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3.000 universitarios ‘morosos’

La subida de las matrículas y la crisis dispara el número de estudiantes que no pueden pagar las tasas

Carteles y pancartas en los pasillos del Rectorado de la UAB
Carteles y pancartas en los pasillos del Rectorado de la UABtejederas

Carmen abandonó hace un mes sus estudios de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la Universitat de Barcelona (UB). Tomó la decisión después de que le fuera denegada la beca que había pedido al ministerio, con lo que ya no podía afrontar los 2.400 euros de la matrícula. Carmen —que pide que no sean publicados sus apellidos— consta ahora como morosa en la UB. Ella es una de los 3.000 estudiantes que deben dinero a las universidades públicas catalanas, lo que representa un 1,5% del total de los cerca de 200.000 universitarios. Traducido en euros, la morosidad estudiantil alcanzaba los tres millones de euros a finales de febrero, según datos facilitados por los siete campus públicos.

La crisis y el ahogo de muchas familias, que se suma a la fuerte subida de las matrículas —hasta el 67%— y al endurecimiento de los requisitos para acceder a las becas, han convertido en inasequibles los estudios para muchos universitarios. Ante la deuda pendiente, algunos piden un aplazamiento de los pagos o ayudas a los fondos sociales de las universidades. Pero otros acaban por colgar los libros.

Es el caso de Carmen, que había empezado la carrera el año pasado con la beca que ahora le ha sido denegada. Su madre cobra 900 euros al mes y la mitad se le va en la hipoteca. “¡No puedo pedirle dinero!”, apunta esta joven de 25 años. Ella trabaja desde hace años en cualquier empleo que le salga para pagarse los gastos y los estudios. Un ritmo frenético que la estudiante no quiso mantener cuando supo que no le concedían la beca. “Era demasiado sufrimiento. Cuando vi que no podía pagar la matrícula pensé que no tenía sentido continuar con ese ritmo”, reconoce con desánimo. Antes de abandonar pidió una de las becas propias que ofrece la UB. "No me han dicho nada aún. Ahora prefiero trabajar e intentaré volver a estudiar cuando lo pueda pagar”, admite resignada. Ahora trabaja de comercial.

La UAB permite fraccionar el pago en tres plazos para evitar la morosidad

Las universidades temen que las cifras de morosidad se disparen cuando se resuelvan completamente las becas del ministerio y casos como el de Carmen se multipliquen. La UB, igual que la Autónoma y en breve la Rovira i Virgili, han activado unos fondos sociales para rescatar alumnos. En la UAB ya están preparando la tercera tanda de este curso de la Beca Finestreta.

La mayor parte de la morosidad la soporta la Universidad de Barcelona, con dos millones de euros y unos 2.000 estudiantes, un 4% del total. Gemma Fonrodona, vicerrectora de estudiantes, admite el aumento de impagos: “La situación económica es la que es y eso se nota. Hay otros alumnos que se matriculan de menos créditos”. Fonrodona también alerta de que “todo ello también reduce los ingresos de las universidades".

La Rovira i Virgili es la única que

En la UAB las cifras no son tan elevadas —medio millón en deudas de 264 estudiantes— porque solo cuentan los alumnos de grado y de las antiguas licenciaturas —no los de máster— que no han pagado ni un euro de la matrícula, mientras otras universidades suman todo tipo de deudas. Algunas fuentes estiman la deuda total en un millón de euros. La vicerrectora de estudiantes, Silvia Carrasco, atribuye la baja morosidad a que este curso se ha permitido fraccionar el pago en tres plazos y al fondo social activado para compensar la subida de precios.

La Politécnica, la universidad más asfixiada con 111 millones de déficit acumulado, presenta una de las morosidades estudiantiles más bajas. La deuda asciende a unos 200.000 euros, de unos 150 estudiantes. La UPC ha elaborado para esta ocasión un estudio con el perfil socioeconómico de los estudiantes que explica esta baja morosidad. Los resultados evidencian que un 53% de los estudiantes provienen de escuelas concertadas y privadas. “Si tienen recursos para pagarse una escuela privada, también pueden pagarse la universidad”, apunta Xavier Colom, vicerrector de docencia y estudiantes. Colom también lo atribuye a una mayor motivación de los estudiantes —carreras difíciles con altas notas de acceso—, a la matrícula semestral —se paga una parte en septiembre y otra en febrero— y a la criba que se hace en la fase inicial de las carreras: “Si no superan el primer curso en dos años se les expulsa. Así que se reduce la bolsa de repetidores, que son el perfil en el que se puede producir más morosidad”.

La UPC es la gran universidad que sufre un menor número de impagos

La morosidad en los campus medianos es más discreta. En la Pompeu Fabra, 184 alumnos deben 185.000 euros. En Lleida hay un centenar de alumnos morosos, pero el campus no facilita el importe de la deuda. En Girona, el fenómeno es casi inapreciable: unos 20 alumnos y 20.000 euros. El caso de la Rovira i Virgili, en Tarragona, es diferente. Aquí no consideran que tengan morosidad porque permiten a los alumnos anular la matrícula, así que la deuda queda saldada inmediatamente y al año siguiente se pueden volver a inscribir como si fuera la primera vez. Desde el campus de Tarragona aseguran que este curso ya han registrado más de 250 anulaciones de matrícula.

¿Qué pasa con los alumnos que no pueden pagar? Dejando la Rovira i Virgili aparte, un alumno que no pague pierde sus derechos administrativos. Puede seguir con las clases e incluso realizar exámenes, pero no se rellena el acta con las notas, así que no puede matricularse al año siguiente ni pedir el título ni ningún certificado académico. La deuda queda viva y el alumno debe saldarla si quiere volverse a matricular, aunque sea del mismo curso.

Esto le sucedió a Jezabel Goudinoff, que empezó a cursar el año pasado un master en Filosofía en la UB, confiando en que le concederían una beca. Pero no fue así. Se la denegaron por no cumplir los requisitos académicos. Pero no fue por sus notas, ya que Jezabel tiene en su haber las carreras de Física y de Teoría de la Literatura. Esta última la finalizó en 2011 con un Premio Extraordinario por las altas calificaciones obtenidas. El motivo para denegarle la beca es que en el último curso se había matriculado de menos créditos de los requeridos para conceder la ayuda.

Jezabel, de 37 años, es profesora de secundaria a tiempo parcial y con su sueldo de mil euros se encontró que no podía pagar el master y abandonó. El pasado septiembre intentó empezarlo de nuevo, pero se encontró con la sorpresa que la UB le reclama más de mil euros para anular la primera matrícula y permitirle inscribirse de nuevo. Jezabel se muestra indignada por las trabas administrativas. “Tengo una media superior a nueve y no dan facilidades para estudiar. Es inconcebible”, se queja.

La vicerrectora de la UAB rechaza el sistema que aplica el campus de Tarragona de anular la matrícula. “Puedes anular la matrícula y echar al estudiante, pero esto no ayuda a las universidades porque acabas teniendo una silla vacía que no sirve de nada”, apunta Carrasco, que defiende otros sistemas como aumentar las becas o dar facilidades de pago que impidan la fuga de estudiantes. En este punto coincide el vicerrector de Docencia de la Universitat de Lleida, Paco Garcia. “Las familias trabajadoras hacen un sobreesfuerzo para pagar, sea cuando sea. Te piden una semana más, pero sabes que pagarán, porque se trata de la educación de sus hijos. Saben que la educación es un auténtico ascensor social y la familia dejará de pagar otras cosas antes que sacar a su hijo de la universidad”, abunda García.

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