Una dura lección necesaria
La compañía La Veronal demuestra en el arranque de Escena Contemporánea madurez y un estilo personal de presentarse
Por una vez y que no sirva de precedente, la abundancia de textos no entorpece a un espectáculo de danza actual, sino todo lo contrario. Esto es quizás porque la verdadera música de esta obra, su base rítmica está en las voces que recitan, a veces impersonales, a veces irónicas.
Islandia
Coreografía: Marcos Morau (en colaboración con los intérpretes); dramaturgia y textos: Pablo Gisbert; escenografía: North Howling; luces: Enric Planas; música: Björk, Norman Schultze y otros; vestuario Soffía Ósk Stefánsdóttir. Compañía La Veronal. Teatros del Canal. 30 de enero.
La Veronal, grupo creado en 2005, se supera después de sus otras piezas te temática territorial como Rusia (2011); Finlandia (2010); Maryland (2009) y Suecia (2008). En Islandia van más lejos en su compromiso político y en su exposición. Lo bordan desde la primera escena hasta el desgastador final. El uso del blanco, la danza geometrizada hasta lo esquemático, la pantomima de cajón recurrente, la ácida ironía, el no morderse la lengua ni con tirios ni troyanos, todo aboca a una lección trascendental e inmediata dicha desde una asepsia precisa e inquietante.
Ya es una pena que sólo se pudiera ver ayer, y para nada la sala roja de los Teatros del Canal les queda grande, sino justa, sobre todo cuando hay algo que decir y transmitir.
Las evoluciones regladas con matemática, esa materia coréutica desdoblada en paisaje escultórico y secuencial, y hasta a veces esa separación tendenciosa entre lo que se oye y lo que se ve, termina extendiendo un hipnótico ambiente de indefensión. La Veronal demuestra madurez y un estilo personal de presentarse.
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