La mujer que congeló a sus hijos no sufre patología mental, según los forenses
La acusada alegó haber padecido un maltrato psicológico que influyó en el crimen
Sara L. H., acusada de asesinar a dos bebés suyos en Pilas (Sevilla), no sufre ninguna enfermedad mental según el informe psiquiátrico de los forenses. Es decir, está cuerda. Tras descubrir su marido los cadáveres de los recién nacidos hace dos meses, la mujer de 34 años fue detenida y reconoció la muerte de uno de los bebés mientras que dijo que no recordaba nada del segundo bebé que apareció en otro congelador de su casa. En 15 años de convivencia, la mujer dio a luz a cinco hijos con su pareja, Francisco Antonio, que no ha sido imputado en el caso.
Después de que el magistrado del Juzgado de Instrucción 3 de Sanlúcar la Mayor (Sevilla) levantara el secreto de sumario esta semana, ha trascendido el resultado del informe psiquiátrico que descartaba las enfermedades de la madre, encarcelada en la prisión para mujeres de Alcalá de Guadaíra. Esta es la principal clave que quedaba pendiente de conocer de un caso muy llamativo por la frialdad y crueldad que implicó haber convivido durante meses o años con dos cadáveres de bebés en dos congeladores de la propia casa.
La acusada alegó que su marido la maltrató psicológicamente, aunque nunca de manera física. Ese maltrato y las amenazas sobre el final del matrimonio por culpa de nuevos embarazos, son las alegaciones que declaró la madre para justificar el horror que vivió en silencio durante años.
La mujer declaró que el parto del primer recién nacido sucedió sobre las 10.00 de la mañana mientras sus niños estaban fuera del domicilio familiar, jugando en la calle. Cuando se puso de parto, acudió al baño y dio a luz en la bañera. Fue un parto rápido y nadie le asistió en el nacimiento. Sara L. H. nunca acudió al ginecólogo. Tras notar un dolor de espalda, y a las pocas contracciones, el bebé nació.
A la segunda o tercera contracción, la madre dio a luz, pero no recuerda haber cortado el cordón umbilical, aunque sí haberlo presionado para que no sangrara. Al poco tiempo ella misma expulsó la placenta y sangró durante un rato hasta que finalmente la hemorragia se detuvo. Sara abrió el grifo para evitar que el bebé se golpeara en la bañera, según explicó al magistrado instructor.
“Estuvo muy poco tiempo sumergido en el agua”, relató. “No respiraba, no lloraba ni se movía”, añadió la mujer al juez. Fuentes del caso explicaron el desgarrador testimonio: “Metió el bebé en una bolsa, lo ató y lo guardó” en el congelador. “Lo congeló porque le parecía mal tirarlo a un contenedor”, añadieron. La mujer explicó: “Me costaba desprenderme de él y no quería olvidarlo (...) No me parecía bien tirarlo a un contenedor (...) Si hubiera nacido vivo, me lo habría quedado”, añadió la mujer para explicar el crimen.
La autopsia de este primer bebé, hallado el pasado 9 de noviembre por el marido de Sara L. H. en un congelador, determinó que falleció asfixiado, mientras que el segundo, que también era un varón, fue hallado el 27 de noviembre y su autopsia será más complicada ya que llevaban más tiempo congelado y está más deteriorado.
La mujer no dio detalles al juez sobre este segundo bebé, si bien los investigadores creen que el parto se produjo antes del 24 de junio del 2011. Ni su esposo ni sus compañeras de trabajo con las que se cambiaba en el vestuario se percataron de sus tres embarazos: los de los bebés congelados y el de una niña nacida el pasado 30 de noviembre, cuando la madre ya estaba encarcelada.
Este último embarazo, sin embargo, lo conocían desde un mes antes del hallazgo de los bebés su madre y su hermana, a quien Sara quiere que le otorguen la tutela de sus tres hijos, aunque el juez instructor ha decidido que los menores se queden con el padre. Este se ha personado en la causa judicial como acusación particular.
La mujer ocultó la gestación porque no estaba en buena situación económica ni tenía buena relación de pareja. Su marido no quería más niños, la maltrataba psicológicamente, le había amenazado con dejarla si se quedaba embarazada y ella “temía la reacción” de su familia política.
“Ustedes no lo pueden entender”, aseguró al juez y a la fiscal mientras la interrogaban sobre lo sucedido. “Él no quería tener más hijos” y "temía a la reacción del entorno" (...) “Me amenazó muchas veces con dejarme si me quedaba embarazada”, comentó la acusada.
Mientras, el marido explicó a este diario que ignoraba todo lo sucedido y que nunca se percató de los tres embarazos de los que dijo no tener noticia. “Yo le decía que hiciera un poquito de gimnasia (...) Pero es impensable ¿a quién se lo vas a explicar? No sé si utilizaba una faja para disimular. Ella tenía su ropero y yo el mío. Nunca registré el suyo. No vas a estar constantemente pendiente de la barriguita de tu mujer (...) Manteníamos una vida normal y punto”. A favor de su versión figura la circunstancia de que ni el juez, ni la fiscal y el secretario judicial se percataron de que su esposa estaba embarazada de siete meses la primera vez que acudió al juzgado a declarar. Y solo un mes después, dio a luz.
El diagnóstico de los psiquiatras de que la madre no padece enfermedad mental, se une a las aficiones por la lectura y la filosofía descritas por su marido.
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