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La Virgen se ‘aparece’ en la Fundación Miró

Julia Montilla disecciona las célebres visiones de Garabandal en el Espai 13

Una imagen de la exposición
Una imagen de la exposición

Junio 1961, cuatro niñas de San Sebastián de Garabandal (Cantabria) estaban robando manzanas en el jardín de la maestra cuando se toparon con una figura envuelta en luz. La aparición, que resultó ser el arcángel Miguel, fue sólo el prólogo de una larga frecuentación entre las jóvenes videntes españolas y la Virgen, que se presentó por primera vez el 2 de julio. A lo largo de cuatro años las apariciones se sucedieron vertiginosamente, superando las 2.000 y también el umbral de la credulidad. Desde entonces y hasta la fecha, el fenómeno ha multiplicado su repercusión, adquiriendo un carácter cada vez más escenográfico y performativo, que prensa y fieles de todo el mundo siguen encargándose de difundir.

El fenómeno garabandalista, como evento emblemático de la tradición aparicionista española desde el punto de vista conceptual e iconográfico (el jardín, la manzana, las niñas inocentes, la anunciación del arcángel y naturalmente la Virgen), protagoniza El cuadro de La Calleja, una instalación de la artista Julia Montilla, abierta en el Espai 13 de la Fundación Miró, hasta el 21 de abril. La muestra se articula a través de los dos testimonios por excelencia de la experiencia mística: la fotografía y el vídeo. Unas herramientas básicas desde el principio, como demuestra la fascinante documentación de la época, que incluye también una instantánea captada por una de las niñas durante el trance, en la que los fieles ven la Virgen, desenfocada y amorfa, en línea con la estética espiritista de la fotografía de finales del siglo XIX.

En la muestra el primer contacto historiográfico es con las vitrinas, donde a través de textos e imágenes, Montilla contextualiza el fenómeno de las apariciones marianas, a partir de la revelación de la Virgen a Bernadette en la gruta de Lourdes, en 1858, que dio comienzo a una verdadera "epidemia visionaria". "El criterio cronológico permite visualizar la progresión de la sacralización del pueblo y el aumento de la exaltación y espectacularidad de los eventos, porque la ausencia de milagros obliga las chicas a trances cada vez más singulares, con posturas y actitudes cuando menos excéntricas", explica Montilla.

Las proyecciones del primer registro audiovisual testimonial de Garabandal, grabado en 1971 por Richard Everson y un artículo de prensa donde se anuncia que sir Richard Attenborough dirigirá una versión cinematográfica, jamás realizada, del diario de una de las videntes, dan paso a la pieza central, Soportes vivientes para la fabricación de un mito, que reúne todas las imágenes relativas a las niñas, des sus trances a su vida cotidiana. "Pese a considerarse una prueba de autenticidad y un instrumento de idolatría, estas fotografías desvelan el artificio de la puesta en escena", apunta Armengol, destacando las dos vertientes del proyecto: "las motivaciones ideológicas y el análisis de la iconografía y dramaturgia de las videntes".

Un análisis que tiene su momento álgido en la confrontación entre dos filmaciones, tan parecidas que parece increíble que las separen 40 años. Una la realizó Luís Lobera en 1961 y la otra Montilla hace menos de un año, grabando una mística espontánea que los fieles a su vez graban con teléfonos y cámaras.

Místicas o histéricas, mitómanas o santas, las videntes de Garabandal siguen sumando seguidores y detractores a partes iguales, algo que no las preocupa en absoluto. Viven en EE UU, idolatradas por miles de devotos y siguen concediendo entrevistas…

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