnologías están para utilizarlas y sacarles el máximo rendimiento”, añade con una sonrisa.
“La gente puede parecer al principio triste, pero, cuando hablas con ellos y te cuentan todos sus problemas, una se da cuenta de que son especialistas en salir de todas las dificultades que les van surgiendo por el camino”, relata gráficamente Tesón. La periodista pone como ejemplo el caso de Zabalín, un basurero de El Cairo, que se dedica a recoger desechos para reciclarlos. Perdió a su hermana, a su hermano le pegaron un tiro durante la revolución y él se tuvo que hacer cargo de toda la familia.
La exposición ya ha pasado por El Cairo y París. Tras Madrid, quizás viaje a Dubai.
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