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Moritz Küng, punto final en Fabra i Coats

El editor es el comisario de una exposición sobre libros para el centro que iba a dirigir

Küng durante la ‘perfomance’ de presentación de la exposición.
Küng durante la ‘perfomance’ de presentación de la exposición.

Subido en una peana un hombre declama frases aparentemente inconexas, cada una corresponde a un papelito que deja caer melancólicamente en el suelo y así por 101 veces. El hombre es Moritz Küng, teórico, comisario y editor, las frases son los títulos de los 101 libros realizados por el artista Peter Downsbrough a lo largo de casi 45 años de trayectoria y la performance, todo un clásico del género, se ha repetido en la presentación e inauguración de la muestra Peter Downsbrough The Book(s) 1968-2013,abierta en el nuevo centro de arte contemporáneo de Barcelona, en la ex fábrica Fabra i Coats, hasta el 19 de mayo.

El evento marca el último acto de la turbulenta relación entre el Ayuntamiento y Küng, quien dejó la dirección del prestigioso centro belga deSingel para trasladarse a Barcelona, donde había sido nombrado director del nuevo centro de arte, que iba a emplazarse en el Canódromo. El proyecto nunca se puso en marcha y, tras mantener Küng en barbecho (pagado, todo sea dicho) y en medio de la polémica durante casi dos años, finalmente su contrato fue finiquitado. Entre los flecos quedaba esta muestra, un compromiso tomado con el propio centro deSingel, que había sido concebida para “un edificio emblemático”, cuyo nombre Küng ya no quiso ni siquiera pronunciar.

El montaje, que despliega los 101 libros repartidos en 18 vitrinas, deja que el público manipule 17 ejemplares, mientras que otros 30 se proyectan en diez monitores, convertidos en tradicionales cortometrajes, en vez de aprovechar las posibilidades de una pantalla táctil y un simple programa interactivo para pasar las páginas. Aunque el rigor conceptual y minimalista de comisario y artista no permitía ningún recurso que pudiese distraer del visitante del contenido, quizás la propuesta hubiese resultado algo más empática.

El director de Promoción de los sectores culturales, Llucià Homs aseguró que “Barcelona no podía dejarse escapar una muestra de este prestigio”, pero resulta dudosa la oportunidad del lugar y el momento: un centro de arte recién abierto, emplazado en el barrio San Andreu. Las halagadoras cifras de visitantes (11.200 personas) de la exposición inaugural sobre la performance, deben ser refrendadas ahora que va bajando la curiosidad de los vecinos por los resultados de la larga reestructuración, que algo que consideran muy suyo. Y aunque Küng asegure que la muestra “no es difícil, sino hermética”, lo cierto es que sin entrenamiento y buenas claves de lectura no es fácil penetrar en el lenguaje de Downsbrough, basado en líneas y palabras, adverbios y verbos, no necesariamente juntos en una frase, a los que con el tiempo se suman mapas, cuadriculas, signos de puntuación, postales intervenidas y fotogramas de películas.

Para la exposición se han publicado dos catálogos, uno con sus primeros 85 libros y el otro con las últimas 15 producciones. Además el propio comisario ha publicado Link, con sólo ocho páginas el libro más reducido de Downsbrough, y la galería Àngels Barcelona, que le representa en España, A place - Barcelona, la última entrega de una serie en proceso, que cuenta con volúmenes dedicados a Dusseldorf, Nueva York, Viena y París, todos con la misma estructura: unas palabras y dos líneas paralelas, sueltas en medio de folios vacíos y una única foto en blanco y negro de la ciudad protagonista. Todas las publicaciones se pueden adquirir en Fabra i Coats.

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