Los contrarios a Baltar se niegan a sellar la paz en el PP de Ourense
Feijóo exige integración pero sus propios fieles rechazan el acuerdo
Alberto Núñez Feijóo quiere acabar definitivamente con la fractura que desgarra desde hace casi tres años al PP de Ourense. Una vez que la cúpula de los populares gallegos ha despejado el camino a la reelección de José Manuel Baltar como presidente del partido en Ourense, sin promover ninguna candidatura alternativa, Feijóo le hizo ayer un claro llamamiento: que la lista que presente al congreso provincial del próximo 16 de marzo sea “la del PP de Ourense en su totalidad”. Tras la derrota sufrida ante los Baltar en el anterior congreso de 2010, el líder del partido y presidente de la Xunta quiere acabar ahora con la pugna entre baltaristas y antibaltaristas en la idea de que “los afiliados o los dirigentes no son de una persona o de otra sino del propio partido”.
El problema para la dirección del PP gallego no es ya tanto la voluntad integradora que vaya a mostrar José Manuel Baltar sino que la oferta no satisface lo más mínimo al sector del partido en Ourense alineado con la ejecutiva regional. De hecho, los mismos fieles a Feijóo en la provincia se rebelan contra la propuesta unificadora. El llamamiento del presidente a José Manuel Baltar ha caído de momento en saco roto. Por un lado, el propio líder provincial y candidato a la reelección ha dado en entender que esa integración será muy limitada. En el entorno del también presidente de la Diputación Provincial insisten en que este “ya cedió” en la confección de la candidatura ourensana para las elecciones autonómicas del pasado 21 de octubre, hecha a la medida de Feijóo. Tanto fue así que los baltaristas han perdido una de sus grandes armas políticas, ya que su reducida presencia en el Parlamento gallego no les otorga, como antes, la llave de la mayoría absoluta del PP.
Apoteosis del enchufismo
El exbarón del PP no quería un circo en torno a su imputación. Se lo dijo con desplante a un periodista de La Voz de Galiciacuando lo llamó el día anterior a su comparecencia en el juzgado para declarar por el enchufismo que rodeó al congreso sucesorio. Pero la puesta en escena de su comparecencia, promovida desde el propio partido que dirige su hijo, se convirtió en la apoteosis del enchufismo.
El patriarca llegó al juzgado en el coche de su letrado personal. El chófer que conducía el vehículo consiguió que su mujer aprobara la última de las oposiciones que convocó el expatrón y él fue candidato a compromisario. En el pasillo que le abrieron sus acólitos para que sortrara a la m ultitud en su acceso al juzgado destacó uno los numerosos porteros con que cuenta la Diputación. Se abrazó al exbarón y caminaron unidos, ambos con el rostro compungido, hasta el interior del Palacio de Justicia. El portero conmovido tuvo a su mujer empleada hasta hace unos meses en el teatro Principal —el de los 33 conserjes que ahora Baltar precisa que son 16— y a su hijo, con el mismo puesto de portero que él.
Presencia destacada en el multitudiano acto que corrió presto a proteger al expatrón fue el empresario de su más estrecha confianza, Eliseo Fernández. Su hija consiguió acta de concejal en el Ayuntamiento de Ourense. Entre la treintena de alcaldes que jaleaban al expatrón estaban —además del de Monterrei, José Luis Suárez, a cuyo hijo acusó Baltar, junto al secretario y al exinterventor, de los contratos ilegales— el de Muiños, Plácido Álvarez, con numerosos familiares empleados en la institución. El agradecimiento al expatrón es infinito. Pese al ERE, la mujer del teniente de alcalde de Muiños y la prima del segundo oficial del teatro Principal siguen como eventuales aunque ni siquiera trabajan en la Diputación. Baltar se las coló hace más de seis años al Ayuntamiento de Ourense: no encontró otro sitio.
Además de Baltar, el obstáculo son los propios seguidores de Feijóo “¿Para qué?”, se preguntan uno tras otro los antibaltaristas consultados por este diario para justificar su decisión de no participar “como meros títeres” en una ejecutiva en la que están convencidos de que Baltar se blindará con un comité de dirección integrado en exclusiva por su núcleo duro. Algunos de los militantes de este sector aceptarían la proclama de unidad de su líder en el caso “más que improbable” de que Baltar Blanco les ofreciera la secretaría general del partido en la provincia, cargo que en este momento ostenta su más estrecho colaborador, el vicepresidente de la Diputación que él preside y portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital ourensana, Rosendo Luis Fernández.
Los críticos del PP al baltarismo se reconocen desfondados ante las distintas batallas que han plantado al viejo cacique, que llegó al extremo hace tres años con el intento —infructoso— de frenar la sucesión dinástica. “Estamos muy desilusionados con Feijóo y ahora que no cuente con nosotros”, lamenta con crudeza un destacado miembro del sector antibaltarista. En este momento ya solo esperan que la imputación judicial del fundador arrastre también al hijo, principal beneficiado, en su opinión, de los contratos ilegales que firmó su padre en aquel congreso.
Sin embargo, Feijóo parece estar en la idea de trazar una línea divisoria entre Baltar padre y su hijo. Aunque el proceso judicial vincule los enchufes al intento del viejo barón, en 2010, de amarrar apoyos para su descendiente en el congreso provincial del PP, Feijóo sostiene que los hechos que investiga la justicia “no tienen nada que ver con el presente”. Eso sí, con cierta cautela añadió: “Nunca se sabe qué va a deparar el fufuro”. El PSdeG, que ejerce la acusación popular en el caso, hará todo lo posible para implicar al hijo y ayer ya pidió que sea llamado también a declarar ante el juez. “Si los funcionarios a los que Baltar acusa de contratar ilegalmente siguen al frente de sus funciones en la Diputación, sería lógico que el nuevo presidente acudiera a testificar sobre ello”, afirmó el portavoz socialista en el organismo provincial, Ignacio Gómez.
Con quien sí se esfuerza en marcar distancias Feijóo es con Baltar padre, a quien ayer se refirió como “un expresidente del PP y un afiliado suspendido de su militancia”. El jefe del Gobierno autónomo reclamó, en todo caso, que no se realicen “juicios paralelos”. “Vamos a ver en qué queda todo exactamente después del ruido”, advirtió.
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