Pagar para poder seguir trabajando
La plantilla de Duco, segunda firma gallega del transporte, no cobra desde hace cinco meses. Muchos adelantaron hasta 3.000 euros para continuar en ruta
Se creían con suerte, con mucha más suerte que los demás, porque trabajaban en una empresa que capeaba la crisis con ventaja, con la ventaja de ser pez grande en un acuario atiborrado de otros más pequeños que no soportaban el desastre y terminaban dejando para ella los clientes. Transportes Duco, fundada en Santiago hace más de cuatro décadas, estaba considerada, hasta Navidad, la segunda empresa más importante del sector en Galicia, solo detrás de Azkar. “Era una pagadora puntual, solvente y con mucha carga de trabajo y una cartera grande de clientes, de los que seguían pagando”, evoca un empleado, “por eso el batacazo fue tremendo”.
En un par de días, en la tercera semana de diciembre, la plantilla (más de 250 puestos directos, 750 sumando los indirectos) supo que aquello se acababa. Ya no iban a trabajar más. Hasta entonces, desde octubre, llevaban ya dos meses sin cobrar, pero se les dijo que se trataba de un eventual problema de liquidez porque Novagalicia ponía trabas para renovar las pólizas de crédito. Todos culpabilizaron al banco. Fácil de tragar, vista su mala imagen. Pero luego descubrieron que “había algo más”, comenta la plantilla. Esos dos meses que pasaron “engañados” buena parte de los empleados adelantaron confiados dinero para poder seguir trabajando. Según Inácio Pavón, representante de la CIG en las negociaciones con la empresa que se intensificaron esta semana, todos los que cubren rutas largas, con derecho a dietas, abonaron de su bolsillo la manutención y los gastos propios del viaje. Y entre ellos hay “al menos 25” que hicieron pagos por un total de entre 1.000 y 3.000 euros. Un dinero propio que ya no saben si volverán a ver.
A estas alturas de febrero, Duco les adeuda ya casi cinco nóminas más la paga extra de diciembre, y el personal ha tenido que recurrir a la familia para poder seguir comiendo. Manel Heredia, empleado desde hace nueve años, tiene dos hijos, de ocho y de seis años, y una hipoteca que ya no puede pagar. “La mayoría de mis compañeros están en la misma situación, y ninguno de nosotros, ni nuestros niños, tenemos la culpa. Estamos recurriendo a los abuelos para lo más elemental, la pura subsistencia, pero los abuelos no pueden asumir lo que nos reclama cada mes el banco”. Heredia trabajaba en Stock Tres, una firma del grupo Duco donde los empleados fueron enviados a unas “vacaciones indefinidas” mientras se ha puesto al volante de los camiones personal de otra empresa.
El jueves, un inspector de Trabajo se presentó en la nave que Stock Tres para comprobar la suplantación denunciada. La filial de Duco da desde hace décadas servicio logístico a Jealsa-Rianxeira. Según explican los trabajadores, cuando se avistaron los problemas la conservera de Boiro se ofreció incluso a los dueños de la empresa de transportes para “asumir la gestión con la gente que ya había contratada”, pero Duco “se negó”. Creen que ahora Jealsa está intentando salvar las latas que quedaron almacenadas en pleno conflicto. Otras conservas, las desechadas por “defectuosas o abolladas”, fueron reclamadas en plenas fiestas navideñas por los empleados de Duco para alegrar en lo posible sus mesas familiares, y la respuesta, recuerda Heredia, también fue no.
La CIG explica que Duco facturó en el último ejercicio 26 millones de euros, pero en uno de los contactos entre trabajadores y empresa, esta les comunicó, dicen, que “solo hay 26.000 euros de liquidez”. “Todo se debe a una pésima gestión”, critica Inácio Pavón. En las concentraciones que prácticamente a diario se están produciendo a las puertas de las naves propiedad de Duco en Santiago, se culpa a Rosa Castro Galante, la hija del fundador, Antonio Castro, del estrepitoso final de una compañía que siempre fue cuesta arriba. En primavera de 2007, el patriarca, que empezó con un camión Pegaso de cuatro ejes nada más aprobar el carné de conducir y siempre fue “el que tiró” del negocio, murió dejando el poder sobre las cuestiones laborales a su heredera. Su socio de siempre al 50%, José María García Cao, “estaba en su despacho y se limitaba a firmar, no se metía en el funcionamiento y el día a día del trabajo”, aseguran los chóferes. Todos se preguntan adónde se ha marchado el dinero de forma tan repentina.
En la sede central de Duco, en el polígono santiagués de O Tambre, nadie atiende al teléfono cuando se busca una respuesta. Sin embargo, la página web de la marca sigue hinchando pecho: “Transportes Duco es una moderna empresa de ámbito europeo, líder en el sector, avalada por cientos de clientes que confían en nosotros y por la certificación ISO 9001:2008”. Un poco más adelante explica que cuenta con más de 50 delegaciones en toda la Península, Baleares y Canarias. Cuando se pincha en el apartado “Bolsa de Trabajo”, en cambio, no aparece ninguna oferta. Ahora la compañía ha presentado un ERE extintivo, y en los últimos días los compañeros de cinco centros de trabajo de toda España lo han firmado. En Galicia, según la Confederación Intersindical Galega, solo se ha sumado la terminal de Vigo. El sindicato denunció que los representantes de la empresa entraron en las delegaciones asegurando a los empleados que las plantillas de las otras ciudades ya habían firmado. Pavón afirma que incluso tiene prueba documental del engaño, en forma de correos electrónicos.
Hay trabajadores que llevan tres décadas sirviendo en la compañía y ahora les cuesta comprender el limbo en el que viven: "No tenemos empleo, pero tampoco somos parados". Mientras no se haga efectiva la liquidación de la empresa, que se prevé lenta, nadie confía en ver un primer pago del subsidio. "La situación se puede alargar hasta agosto", augura el sindicato, "y eso ninguna de estas familias lo va a poder soportar".
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