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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

#madrid

La tormenta perfecta en el PP y sus derivadas madrileñas, tema único en las redes

Guiomar del Ser

El torbellino instalado estos días en la sede nacional del PP ha dejado en las redes un tema único con múltiples aristas. El sector madrileño del partido se ha hecho acreedor de una porción importante del mérito sin necesidad de sobres.

Libre para disparar. La presidenta de los populares de Madrid, apeada en septiembre de las servidumbres institucionales al frente de la Comunidad (administrar la escasez y bregar con mareas fundamentalmente) anunció el lunes en su cuenta de Twitter que dejaba su difuso puesto de funcionaria en Turismo para ocupar un sillón de asesora en una empresa catalana de cazatalentos. Además de regalar una potente campaña de publicidad multisoporte a la firma en cuestión, el cambio de aires de Esperanza Aguirre prolongó el debate sobre el paso de lo público a lo privado abierto por la peripecia del exconsejero Güemes. Y, lo más importante, le dio a la lideresa la excusa perfecta para asegurarse visibilidad mediática durante la peor semana del PP en años. Si alguien aún se pregunta por qué se retiró de la “primera línea”, la respuesta es cada vez más evidente: para disparar con más libertad contra Génova. Primero fue su propuesta sobre la cualificación profesional previa que debería pedírsele a todo cargo político. Luego llegó la exigencia de una investigación “caiga quien caiga” para dirimir responsabilidades a la sombra del tesorero Bárcenas.

De perfil. La sobreexposición voluntaria de Aguirre solo fue equiparable (a la inversa) con el perfil bajo con el que su sucesor trató de dejar correr la compra de su ático marbellí, anunciada el miércoles. Hasta que movilizó a los abogados de la Comunidad para exigir a una web inmobiliaria que retirara su foto y su nombre de un listado de pisos en venta similares al suyo pero más baratos. La alusión a Ignacio González se transformó entonces en “el-que-no-puede-ser-nombrado”. Escarceos con el efecto Streisand.

Jóvenes revueltos. En un arrebato de espontaneidad de los que no se suele permitir en público, la alcaldesa de Madrid puso el jueves su grano de arena en la tormenta de ideas sobre la regeneración política. “Yo suprimiría las nuevas generaciones de los partidos”, declaró ante los periodistas. Como si al PP no le faltaran motivos para la inquietud, las palabras de Botella agitaron el pundonor de decenas de miembros de Nuevas Generaciones, que hasta crearon una etiqueta en Twitter, #OrgullosodeNNGG, para reivindicarse. Algún alto cargo poco afín también se apuntó al carro.

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Sobre la firma

Guiomar del Ser
Es redactora jefa de Producto Editorial y del LAB, el área que se dedica a explorar y aplicar mejoras en la forma de contar historias en la web de EL PAÍS. Lleva enredada en lo digital desde que los periódicos empezaron a navegarse, aunque también se maneja (y desayuna) con la versión impresa. Se entretiene arreglando cosas, también en la redacción

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