Un vecino de Tarragona confiesa haber asfixiado y matado a su madre
El hombre cuidaba de la mujer, de 82 años, que no podía valerse por sí misma
Un vecino del barrio de Campclar de la ciudad de Tarragona, confesó ayer ante el juez haber asfixiado y matado a su madre impedida, con la que convivía. Los hechos ocurrieron el 5 de abril de 2012 en el domicilio familiar. La víctima, Concepción García, de 82 años, estaba postrada en una silla de ruedas, no podía valerse por sí misma y llevaba dos años sin salir casi de casa. Su hijo, Pedro Martín, de 51 años, acusado de asesinato, acabó admitiendo ayer el crimen durante el juicio por el caso, iniciado esta semana con jurado popular en la Audiencia de Tarragona.
El hombre narró con frialdad la secuencia de los hechos: A última hora de la tarde de aquel día salió del trabajo muy nervioso sin motivo aparente, se bebió dos botellas grandes de cerveza e inició una disputa con su madre. “Me empezó a decir que era borracho, un perdido, que me gustaba mucho el dinero y empezamos a discutir”, recordó Martín. Poco después acabó estrangulando a la anciana con una almohada, según relató el acusado. “Cogí a mi madre, la llevé a la cama, entonces fue cuando hice el aplastamiento del tórax. Estuve un minuto”, dijo atropelladamente Martín gesticulando para mostrar cómo perpetró el crimen. "Luego vino el estrangulamiento. Después ya cogí la almohada, ella me pasó la mano por la cabeza, y fue cuando la asfixié. Cuando hice eso estaba muy nervioso”, relató.
Según el fiscal, el acusado le fracturó diez costillas a su madre, que acabó muriendo asfixiada. Por eso solicita 19 años de prisión al considerar a Martín autor de un delito de asesinato con los agravantes de parentesco y alevosía. En paralelo a la pena de prisión, el fiscal también solicita el pago de una indemnización de 9.288 euros a un familiar. La defensa cree que existen atenuantes para reducir la pena de cárcel, aunque ayer no los concretó.
La anciana le recriminaba a su hijo su afición por el alcohol
Martín y su madre compartían vivienda desde hacía casi 20 años. El hombre recibía una ayuda de 300 euros mensuales por cuidar de la anciana, ya que esta quedó impedida tras sufrir un accidente al salir de un autobús. Un hermano del acusado se había desentendido de ella y se enteró de su muerte por los medios de comunicación, aseguró ayer. Solo la otra hermana acudía al domicilio a ayudarles. Tras fallecer su madre, el acusado la llamó. Eran las tres de la madrugada. “Me dijo que la mamá no se movía. Cuando llegamos estaba fría. Vino la ambulancia al poco. Mi hermano estaba sentado, muy tranquilo”, declaró la hija de la fallecida.
El día del crimen, Martín había empezado a trabajar en el aeropuerto de Reus (Baix Camp) llevando los carros de las maletas. Al parecer, antes de llegar a su vivienda discutió con una tercera persona, quien le había llamado “borracho”, aseguró el acusado durante el juicio. Su madre le sugería continuamente acudir a un médico porque consideraba que su hijo tenía problemas con el alcohol, admitió ayer Martín. Sin embargo, él se negaba al considerar que no tenía problemas con la bebida. “Mi madre, que en paz descanse, me decía que tenía que ir a Alcohólicos Anónimos. Yo no quiero ir al médico, no me gusta. Fui una vez nada más de pequeño y ya no he vuelto a ir porque estoy bien, no consumo drogas”, remachó Martín.
Durante su declaración, sostuvo haber cuidado correctamente de su madre, aunque ello es desmentido por el fiscal, que mantiene que Martín “o no la cuidaba bien o lo hacía de forma deficiente”. El ministerio público se basa en el hecho de que a la víctima se la encontró señales evidentes de falta de higiene.
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