Hasta que la consulta los separe
El referéndum de autodeterminación fija el horizonte para Convergència y Unió para seguir unidos Ambos partidos han vivido esta semana una grave crisis

La batalla que han vivido Unió y Convergència esta semana a cuenta de las críticas de la federación barcelonesa de CDC al líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida, es síntoma del problema que supone el proceso soberanista para las relaciones en el seno de la federación. Convergència ha abierto la vía hacia el Estado propio, un concepto que Artur Mas, líder del partido y la federación, usa como eufemismo de la independencia. Y Unió todavía cree que el encaje con España es posible, apostando por la vía confederal.
Esta discrepancia en la raíz ideológica de ambos partidos pone fecha de caducidad a la unidad de la federación: la consulta sobre la autodeterminación. Si, tal como desea Mas, la consulta pregunta sobre si Cataluña debe ser un nuevo Estado de Europa, Unió y Convergència pueden estar en dos bandos opuestos.
Ambos partidos están conjurados para llegar juntos al referéndum y después decidir qué hacer con la unión. Pero la crisis abierta esta semana casi dinamita la federación mucho antes de lo que creían sus propios dirigentes. La mecha la prendió el lunes la federación de Barcelona de CDC, que votó por unanimidad un documento en el que culpaba a Duran del fracaso electoral y lamentaba sus declaraciones reacias al soberanismo. Unió esperaba una defensa sin fisuras de Mas, pero el presidente optó el martes por un leve reproche a los militantes barceloneses que impulsaron el documento, sin mención a Duran. Ello motivó una reacción airada de Unió, que retó a CDC a revisar los pactos de federación.
Mas y Duran lograron apagar la crisis: el presidente defendió públicamente a Duran y desautorizó a la sectorial local de Barcelona. Tras hablar por teléfono con Duran, de viaje a Chile, Mas se comprometió a desestimar el documento en la reunión de mañana de la dirección de CDC. Precisamente, en ese viaje Duran habló con el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, para pedirle “respeto” hacia la lengua, la educación y la cultura catalanas, según reveló en una entrevista en Catalunya Ràdio en la que también reclamó al Ejecutivo central una propuesta de para mejorar el sistema de financiación tras rechazar el pacto fiscal.
La de esta semana ha sido la última crisis de este matrimonio que goza de una mala salud de hierro. Desde que se firmaron los pactos de federación, en 2001, Unió y Convergència han aireado sus discrepancias. Salvo en contadas excepciones, no ha pasado de rifirrafes sin mayor importancia: Unió marcando perfil, CDC mostrando su cara más soberanista.
Las grandes polémicas entre Unió y Convergència giran en torno a Duran. Desde 2004 es el candidato de CiU en el Congreso y su liderazgo ha provocado tensiones en 2008 y en 2012, cuando CDC ha intentado que uno de sus dirigentes del ala más soberanista acompañara a Duran en la candidatura, lo cual este siempre ha frenado. El papel de Duran como moderador del soberanismo y su voluntad de participar en el Gobierno central siempre se han visto con reticencias en CDC.
Cuando CiU está a la greña, Unió enarbola los pactos de federación, que marcan la acción política de ambos partidos y fijan un equilibrio de fuerzas del 75% para CDC y el 25% para Unió. Los democristianos también pueden escoger el candidato a las generales y, si hay victoria electoral en Cataluña, la presidencia del Parlament. También en la formación del Gobierno el reparto es el establecido en el pacto.
El acuerdo se firmó tras “la peor crisis de la historia de CiU”, en palabras de Duran. Fue cuando en 2001 Jordi Pujol escogió como sucesor a Mas y lo nombró su conseller en cap, dilapidando las aspiraciones del democristiano. El disgusto de Unió a punto estuvo de acabar con 20 años de coalición. La creación de la federación llevó paz, pero desde entonces la tendencia de Duran a marcar perfil se ha acentuado. Si Pujol generaba consenso en todo CiU, Mas y sobre todo su entorno, el pinyol, no gozan de toda la simpatía democristiana. Los recelos son mutuos.
El matrimonio continuará a corto plazo. Aunque Duran dijo el viernes que no tiene “miedo” de presentarse en solitario, admitió que “sería malo para Cataluña”; lo que en lenguaje de la federación significa que sería negativo para sus intereses electorales. Pero la deriva soberanista de Mas pone fecha de caducidad a CiU: hasta que la consulta los separe.
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