Un pacto cargado de incertidumbre
El acuerdo por Andalucía que promueve Griñán arranca entre los recelos de los partidos y las líneas rojas marcadas por los sindicatos mayoritarios
El pacto por Andalucía que auspicia el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, como modelo para salir de crisis, blindar el estado del bienestar y reforzar la posición de Andalucía en el debate territorial español es una maniobra política que, pese a sus buenas intenciones, implica un riesgo considerable, sobre todo en caso de naufragar. Esta semana, Griñán se ha reunido con los partidos y los agentes económicos y sociales más representativos de la región para dar los primeros pasos de la negociación, que ha arrancado en un ambiente de escepticismo, esperanza e incertidumbre.
Griñán presentó su iniciativa en el Parlamento andaluz el pasado julio en un pleno para sobre los recortes del Ejecutivo central. Desde entonces, el pacto ha ido tomando cuerpo hasta situarse como la gran apuesta política de un gobierno en un periodo en el que la economía está estrangulada. Griñán no ha dudado en comparar este “nuevo contrato social” con los Pactos de La Moncloa, que permitieron estabilizar el proceso de transición a la democracia y poner coto a la inflación galopante en 1977.
Sin embargo, en una región que frisará el 36,5% de paro este año, con 9.920 desalojos de viviendas hasta el tercer trimestre de 2012 y con unos partidos políticos azotados por el descrédito, defraudar estas expectativas no saldrá gratis. Los dirigentes políticos —especialmente en el PSOE y el PP— lo saben y tratan de evitar declaraciones que hagan descarrilar prematuramente el diálogo. El lunes, el presidente del PP, Juan Ignacio Zoido, tras reunirse con Griñán y presentarle un documento con sus ideas para el pacto manifestó sentirse “moderadamente optimista”.
Fuentes del PSOE afirman que el texto de partida de los populares contiene “cosas muy asumibles”. Una de las reclamaciones de la formación conservadora es la presencia en las negociaciones de los Ayuntamientos y Diputaciones. La fórmula que plantea el partido de Zoido es una “Conferencia de Alcaldes”. Este punto, básico para el PP, podría salvarse con la participación en la ronda de contactos de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP), presidida por la alcaldesa de Marbella (Málaga), la popular Ángeles Muñoz.
Una mesa para facilitar el acuerdo
A lo largo de la semana que hoy termina, José Antonio Griñán se ha reunido con los principales interlocutores del pacto por Andalucía —partidos, sindicatos mayoritarios, patronal, organizaciones agrarias y entidades de la economía social—. De forma paralela, los consejeros de la Junta han mantenido encuentros con las organizaciones más representativas de su sector. Estas conversaciones van “muy avanzadas” en ámbitos como turismo, cultura y juventud, según fuentes de la Junta, que esperan cerrar esta fase de contacto durante la semana que entra. A continuación se enviarán las primeras notas de trabajo a la mesa de partidos, que se reunirá en el Parlamento de Andalucía. Lo primero que se quiere terminar es el llamado “acuerdo económico y social”, que negociarán UGT, CC OO y la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) de forma exclusiva.
La mesa de partidos busca que la negociación se establezca entre iguales sin que haya posiciones de jerarquía. Además, será flexible para que puedan organizarse como sea más útil “en coordinación con el Gobierno”, afirman fuentes de la Junta de Andalucía. En el ejecutivo regional consideran que la lejanía del “horizonte electoral” —hasta 2016 no hay previstas, en principio, elecciones autonómicas—, da “credibilidad” y “estabilidad” al proceso negociador.
Sin embargo, las conversaciones se antojan muy complicadas: IU, que plantea una gran movilización social para el 28 de febrero, Día de Andalucía, ve “muy difícil” encontrar “posiciones comunes” con el PP, según fuentes izquierdistas.
El PP también pretende incorporar al debate la derogación de la Ley de Reordenación del Sector Público Andaluz, muy cuestionada por los sindicatos de funcionarios. En el PSOE consideran que este punto tampoco hará embarrancar las negociaciones. “Creemos que lo han incluido para justificar ante los sectores más intransigentes del PP que se sientan a negociar”, afirma un alto cargo socialista.
Las principales piedras de toque entre socialistas y populares estarán probablemente en aspectos como la sanidad y la educación. En su documento, Zoido opta por la ambigüedad y habla de “realizar cambios y reformas” en la “gestión” de la sanidad y de “lograr un modelo de participación y de cooperación estable” con la enseñanza concertada.
Además de las cuestiones de fondo, en el PSOE inquietan dos factores políticos. A la derecha, el liderazgo cuestionado de Zoido entre los suyos, que convierte en una incógnita su resistencia a posibles presiones internas para que se desvincule del pacto. “Estamos seguros de que Javier Arenas [presidente del PP hasta el pasado junio] se sumaría al pacto, como no se quedó fuera de la reforma del Estatuto por mucho que lo cuestionara”, afirman fuentes socialistas. A la izquierda, preocupa una radicalización de los dirigentes de IU ante el escenario de la próxima Asamblea de IU del próximo junio en la que Diego Valderas aspira a la reelección como coordinador regional.
Los conservadores hablan de “sensaciones encontradas” ante la negociación. “Hemos detectado buena voluntad en Griñán, la conversación fue positiva y no hay por qué dudar de ello, pero lo que más nos preocupa es que se quiera convertir el pacto en un acuerdo contra las políticas de Rajoy”, afirma un dirigente popular, que reconoce que “PSOE e IU han moderado y suavizado sus declaraciones”.
Uno de los mayores escollos es la práctica ruptura de puentes que hay entre el PP y los sindicatos CC OO y UGT tras la reforma laboral. Las centrales sindicales mayoritarias están muy indignadas con el trato de “desprecio y ninguneo” que han recibido por la derecha política y mediática en los últimos meses. Fuentes de la dirección del PP andaluz auguran que en las semanas venideras “se pueden producir movimientos de acercamiento” entre el partido conservador y los sindicatos.
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