Descenso al infierno
Lluís Soler y Xavier Ripoll protagonizan la adaptación de Magda Puyo de 'Cosmética del enemigo', de Amélie Nothomb
Hay historias cuyo interés no depende del conocimiento de su desenlace. Esta, en cambio, es de las que, si ya se saben, pierden gracia. La exitosa novela Cosmética del enemigo (2001) de Amélie Nothomb sitúa a un empresario en la sala de espera de un aeropuerto y empieza con el anuncio por megafonía de un retraso sin determinar de su vuelo por problemas técnicos; un inesperado interlocutor le da conversación a pesar de la poca predisposición del empresario a interrumpir la lectura de su libro y a charlar con un desconocido. Si ya se ha leído la novela y se conoce la verdadera naturaleza de Textor Textel, el interlocutor, el descubrimiento que sorprende a Jerôme Angust, el empresario, deja de serlo y el desarrollo del relato se convierte en un juego menos perverso. No desvelaremos aquí más detalles de lo que acaba siendo un descenso al infierno del alma humana, bastante hemos dicho ya, para que el espectador que acuda a la sala Muntaner sin haber leído a Nothomb pueda disfrutar de la evolución de sus protagonistas, pues si algo suma este montaje firmado por Magda Puyo al texto original es la estupenda encarnación de los dos personajes.
Difícil hablar de lo convincente que resulta Lluís Soler en el papel de Textor Textel sin explicar quién es el tal Textel en realidad. Pero tanto su voz profunda, que aquí parece subterránea; como su envergadura, que contrasta con la de Angust; como la barba que luce, que tiene algo redentor; como su actitud traviesa -¿endiablada?- casan a la perfección con el carácter ambiguo e intrigante de su personaje, de quien sí podemos decir que es todo un embaucador. Por su parte, Xavier Ripoll funciona perfectamente como Jerôme Angust, el empresario anodino, con su traje gris y barato, su maletín y su conducta circunspecta. Me sobran, si me apuran, los movimientos a lo danza contemporánea con los que expresa su doloroso descubrimiento en alguien tan consciente en todo momento de estar en un espacio público y tan pendiente de los modales, pero incluso con ellos, este Angust forma una buena pareja con el Textel de Lluís Soler. El enfrentamiento entre ambos se da en un cuadrilátero ubicado en el centro de la sala, una disposición, con el público a sus cuatro lados, que acerca a los espectadores de las primeras filas al abismo de ese infierno del que hablaba antes; una puesta en escena sencilla y eficaz para una fiel adaptación del texto original, si bien el final de la novela es más explícito y burlón.
Cosmètica de l'enemic
De Amélie Nothomb.
Dramaturgia y traducción: Pablo Ley.
Dirección: Magda Puyo.
Intérpretes: Lluís Soler, Xavier Ripoll.
Espacio escénico: Martí Torras.
Iluminación: Quico Gutiérrez.
Vestuario: Àngela Ribera.
Sonido: Damien Bazin.
Sala Muntaner, Barcelona.
Hasta el 24 de febrero.
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