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Pantoja sobrevive al banquillo

El juicio por blanqueo derivado del ‘caso Malaya’ termina dos meses y medio antes de lo previsto sin que ni las acusaciones ni la defensa de la cantante hayan logrado imponer sus tesis ante el tribunal

Fernando J. Pérez

Para la inmensa mayoría —someramente informada por los programas del corazón— se trataba de la pieza rosa del caso Malaya. Sin embargo, el juicio por blanqueo de capitales que ha sentado en el banquillo de los acusados al exalcalde de Marbella (Málaga) Julián Muñoz, a su exesposa Mayte Zaldívar, y a la cantante y antigua novia del exregidor, Isabel Pantoja, entre otros acusados, terminó el pasado martes con la misma frialdad jurídica y ausencia de glamour que ha caracterizado a todo el proceso.

La vista oral, que se inició el pasado 28 de junio y que se ha desarrollado a lo largo de 27 sesiones, apenas ha dejado anécdotas para el recuerdo. Un par de llamadas al orden a Pantoja —una para que se quitara las gafas de sol en la sala y otra para que dejara de utilizar su móvil mientras abogados y fiscales exponían sus argumentos— y el momento en que el presidente del tribunal impidió a Julián Muñoz saludar al cerebro de la corrupción marbellí, Juan Antonio Roca, que declaró como testigo, han sido casi los únicos momentos de cierto color.

En la calle, tampoco se han cumplido las previsiones que llevaron en las primeras jornadas de juicio a la Policía a desplegar alrededor de la Ciudad de la Justicia de Málaga un número de agentes y vehículos celulares similar al de un partido de fútbol de alto riesgo. Finalmente, con un pasillo de vallas y un par de policías a pie se consiguió contener la marea de cámaras de televisión que cada jornada esperaban a la artista a la puerta del juzgado.

En el juicio, al menos de lo que se desprende de lo escuchado en la sala, ninguna de las partes ha conseguido imponer claramente sus tesis. La sentencia del tribunal presidido por Federico Morales —que en marzo de 2011 ya descafeinó otro gran caso de blanqueo, Ballena Blanca al absolver a 14 de los 19 procesados— tendrá varias claves.

En el caso de Isabel Pantoja, el principal argumento de la defensa es que la artista tenía enormes ingresos —19 millones de euros— durante los años anteriores a iniciar su relación con Julián Muñoz, y, lo que es más relevante, durante el tiempo que duró su convivencia. Esta riqueza, fruto de sus galas en España y América, hace imposible, según la defensa, que Pantoja usara sus sociedades para blanquear dinero de Julián Muñoz.

Un detalle en apariencia menor puede ser decisivo en la sentencia: la fecha de inicio de la relación formal entre el alcalde y la cantante. Pantoja se ha esforzado en situar esta en junio de 2003. De este modo, trata de desvincular a Muñoz de la compra, en marzo del mismo año, del apartamento 105 del Hotel Guadalpín. El inmueble costó 353.695 euros. Sin embargo, en las cuentas de la sociedad de Isabel Pantoja Franbel Artis solo había un saldo de 15 euros y de las cuentas personales de la cantante tampoco salió el dinero para el pago del inmueble. La defensa ha sostenido durante el juicio que la cantante abonó el apartamento en metálico con sus propios fondos.

Lo mismo sucede con el famoso chalé Mi Gitana, en la urbanización marbellí La Pera. Adquirido en abril de 2004 por 3,3 millones de euros, tras el ingreso en prisión de Julián Muñoz en 2007, las cuotas de la hipoteca quedaron impagadas. El tribunal tendrá que decidir qué pesa más, si esta evidencia o el hecho de que la persona que le prestó el dinero para abonar el IVA del inmueble declarara en el juicio que Pantoja le está devolviendo religiosamente los 236.000 euros. Todo queda abierto.

Una artista con grandes aliados en la sala de juicio

Si algo ha demostrado Isabel Pantoja durante el juicio por blanqueo es que cuenta a su alrededor con gente fiel a carta cabal. La fiscal acusaba a la artista de realizar grandes ingresos en sus cuentas, pero de forma fraccionada para evitar ser identificada por el banco. Se trata de la práctica del pitufeo, que consiste en realizar imposiciones inferiores a 3.000 euros para despistar a las autoridades antiblanqueo. Para hacer frente a esta acusación, la cantante contó con Teresa Pollo, su colaboradora desde hace casi cuatro décadas. Pollo se responsabilizó de los ingresos fraccionados "[Los ingresos, de unos 41.000 euros] correspondían a dólares de galas en América. Cuando fui al banco, el director de la sucursal me dijo que si lo ingresaba todo de golpe iba a constar como que eran míos, y fue él quien me propuso ingresarlo por el equivalente a 3.000 euros", afirmó en el juicio.

Por su parte, la representante de Pantoja, María Navarro, avaló con su testimonio la tesis de la gran capacidad de la cantante para generar ingresos. Navarro afirmó que la cantante cobraba entre 60.000 y 80.000 euros por recital y que Julián Muñoz “nunca” ingresó dinero en las cuentas de Pantoja.

No fueron esos los únicos testimonios favorables para la cantante. Respecto a sus negocios ganaderos, el tratante de reses bravas Joaquín Núñez del Cuvillo aseguró que no llegó a recibir dinero alguno por parte ni de Pantoja ni de Julián Muñoz como pago de 56 reses bravas. Esta operación, valorada en 60.000 euros, estaba siendo investigada por la Fiscalía, que llegó a mostrar un documento firmado por Muñoz en la que se confirmaba el pago. “Eso sería la intención que tendrían, pero a mí no me dieron nada”, insistió el tratante.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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