Vuelven ‘Els Amics de l’IVAM’
¿Actuaría en el Teatro Real un estudiante de ópera sin haber pisado otros teatros?
Uno de los detalles más significativos de la imagen de un museo radica en su programación. A través de ella podemos conocer algunas representaciones o movimientos artísticos y, en el caso de los trabajos más actuales, puede servir de transmisor de los estudios afines con la realidad del momento. Hasta aquí, parece bastante claro. Revisando rápidamente el panorama español, en estos momentos contamos con proyectos como Reahuciar, reoKupar, rehabitar (invertir el proceso) de Artium en Vitoria, donde se analiza el sentido de la palabra ahuciar, que según la RAE significa esperanzar y dar confianza. En el Macba la fotógrafa palestina Ahlam Shibli expone la idea de hogar a partir de la realidad de los territorios ocupados, o en el CAAC de Sevilla y en el Reina Sofía serán el disidente chino Weiwei y Cristina Iglesias, respectivamente, quienes nos muestran sus obras. Es decir, son algunas pinceladas críticas de nuestra sociedad bajo la mirada de diversos autores con una destacada trayectoria.
Sin embargo, en Valencia, nuestro museo escaparate se aleja cada vez más de este panorama, respondiendo a unos intereses propios. Primero fue la Universidad Católica la que extendió su monólogo espiritual-católico (porque lo que es el diálogo con otras religiones, permanece ausente de la exposición), destacando a uno de sus profesores, y después ha sido Mónica Ridruejo la encargada de completar el bagaje plástico del IVAM. Pero prepárense, porque en las próximas semanas una nueva edición de Agatha Ruiz de la Prada inundará sus salas: Vuelven Els amics de l’IVAM. Si comenzamos a vislumbrarlos en pequeñas píldoras (recordemos la exposición del peluquero y estilista Tono Sanmartín, allá por el año 2007), ahora abordan cómodamente toda la programación del museo.
Pero la muestra presentada recientemente, merece especial atención por dos razones: La primera de ellas, implica la nula exigencia de un currículum medianamente experimentado de la autora. Mónica Ridruejo, directora general de RTVE en el primer Gobierno de Aznar, eurodiputada por el PP y destacada ejecutiva, además, pinta y hace esculturas. Pero la artista nunca había expuesto en un museo. Y la segunda razón nos lleva a la aprobación y normalización por parte del consejo rector del IVAM de este tipo de proyectos. Nada que ver con discriminaciones por sexo o listas negras. Simplemente implica la responsabilidad de cuidar el nivel de los trabajos que se exponen en un espacio público. ¿Actuaría en el Teatro Real un estudiante de ópera sin haber pisado otros teatros? ¿Permitiría el Palau la organización de un concierto a un apasionado de la música que no hubiese tocado en otro auditorio de esas características? De otra forma, como afirmaba Alberto Corazón en una entrevista reciente, “estaremos asistiendo a la apoteosis de la mediocridad”.
Maite Ibáñez es secretaria de Cultura de la Ejecutiva Comarcal de Valencia del PSPV-PSOE
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