Pavor a la tarjeta roja
El técnico Aguirre exige que nadie del Espanyol sea expulsado y así lo aclara con sus cambios
El discurso de Javier Aguirre hacia el vestuario del Espanyol se ha moldeado con el paso de los días. Exigió al principio la táctica del patadón para evitar entuertos cerca del área propia y ahora, con el flotador de los puntos, reclama más pausa y toque para confeccionar el juego. No han variado, sin embargo, sus argumentos en cuanto a la tarea defensiva, siempre al límite pero con legalidad, siempre con todo pero con más cabeza que otra cosa. “Aguirre sabe que si tienes urgencias, no se puede jugar con uno menos porque se pierde, porque así no se sale de abajo”, cuentan desde el entorno del técnico. Por eso, mañana en Anoeta (19.00 Canal+ L/GolT) y como siempre, la cartulina roja está prohibida.
Ocurre, en cualquier caso, que desde la caseta del Espanyol no es raro escuchar voces críticas hacia los árbitros. Así, mientras Aguirre se muerde la lengua, no es raro oír a Wakaso —“me sacan tarjetas por el color de la persona”, soltó, irreflexivo—, a Longo —“dependemos del árbitro y del día que tenga. Esto es así”, señaló— y la semana anterior a Forlín, cuando aseguró: “Somos un grupo que compite y juega duro, pero no vamos con mala fe”. Teoría que han aplicado los dos entrenadores blanquiazules durante este curso puesto que tienen una concepción del ejercicio defensivo similar. “Apretamos fuerte, no se giran y luego jugamos”, demandaba Mauricio Pochettino, ahora en el Southampton. “Debemos ser competitivos, fuertes en el choque”, solicita Aguirre. Arengas con el mismo patrón e idénticos guarismos. Durante los 13 encuentros de Pochettino, el equipo realizó 223 faltas (17,1 de media) y acumuló 60 tarjetas amarillas (4,6 de media); y en los 15 duelos de Aguirre, contabiliza 256 infracciones (17) y 61 amonestaciones (4). “Aguirre no quiere amarillas por discutir con rivales o por protestar al árbitro. Pero con las que son derivadas de situaciones del juego, no tiene problema”, confirma el portero Kiko Casilla.
Con Pochettino se dieron siete expulsiones en 13 encuentros y con Aguirre, tan solo una en 15
La diferencia estriba en el pavor que siente Aguirre a jugar con uno menos. Con Pochettino, siete jugadores enfilaron el túnel de vestuarios antes de tiempo (0,53 de media); con El Vasco solo se cuenta uno (0,06), el defensa Javi López. “¡No quiero ver las tarjetas rojas!”, repite al grupo. Una advertencia que se convierte en realidad durante los partidos, puesto que la mitad de los cambios (20 de los 40) que ha hecho son a futbolistas apercibidos. El técnico, sin embargo, tiene unos patrones: no toca al portero, la zaga ni al ariete —18 amarillas y ningún sustituido—; se lo piensa con los mediocentros, puesto que en nueve de 14 ocasiones cambió al sancionado (65%); y suele cambiar al extremo, ya que así ha sido en nueve de las 13 veces (70%). “La idea es terminar los partidos 11 contra 11”, conviene Capdevila. “Nos pide que tengamos mucho cuidado con las faltas a destiempo. Hay que acabar con todos los jugadores”, añade Javi López. Lo que sea para no ver la tarjeta roja.
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