Alerta roja financiera en el Ayuntamiento
Recibió 1.017 millones en junio para pagar facturas y volvía a deber 1.000 en diciembre El PP presume de superávit, pero Lissavetzky anticipa nuevos recortes
Imagine que usted pide un crédito para comprarse una moto. A 31 de diciembre de 2011, usted debe 6.348 euros. Como el banquero es un tipo generoso, le da 25 años para pagar. El año pasado, sin ir más lejos, tuvo que abonar 726 euros, más los intereses: en total, unos 1.000 euros. Este año, le tocará pagar otros 732 euros (más intereses). Y así, hasta 2036. En principio, no parece demasiado.
Pero imagine que usted tiene unos ingresos anuales de 4.301 euros. Entonces quizá piense que no debería haberse comprado la moto. Pero ya es tarde, lo hecho, hecho está; solo cabe disfrutarla... y seguir pagando. Ahora bien, además de ir en moto, usted tiene la costumbre de comer a diario. Y de ducharse. A veces, incluso va al cine. Todo eso también tiene que pagarlo. Pero no da abasto.
Por suerte, en el mercado saben que usted es un buen cliente y le fían. Así, a 31 de diciembre de 2011, además de deber 6.348 euros al banco por el crédito de la moto, usted le debe 1.017 euros al tendero. Un dinero, además, que no tiene 25 años para pagar, sino que debe abonar mensualmente. Pero ya acumula ocho meses de retraso. Recordemos, usted gana 4.301 euros, y con eso, además de pagar sus deudas, tiene que vivir.
El año 2012 no pintaba nada bien. Pero llegaron sus padres y hablaron con el banquero y el tendero. El banquero aceptó ampliar el crédito de la moto para incluir todas sus deudas. Así, el tendero cobraba por fin, y usted pasaba a deber 7.365 euros al banco, con la suerte de poder pagarlo a plazos.
La situación parecía enderezarse; sus padres, además, le dieron una propina de 100 euros. Sin embargo, cuando llegó el 31 de diciembre de 2012, resulta que usted le debía al banco 7.430 euros (porque, además de la moto y las deudas del tendero, sus padres le obligaron a incluir en el crédito también el casco). Y además, volvía a deber al tendero 993 euros porque, en cuanto puso la deuda a cero, volvió a dejar de pagarle.
El tendero está a punto de quebrar por su culpa. Pero, pese a todo, usted se sube a un barril y grita a los cuatro vientos, para que se enteren sus amigos, el banquero, el tendero, sus padres, todo el mundo, que usted es una persona de fiar. ¡Miren cómo estaba el 31 de diciembre de 2011 y miren ahora!
» Las cuentas de Ana Botella. Ahora imagine que usted es Ana Botella, la alcaldesa de Madrid. Que sus cuentas son las del Ayuntamiento. Que el banquero es varios banqueros, y el tendero son los cientos de empresas que mantienen la ciudad en marcha. Que sus padres son el Gobierno. Que la moto y el casco son las descomunales inversiones de los últimos años. Que la propina de sus padres fue, entre otras cosas, dejar sin paga extra de Navidad a los funcionarios. Y que las cifras del ejemplo son las mismas... pero en millones de euros. Ah, y el barril al que se sube para presumir son los medios. Porque Botella no deja de repetir que ha acabado 2012 con superávit. Lo cual es cierto. Pero ha sido gracias a las ayudas del Gobierno; a costa de dejar de pagar sus facturas; con la mayor deuda a los bancos de la historia; y con varias empresas municipales al filo de quebrar. Esto que sigue es el análisis de las cuentas municipales, a partir del informe de liquidación de 2012.
» Superávit artificial. La edil de Hacienda, Concepción Dancausa, presentó 1.098 millones de superávit en términos presupuestarios tras el primer año de Botella en la alcaldía. Sin el mecanismo excepcional de pago a proveedores aprobado por el Gobierno en primavera, habrían sido 169 millones. En términos de contabilidad nacional, el superávit fue de 879 millones. Sin la inyección extraordinaria para abonar facturas atrasadas, el Ayuntamiento habría cerrado probablemente con déficit. Y eso pese a los recortes sociales.
» Una ciudad al ralentí. El plan de recortes preveía rebajar el gasto en 274 millones, de los que 208 correspondieron al Ayuntamiento (redujo en cultura, asuntos sociales, ayuda al parado, etcétera), y 66 fueron impuestos por el Gobierno (la paga extra de Navidad). En total, el Ayuntamiento ahorró 492 millones, porque, sumado a los recortes, la ejecución presupuestaria alcanzó solo el 90%. Es decir, se gastó solo nueve de cada 10 euros previstos. En inversiones, fueron seis de cada 10 euros. En 2013, los recortes municipales son aún más severos (354 millones), porque el Gobierno no prevé por ahora eliminar otra paga extra, y el gasto en obras debería volver a lo habitual (85%-95%).
» La deuda oscura. Alberto Ruiz-Gallardón dejó el Ayuntamiento en 2011 con una deuda de 6.348 millones a los bancos. Un año después, eran 7.430. Botella no ha pedido más dinero, pero ha tenido que incluir la deuda de la Empresa Municipal de la Vivienda (630 millones) y todas las facturas que las empresas, hartas, decidieron vender a bancos para que fueran ellos quienes se las arreglaran con el Ayuntamiento (160 millones). Queda aún fuera de estas cuentas la deuda oscura: la Empresa Municipal de Transportes y de Madrid Espacios y Congresos (472 millones). Y los 462 millones que el Ayuntamiento debe al Estado por las devoluciones de 2008 y 2009. Sumado: 8.364 millones.
» Facturas pendientes. Y no solo. Además, debe 993 millones a empresas y ONG. Cuando se fue Gallardón, las facturas impagadas sumaban 1.017 millones. Gracias al crédito orquestado por el Gobierno, se puso el contador a cero en verano. Pero a 31 de diciembre volvía a deber 993 millones. El Ayuntamiento recibió el dinero, abonó las facturas atrasadas, y acto seguido volvió a dejar de pagar. Así, el mecanismo de pago para proveedores actuó a modo de rescate financiero. Sumadas todas las deudas: 9.200 millones. Y aún faltarían las facturas pendientes de las empresas municipales (124 millones). Más las que pueda haber en los cajones: esta semana, por ejemplo, se regularizaron 3,2 millones que Asuntos Sociales olvidó pagar en 2012.
» Conclusión. Para el PP, estas cifras “transmiten un mensaje positivo, muy necesario en estos momentos de desánimo y desconfianza”. Para el líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky, el superávit se ha logrado a base de no pagar las facturas: “El Ayuntamiento es un cero a la izquierda como reactivador de la economía, y seguirá aplicando recortes”. Todo por pagar la moto.
Despidos, liquidación y quiebras
Pagar las facturas con medio año de retraso, en vez de los 60 días legales, y regatear en los juzgados los intereses de demora, tiene consecuencias nefastas para las empresas y ONG a las que el Ayuntamiento debe dinero.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado, por ejemplo, está al borde de la quiebra. Asegura que el Ayuntamiento le debe 228.000 euros de un programa de acogida a subsaharianos; 62.000 euros de un convenio de convivencia intercultural; y 12.000 de un proyecto contra el racismo. A esos 302.000 euros por servicios en 2012 se suman 254.000 por intereses de demora y otras reclamaciones legales.
Además de no pagar en tiempo y forma, como admite Asuntos Sociales, se ha reducido el contrato para fomentar la convivencia en los 21 distritos, que ascendió a 2,4 millones de enero de 2011 a mayo de 2013, a un convenio de 347.000 euros en 12 distritos de marzo a diciembre de 2013, como denuncia Unión Progreso y Democracia (UPyD).
Las penurias económicas también afectan a las empresas municipales. La EMVS, por ejemplo, ingresará este año 102 millones por la venta de inmuebles. Pero ha dejado de construirlos, de forma que pronto se quedará sin esta vía de ingresos. Pretende dedicarse al alquiler, pero eso solo le proporcionará 11 millones en 2013. En realidad, sobrevive gracias a los 33 millones que recibe del Ayuntamiento. Con eso paga su deuda (28 millones este año, 630 en total). Pero el Gobierno prohibirá estas ayudas en breve. Entonces tendrá que vivir solo de sus ingresos. Y pagar la deuda ella sola, puesto que, de lo contrario, haría falta endurecer el plan de ajuste municipal. La EMVS está pendiente de presentar un plan de viabilidad. Como Madrid Espacios y Congresos, en quiebra técnica, según sus responsables, que planea despedir a la mitad de su plantilla (pese a admitir que no ayudará en nada) y liquidar todo lo vendible.
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