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La noche en blanco del teatro

La austeridad lleva a que el día se conmemore de puertas adentro y sin espectáculos nocturnos

Lola Hierro
Un grupo de espectadores en el teatro Rialto.
Un grupo de espectadores en el teatro Rialto.Claudio Álvarez

La Noche de los Teatros se ha quedado en el día. Lejos de la fastuosidad de ediciones anteriores, no ha habido cabalgatas, ni titiriteros, ni adornos diseñados por artistas de renombre para engalanar las principales vías madrileñas, ni espectáculos durante toda la noche. En marzo de 2013 la austeridad manda, y por eso el Día Mundial del Teatro se ha conmemorado con lo elemental: los escenarios, los actores, los libretos, y el público. Mismos horarios, misma programación, y discretos alicientes como descuentos de hasta el 40% sobre el precio de las entradas y música en directo en varios clubes de la capital. Menos es más.

La lluvia ha dado un respiro que ha propiciado que madrileños y turistas se lanzaran a la calle a la caza y captura de los últimos rayos de sol. Los encargados de abrir el centenar de actividades programadas ha sido la compañía Ron Lalá, un sexteto de actores que ha interpretado su irreverente Hidrofolía asomados a los balcones de la Casa Museo Lope de Vega o mezclándose entre el público y sacando los colores a más de uno. “Se ha agolpado muchísima gente en la calle porque estos chicos han montado un buen espectáculo”, comenta divertida Esperanza Castro, una vecina del barrio.

Isabel Stofel ha sido la encargada de leer el tradicional pregón, esta vez del premio Nobel de literatura Darío Fo, y sin más dilación ha comenzado, por fin, la primera actividad en la que el público aficionado ha tomado parte: la lectura dramatizada de El Caballero de Olmedo, de Lope de vega. Los muros que acogieron al dramaturgo durante los últimos 25 años de su vida han vuelto a escuchar los versos que su ilustre inquilino compuso allí por primera vez. En una minúscula salita, Carla Hidalgo, Cristina Higueras, José Manuel Seda y Alberto Amarilla interpretan con soltura a los personajes fijos del libreto, mientras que otro grupo de madrileños anónimos, más tímidos , se turna para poner voz al resto del elenco. Muy atentas, unas 30 personas ocupan las butacas y de pie, otras tantas esperan su turno para salir a escena. “No me da vergüenza”, explica José Ramón Fudio. “Estudio teatro, y cuando una amiga me ha comentado que hoy se hacía esta actividad no he dudado en venir”.

Los actores de Ron Lalá, en plena calle con su 'Hidrofolía'.
Los actores de Ron Lalá, en plena calle con su 'Hidrofolía'.

A pocas calles de allí, en la plaza de Jacinto Benavente, medio centenar de personas hacen cola para ver A cielo abierto, con José María Pou y Nathalie Poza. “Claro que sabía que hoy es La noche de los teatros, yo vengo muy a menudo y hoy no me quería perder el descuento”, indica Marisa Rincón, que lleva un buen rato esperando en la calle. En la concurrida cola, hay rumores de que no quedan entradas. Marisa se introduce entre unos y otros con decisión para preguntar en la taquilla. Y entonces descubre que hay otra ventanilla abierta en la que no hay apenas gente y no duda en pedir las suyas. “¿Solo quedan laterales? ¡Vaya por dios! ¿Y se ve muy mal? ¿Visibilidad limitada? Bueno, dame la mejor que tengas, por favor”. Y se queda. Junto a ella, María Fernández, se lo piensa dos veces. “Es una pena que me pierda el descuento, pero la obra está hasta el día 7 y solo quedan butacas desde las que se ve mal, ya volveré otro día”, dice resuelta antes de marchar.

La Gran Vía madrileña está repleta de gente subiendo y bajando por sus dos aceras y los accesos a sus teatros se ven una actividad similar a la de cualquier día festivo, aunque en unos más que en otros. “No sé si será por La Noche de los Teatros, por la buena tarde que se ha quedado o por el puente, pero sí que está viniendo más gente hoy”, observa Ana Cruz desde la taquilla del teatro Coliseum donde se representa Sonrisas y Lágrimas. Unos número más arriba, se encuentra el Rialto, donde se ofrecen los últimos pases del musical Los 40. Alba González y Javier Monge esperan sentados en las escalinatas a que abran las puertas. Están satisfechos porque han conseguido sus entradas con un 40% de descuento, y han pagado en total 35 euros. “Hemos cogido las más caras, en la platea, porque para una vez que podemos venir al teatro, queremos ver todo bien, no es algo que podamos hacer todos los días., dice Javier. Con 21 y 20 años, se confiesan seguidores de los musicales. Han visto Grease, We will Rock You y El Zorro. Ella es estudiante y él está en paro, por lo que su pequeña economía no les permite ir a todos los espectáculos que querrían. “Conocemos La noche de los teatros y estábamos pendientes de que llegara el día, nos ha venido muy bien el descuento”, reconocen.

En la acerca de enfrente, el musical El Rey León está recibiendo a los espectadores más rezagados, quienes, por ser el día que es, podrán conocer a los actores y bailarines al finalizar la función. No se ha rebajado el precio de la entrada, ni falta que hace, porque como es habitual, están agotadas para este día y los siguientes. Quien quiera ver el espectáculo solo podrá hacerlo a partir del día siguiente y pagando un mínimo de 69 euros por una butaca con visibilidad reducida.

Andrea Fernández y su novio, ambos de Tenerife, no imaginaban que tendrían tan mala suerte. Están en Madrid de vacaciones y llevan más de una hora haciendo guardia frente a las taquillas por si pescan a alguien les ofrezca un par de localidades de reventa. “Compramos por internet las del musical de Los 40, que veremos mañana, no sabíamos que El Rey León seguía en cartelera”, se lamenta Andrea. Enterarse de que se está celebrando La Noche de los Teatros les da un poco de esperanza. “Si no podemos ver esta, a lo mejor llegamos a otra. ¿Todo tiene descuento?” pregunta. Mientras en el interior comienza la función, Andrea y su pareja escudriñan el recién descubierto folleto con la programación de la jornada en busca de una obra que calme su sed de escenarios. Al final, gana Toc Toc, en el Príncipe Gran Vía.

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Sobre la firma

Lola Hierro
Periodista de la sección de Internacional, está especializada en migraciones, derechos humanos y desarrollo. Trabaja en EL PAÍS desde 2013 y ha desempeñado la mayor parte de su trabajo en África subsahariana. Sus reportajes han recibido diversos galardones y es autora del libro ‘El tiempo detenido y otras historias de África’.

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